Piel de cobre

Filiberto García

Alerta, alerta, los indios se levantaron en armas allá por el norte de Oaxaca y dicen que reaparecieron nuevamente los caballeros águila y los caballeros jaguar. Se les ha visto con grandes penachos, trajes multicolores y el deseo de morir para alcanzar la venia de los dioses. Dicen que es una revoltura innombrable, que vienen dispuestos a recuperar la tierra y a cobrarse con creces los años de esclavitud y menosprecio que han padecido. Traen armamento de varios tipos, tomen las precauciones necesarias porque vienen a erradicar a los intrusos, tienen hambre de volverse importantes y aseguran que no se detendrán.

A la cabeza del ejercito viene Tlacaélel e Itzcóatl reencarnados en un hombre de dos metros de altura, es indestructible, tengan cuidado porque los indios vienen a tomar lo que les hurtaron a sus antepasados, vienen a soñar por el tiempo que los mantuvieron despiertos en este mundo de criollos y mestizos, regresaron a conquistar después de lo robado, volvieron con todo ya les dije, agarren las cosas indispensables y márchense porque los indios traen a sus dioses en la espalda, al terrible Hutzilopochtli con el arco en la mano y cientos de flechas de obsidiana, alerta, alerta, ya vienen los indios.

Quetzales gigantes destrozan los cables de luz y teléfono y desangran los nubarrones con sus aleteos irascibles. Vienen tres sacerdotes lanzando mal de ojo y narrando la nueva historia en forma de cuícatl. El sonido de los caracoles no tarda en aparecer en el horizonte que ya se tiñe de rojo, la guerra será sin cuartel, ninguno los detendrá. El jaguar viene a la cabeza del ejército, las águilas proveen de maíz a los hambrientos, el sol no se deja vencer por la vieja luna y la derrota para beneficiar a los ejércitos indígenas.

De la espuma del mar ha nacido el guerrero de piel de cobre, de las plumas del quetzal brotan los nuevos hijos del sol, no es añoranza, es una realidad. Es colosal el ejército, nadie entiende por qué desean recuperar la tierra, destruir para volver a edificar con sus propias manos, con el sudor de su cuerpo, con el dolor se sus músculos.

Dicen que ya tomaron la ciudad de Puebla y que al pasar han quedado las calles pintadas de rojo, las paredes manchadas con la materia encefálica de los enemigos. Ya no hay tiempo para arrepentirse, se creía que de ningún modo romperían el silencio y permanecerían eternamente mansos. Escondan a los pequeños porque preparan el sacrificio magno en recompensa por el tiempo que dejaron a los dioses sedientos de ofrendas. Apúrese porque amenazan con dominar al continente, no los detendrán. El plumaje de quetzal adornará todas las plazas de las ciudades como símbolo de victoria.

Pero qué tonterías estás diciendo chamaco… dame el periódico de inmediato que necesito comprobar lo que alegas.

No es periódico señor, el diario de hoy lo acabé hace dos horas, esto es el libro de cuentos que me regaló un señor muy viejo y como creo que tengo derecho de ganarme algo extra estoy gritando lo que biene dentro, nunca imaginé que fuera más difícil vender un libro que un periódico ¿Qué… lo compra o sigo gritando?