Milton y Satanás
La gran creación de John Milton es El Paraíso perdido. Por si fuera poco, sus aportaciones no quedan allí. También le debemos la condición humana y la condición satánica. Vencedor Dios a través de sus huestes, los derrotados se retiran a la Tierra y al Infierno. Milton muestra la derrota y los arrestos, la gallardía de Satanás. Defoe dice que el Diablo no es recluido de inmediato en el infierno, más bien lo señala como una figura envolvente en la ruta del hombre, alguien que da vueltas y vueltas en torno a la tierra, mientras el ser humano ha perdido su condición divina para forjar la propia y su camino. Allí está Dios, pero él no se muestra, Satanás sí. Desde luego, no son iguales y las condiciones de la batalla así lo indican, pero Belecebú cree que sí. En la derrota, el acongojado lector suele tener una oculta simpatía por ese ser que se levanta en armas y desafía al poderoso ansiando una vida nueva que sólo es posible sin la tiranía del vencedor. Y está la otra víctima, que se ha satanizado por la tentación de transgredir la prohibición, cuando Eva peca sólo de la misma mira de alturas que personificó Fausto.
El hombre y Satanás, por Milton son hechos personajes literarios, arrebatados de los discursos religiosos y teleológicos, para convertirse en furias dentro de un mundo contradictorio y desigual. Si el precio de la divinidad es la ignorancia y el sometimiento, algo tendrán que hacer este par de figuras para garantizarse el futuro. En esta obra, el autor nos entrega a figuras que, diseñadas para la moral, se convierten en fuerzas muy parecidas a las de cualquier hombre, sin olvidar el recio entramado social y moral en que se mueven los potenciales lectores. Milton no sabía que alguna vez habría lectores que negarían de manera radical el equilibrio de los isabelinos. Tachas 32 se acerca a Milton y a Satanás, se asoma a esta problemática a través de ensayos de Sara Andrade y Arely Alicia Valdés Rodríguez.
En poesía, Yarazel Carrillo oscila entre la conciencia y la desconciencia y pone a flotar enmedio su primera decadencia. Eduardo Santiago Rocha Orozco nos hace caminar tras las acciones de una enigmática pinza que seduce y suprime.
En Memorias del subdesarrollo Marcelino Díaz va en busca el diablo con cuerpo de mujer.
En El occipital de Einstein (Ciencia) Jesús Madrigal Melchor y Raúl Alberto Reyes Villagrana inician una nueva exposición a propósito de los Metamateriales.
El Parietal de Chomsky (comunicación y lenguaje) Gabriela Cortez Pérez relaciona el léxico con las funciones cerebrales.
En Un ratito de tenmeallá Juan Francisco Camacho Aguilar nos invita degustar Le conseguenze dell’amore de Paolo Sorrentino y Alejandro García comenta un libro de Leonardo Padura.
En Viborero también encontramos algunas apariciones diabólicas y de lo que el hombre tuvo que hacer tras abandonar El Paraíso Terrenal.