UN RATITO DE TENMEALLÁ
A 32 años de El mundo según Garp
Gerardo Ávalos
Como el gusto se divide en géneros, en particularidades muy subjetivas, el factor sorpresa viene a ser un elemento determinante para tomar partido; un aspecto nodal a la hora de decidir. Así pues en el caso de hablar o comentar cintas que en el sentido personal marcan o significan algo, el argumentar ese algo o ese todo es tal vez lo suficiente para sustentar la validez, en este caso de una producción cinematográfica. De manera particular me quiero detener para hablar de una película de la década de los ochenta, concretamente de 1982, me refiero a El mundo según Garp dirigida por el norteamericano George Roy Hill.
El director se auxilia del grupo Monty Python, a dicha agrupación se deben cintas tan memorables como La vida de Bryan, Monty Python and the holly Grial, y El sentido de la vida —no confundirla con otra realización del mismo nombre, pero dirigida por el otra parte genial Akira Kurosawa—. A reserva de las discrepancias que pueda haber entre el film como tal y la novela de John Irving que le sirve de base al guión, se trata de una película hermosa —salvo que el paso del tiempo ya haya dicho lo contrario— que de una manera directa influye sobre los sentimientos humanos, esto es, que nos invita a la reflexión existencial, todo ello con la fuerza del espíritu romántico por decirlo de algún modo.
Interpretada por un entonces debutante, pero ya magnífico Robin Williams, y por una también magnífica, pero aún nada ampulosa Glenn Close, la película de Roy Hill nos atrapa desde el comienzo, cuando nos percatamos de que la enfermera Kelly le insiste a su pequeño hijo que su padre, aviador militar, murió antes de verlo nacer. Esa insistencia de la madre pretende cimentar la idea de la resignación en el hijo bastardo, pero lo que ocasiona es una obsesiva necesidad de buscar la representación de la figura del padre en la vida de T. S. Garp, tal como se llamaba el progenitor.
Garp desarrolla su imaginación para llenar el hueco que ha dejado esa figura masculina; el niño se dibuja y dibuja a su padre el piloto, en donde el aviador le muestra los caminos aéreos; su padre es también el héroe poderoso defendiéndolo de todo peligro. Esta secuencia está realizada efectivamente con animación, y sirve para mostrar el talento de Terry Gillliam (director por cierto de proyectos como Brasil y Las aventuras del Barón Münchausen entre otros) uno de los más talentosos miembros del ya citado Monty Python.
Y sin embargo el solo dibujo no llena al inquieto Garp, por ello lo veremos trepando hasta la parte alta del techo dese donde intentará volar; cosa que casi le cuesta la vida a no ser por la intervención de su sobreprotectora madre. Este hecho alimentaba en el niño una angustia que lo conducía a la muerte, pero la presencia de la madre disminuye dicha ansiedad, obligándola a contarle con lujo de detalle su verdadera relación con el padre: ella, siempre enfermera, atendió un día a un aviador herido, quien debido a su mal, tenía permanentemente una erección; el pobre hombre entraba a cada momento en estado de coma, de manera que, ella, deseosa de ser madre sin depender de la “lujuria de un marido”, vio en aquel moribundo su mejor oportunidad; luego que ella maniobró encima del paciente, éste falleció.
Así, de manera inusual fue concebido Garp; ya desde entonces era diferente; y desde ese instante sabemos que la amenaza de muerte estará latente en él y en los suyos de forma extraordinaria. Esto funciona en el espectador como un elemento que incide en su atención; porque todos queremos que la muerte no agarre tan pronto al niño Garp, cuando nada en el mar y su madre le grita angustiada que no se adentre mucho en las aguas; cuando el perro del vecino lo ataca mientras juega con la vecinita al papá y a la mamá haciendo niños. Pero Garp sobrevive, crece y, aparte de ser un buen estudiante, es un buen atleta, el deporte fue un hábito que le inculcó su madre “para que no perdiera el tiempo pensando en la lujuria”. Contra los deseos de una madre como Kelly, el adolescente Garp se enamora de la hija del entrenador de lucha olímpica, Helen, una joven a quien lo único que le interesa es la literatura; y quien manifiesta la ilusión de casarse únicamente con un escritor, por lo que el muchacho decide convertirse en escritor.
