Cuenta, cuenta, cuenta…

 

Decía Roland Barthes que el cuento está prácticamente en todas las actividades del hombre y en todas las épocas. Está en la vida pública y en la privada, en el pensamiento y en la acción, en el sueño y en la vigilia, en la cocina, en el baño, en el jardín, en la calle, en la oficina, en los confesionarios. Está en las sociedades tribales y en las superdesarrolladas, en la fotografía y en el cine.

Crecimos contando cuentos, hacemos de nuestra vida un cuento, una narración o una novela, un diario o una epopeya. La fábula es parte de todos los días, nos alegra la vida o nos la amarga, nos advierte o nos da una palmada de solidaridad. Contar, contar todo el tiempo, recuperar presente y pasado fabulándolos, añorar el futuro creando secuencias utópicas o arcádicas. Incluso nuestra estancia en el cielo o en el infierno está ya soñada o a punto de recibir la vuelta de tuerca.

Tachas 19 nos acerca al contar. Arely Valdés nos cuenta de El Decamerón y del deseo de sus mujeres; Sandra Ríos nos confiesa las marcas que le dejaron los cuentos de hadas; Alejandro García hace episodios sobre la novela.

Aleqs Garrigóz, desde el verso,  nos cuenta de las marcas y emisiones del cuerpo a cuerpo y Miriam Marlem Alonso Carrillo busca una mirada y la encuentra en el aeropuerto.

En Memorias del subdesarrollo Juan José Arreola habla de sí mismo y de sus criaturas.

En El occipital de Einstein (Ciencia) Jesús Madrigal Melchor recrea la entrega de los Premios Ig Nobel 2013.

En El Parietal de Chomsky (comunicación y lenguaje) Isabel Alejandra Ortega Miranda se une a la discusión en torno al canon y le da alcance.

En Un ratito de tenmeallá Juan Francisco Camacho nos cuenta una Michael Haneke Wood y Mónica Muñoz hace un cuento de Encuentros y desencuentros.

El Viborero recuenta de cuentos y sucedidos.