miércoles. 19.03.2025
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EL PARIETAL DE CHOMSKY (COMUNICACIÓN Y LENGUAJE)

Acercamientos al estudio del léxico

Gabriela Cortez Pérez

Acercamientos al estudio del léxico

Las investigaciones sobre la adquisición de la lengua materna han aumentado en las últimas décadas. Esto ha permitido una delimitación dentro de las mismas; hay quien se centra en el estudio de un nivel de la lengua y dentro de éste en un aspecto, pero será el conjunto sistematizado y estructurado lo que permitirá una planificación abarcadora de la enseñanza del español como lengua materna.

Si nos centramos en el nivel léxico, que es lo que pretende la presente investigación, las referencias se dividen en tres vertientes. La primera se ocupa de la adquisición de las primeras palabras durante la infancia; otra de la medición del léxico de los hablantes de todas las edades, es decir, del léxico fundamental; y la última trata aún de establecer cómo se estructura el léxico en la mente de los hablantes. Dos de éstas, la primera y la tercera, se ocupan tanto de comprensión como de producción del léxico, la segunda, únicamente de producción.

La adquisición léxica

La vertiente dedicada al estudio de la adquisición de la lengua y de las primeras palabras ha despertado el interés de varios especialistas. El sicólogo relaciona el desarrollo cognoscitivo y social con la adquisición de formas lingüísticas; el lingüista analiza cómo se van estructurando los primeros elementos gramaticales que conforman la producción; y es el sicolingüista el que ha tratado de conjuntar las disciplinas y teorías que establecen cómo el niño adquiere la lengua.

Gracias a la unificación de disciplinas se sabe que la adquisición de la lengua materna no sólo se hace a partir del contexto y de la predisposición innata que tiene el ser humano para el lenguaje, sino que intervienen diversos factores biológicos y físicos (el cerebro y las partes del cuerpo para la audición y la articulación), lingüísticos (la gramática mental) y extralingüísticos (el contexto en el que el niño aprende a comunicarse).

Lo que el niño hace al adquirir la lengua materna es ir conformando su gramática mental, es decir, adquiere los diversos niveles y categorías de la lengua para poder combinarlos, construir ésta como sistema y  producir el habla, lo cual va a hacer por etapas y estableciendo hipótesis que va a formular y a refirmar como teorías.

Inicia esto con la adquisición fonológica del sistema y se ve representado sobre todo en diversas etapas de producción como el balbuceo y de producción silábica, sigue la estructuración de la lengua con el desarrollo gramatical que incluye la etapa holofrástica, la de dos palabras y la telegráfica para culminar la primera parte de adquisición con el desarrollo semántico; es casi al final de estas etapas cuando el niño empieza a desarrollar la flexión morfológica de las palabras y su combinación en unidades gramaticales más grandes.

Las investigaciones con niños revelan las características universales de las primeras palabras y de las primeras oraciones. Cuando los niños empiezan a adquirir la gramática de su idioma, todos tienden a seguir a grosso modo el mismo camino. El desarrollo del lenguaje depende tanto de mecanismos innatos específicos del lenguaje, como de determinadas zonas cerebrales especializadas, y de otras propensiones infantiles más generales como su necesidad de crear sus lazos de apego con las personas que les cuidan. En este sentido el lenguaje es un logro fundamentado biológicamente que precisa de procesos sociales, cognitivos y afectivos.[1]

En lo referente al nivel que aquí interesa, el léxico, se ha postulado que los niños adquieren léxico a partir de las diferentes clases de palabras, primero sustantivos, seguido de verbos, con los que construyen frases y oraciones para después incorporar adjetivos y adverbios, éstos en menor cantidad, al igual que todos los modificadores, y al final se adquirirán las conjunciones y preposiciones que permitirán que produzcan sintagmas oracionales obedeciendo a la gramática de su lengua.

En lo que respecta a las grandes categorías léxicas, los primeros vocabularios producidos por niños exhiben una preponderancia de nombres, los que se utilizan típicamente para referirse a objetos que están en el entorno inmediato del niño (por ejemplo, mamá, papá, agua). Junto a estos nombres, a menudo los niños desarrollan rápidamente un pequeño número de verbos de ‘carácter general’. […] En las transcripciones de primeras emisiones infantiles hay también un reducido número de adjetivos (por ejemplo, malo, guapo) y adverbios (por ejemplo, dentro, debajo). [2]

No se puede determinar con exactitud la edad en la que se pueda afirmar que el sistema está ya adquirido, aunque se hace referencia a que las estructuras básicas para la comunicación están establecidas cerca de los doce años. En el caso de la adquisición léxica, se puede decir que ésta no se da sólo por el entorno y que la culminación de la instrucción formal tampoco, sino que continúa y es el nivel de la lengua que puede seguir conformándose, ya que siempre se puede seguir incorporando nuevo léxico.

 El desarrollo del léxico, tal como se ha visto, no es una tarea simple, sino que implica prácticamente todas las habilidades de los niños, desde las más elementales de tipo sensorio motriz, hasta las sociales y las cognitivas. Muchas de estas habilidades llegan pronto a su madurez, por ejemplo, las que dan soporte  al componente fonético  o a la estructura de la sintaxis; sin embargo, el componente léxico está abierto a un aprendizaje sin límites.[3]

Es así que la adquisición léxica se debe trabajar durante toda la vida académica de los alumnos, pero con un análisis de lo que saben en cantidad y calidad respecto al léxico de su lengua materna, para saber qué, cuándo, cuánto y cómo enseñar nuevas palabras a los alumnos y que éstos conformen un lexicón que realmente refleje una competencia léxica.

 

[1] Jean Berko y Nan Berstein Ratner, Psicolingüística, Mc Graw-Hill, Madrid, 1999, p. 423.

[2] Andrew Radford y otros, Introducción a la lingüística, Cambridge University Press, Madrid, 2000, p. 299.

[3] Miguel Serra y otros, La adquisición del lenguaje, Ariel, Barcelona, 2000, p. 275.