Garp y su madre se mudan a Nueva York despidiéndose del pueblo natal de manera increíble: en un segundo enfrentamiento con el perro del vecino, Garp venga no sólo la herida sufrida en el pasado, sino la afrenta de una madre soltera ante la prepotencia de un hombre machista —el dueño del perro— y patéticamente simplón; Garp le arranca de una mordida la oreja al perro ante el desconcierto de sus dueños. Instalados en la capital, el hijo cumplirá su cometido, publicar su primera novela, e insólitamente la madre triunfa al publicar la historia de su vida, una novela llamada Sospechosa sexual, que es aclamada por las mujeres de todos los ámbitos y, por supuesto, por grupos feministas. T. S. Garp obtiene el éxito como autor pero éste siempre se verá opacado por el de la enfermera y ahora escritora y líder Kelly.
El ya hombre Garp consigue el amor de Helen, la pareja se casa y vive en paz en Nueva York con sus dos hijos, el junior Garp y el pequeño Walt; ella da clases de literatura en la universidad y él se dedica a escribir. Hasta este punto vemos ese espíritu romántico tanto en la historia como en sus personajes; éstos son seres temerosos de la soledad porque la han padecido; son susceptibles a la tristeza; alcanzan la “felicidad” a cambio de muchos sacrificios (¿quién no?); en un principio Kelly sacrifica la posibilidad de experimentar una vida “normal” en matrimonio, Garp sacrifica su destino por el amor de Hellen; posteriormente Kelly paga con su vida la fama creada y Garp y Helen pagan con la muerte de su hijo menor su egoísmo acérrimo,; el banal y cretino amante de Helen saldrá con su miembro mutilado a cambio de aferrarse a su “audacia”.
Lejos de caer en cursilerías, El mundo según Garp revaloriza la importancia del drama en la vida diaria, cuando el protagonista se acerca a Helen para recibir su opinión sobre su primera novela, ella llora desconsolada porque se trata de “una novela muy triste”. La película va acumulando hechos y circunstancias que en un momento determinado de la historia —la fatal consecuencia de la infidelidad que sufre la pareja— todo ese peso reflexivo estalla con igual eficacia en los personajes y en los espectadores, para poder decir cosas como éstas: que lance la primera carcajada quien esté libre de sentimientos.
El mundo según Garp es ese sermón que a todos nos hace falta en x momento de nuestras vidas, es un discurso moral y serio que, sin embargo, no está exento de verdaderas buenas intenciones, de ironías, de humor corrosivo incluso; y de amor, o mejor dicho, de una propuesta concreta sobre la búsqueda de la armonía en la vida de los seres humanos. Recordemos en esos términos, que Garp se moldea como un escritor porque es condición necesaria para obtener el amor de Helen; aquí la literatura no es un fin sino un medio, pero no un medio cualquiera, es un medio importantísimo; Kelly escribe para manifestar sus ideas, no para hallar la fama, y es que ¿cómo comunicarse con las masas sin literatura?
Kelly desea ser respetada como ser humano del sexo femenino, y logra tanto reconocimiento y respeto que muere en manos de una sociedad insensible y apática al cambio; Garp deja de escribir porque ya no siente esa necesidad, reconciliado con Helen la pareja se perdona y vuelve a la pequeña ciudad en donde él hará lo que en realidad quiso: instructor de lucha olímpica. Un día nuestro héroe sufre un infarto y es trasladado en helicóptero a un hospital especializado; entonces comprende que se está muriendo, pero ello no le impide darse cuenta que por fin está volando, y se alegra, sabe que su padre lo espera en el centro del sol, en el mismo punto donde el niño Garp dejó una vez inconclusa la historieta de si vida.