¿Tachas?

 

Del estado del Diablo y de su ejército de espíritus expulsados, después de su expulsión del Cielo y de su condición ambulante, hasta la época de la creación, con algunos otros absurdos de Milton acerca del asunto.

Después de haber dejado al Diablo y a sus innumerables Legiones al borde del abismo, debo antes de ponerlos en acción hacer algunas investigaciones acerca de la situación en que se encontraban sus asuntos inmediatamente después de su precipitada caída, y respecto del lugar a donde fueron a refugiarse; dos circunstancias tanto más necesarias a la Historia de Satanás cuanto que sin ellas sería incongruente e imperfecto cuanto pudiéramos decir de los demás.

En primer lugar debo exponer ciertos puntos fundamentales que creo poder probar, por lo menos históricamente, si no es también geográficamente, como ciertas personas han intentado hacer.

1. Siento el hecho de que Satanás no ha sido encerrado inmediatamente después de su Caída, e incluso que no lo está actualmente, en el Abismo de un Infierno local, tal como algunos Autores suponen y como sucederá al fin.

2. Si está encerrado en él tiene ciertas libertades de hacer excursiones por las Regiones del Aire, y determinadas esferas para obrar, en las cuales puede moverse y se mueve efectivamente para hacer, en verdadero Diablo, como lo que es, todo el mal que puede y del que vemos una infinidad de ejemplos, no solamente a nuestro alrededor, sino también dentro de nosotros mismos; y en esta ocasión examinaré, al hacer mis estudios, si el Diablo no está algunas veces en la mayor parte de nosotros, si no en todos nosotros, en determinado tiempo.

3. Que Satanás no tiene residencia particular en el Globo, o sobre la tierra que habitamos; que corretea a nuestro alrededor y que con sus Diablos forma una especie de Campo volante, que hace marchas y contramarchas sobre nuestro suelo; pero que ha hecho acampar el grueso de su Ejército en nuestras fronteras, que los Filósofos llaman Atmósfera, de donde procede el nombre de Príncipe de la Potestad de este Elemento, o de esta parte del Mundo que se llama Aire; que desde allí envía sus Agentes, sus Espías y sus Emisarios para conocer las noticias que ocurren y para llevar sus órdenes a sus fieles y amados Primos y Consejeros que están sobre la Tierra y que cuidan de sus asuntos e intereses en el Mundo.

Pero heme aquí de nuevo en discrepancia con Milton, que pretende que el diablo, inmediatamente después de su expulsión, ha sido precipitado en un Infierno local, y así propiamente dicho. Dice más, pues incluso mide la distancia que hay del Cielo a este Infierno o, por lo menos, señala el tiempo que es preciso, y lo fija en nueve días, para hacer este trayecto. ¡Bella imagen poética, pero que no está basada ni en la Escritura ni en la Filosofía! Del mismo modo podía haber llevado el Infierno hasta el mismo pie de las murallas del Cielo  para mejor recibir a estos fugitivos, o hubiera debido considerar el espacio que se puede conceder a una existencia local cualquiera que fuese la parte que hubiera querido tomar de la distancia infinita que existe entre el Cielo y el Infierno creado.

Pero suponiendo que este Infierno esté situado en el lugar que desea colocarlo el genio extraordinario de Milton, parece justa la travesía de nueve días que hay entre el Cielo y el Infierno; y el mal Rico podía, en este caso, ver al Padre Abraham y aun hablarle; pero entonces el gran abismo que este Patriarca le dice que hay entre ellos no parecerá tan largo como creemos, y así lo creen el Caballero Newton, el Doctor Halley, el Señor Whiston y otros de nuestros sabios.

Después de todo, y aun suponiendo que el trayecto sea de nueve días, según el pensamiento de nuestro Poeta, ¿qué ha sucedido? El Infierno dio un bostezo y abrió su espantosa boca para recibirlos a todos a la vez; se tragó, pues, millones y miles de millones, tantos como eran, de un solo trago y sin ninguna dificultad.

 

Facilis descendus averni, sed revocare gradum,
Hoc opus hic labor est…
Virgilio

 

Todo esto puede admitirse como una idea poética, pero no como un dato Histórico, pues entonces se encontrarían dificultades insuperables, por ejemplo: el Infierno está aquí supuesto en un lugar, y aun en un lugar creado para servir de tormento a los Ángeles y a los Hombres, y, en fin, creado mucho tiempo antes de que los primeros fuesen expulsados o que existiesen los últimos; lo que me lleva a decir que Milton era un buen Poeta, pero un mal Historiador; es cierto que Topheth había sido preparado hacía mucho tiempo, pero era para el Rey; es decir, para los que tuvieran la suerte de entrar en él; pero no podría inferirse de aquí que había sido preparado antes de que fuese seguro de si habría o no sujetos que lo mereciesen; de otro modo, habrían sido hechos por el glorioso y justo Creador de todas las cosas únicamente para perderlos, lo cual sería absurdo y ofendería a las buenas gentes.

Pero no es esto todo; agrega, en segundo lugar, que después de que el Infierno los recibió, se cerró tras ellos; es decir, que los englutió y cerró la boca; en una palabra, que quedaron encerrados y que la llave fue llevada al Cielo, en donde fue guardada; pues es sabido que el Ángel descendió del Cielo con la llave de los pozos del Altísimo; pero veamos primariamente lo que dice Milton:

 

Necesitan nueve días, al caer, contando bien
para llegar al sitio que debe atormentarles.
El caos, confundido, se estremece a su paso
y entre ellos sólo existe el desorden, la rabia.
Ellos, mientras el Infierno abre su antro terrible,
van a precipitarse en este lugar tenebroso,
para intentar evitar la cólera eterna,
que persigue vivamente a este Ejército infiel.

 

Verdad es que esta hipótesis defectuosa, por no decir absurda, y creo que lo es más que cualquiera de las otras que establece; ni Satanás, ni su Ejército de Diablos, ni siquiera uno solo, han sido encerrados aun en la prisión eterna, como parece por esta pasaje de la escritura que dice será guardado con cadenas de oscuridad. Había que tener una idea muy mezquina del Infierno, como de una prisión local, para decir que el Diablo la ha podido forzar, que ha podido romper sus hierros y que se ha libertado, suponiendo que haya sido encerrado alguna vez, como pretende Milton. Se sabe que actualmente está en libertad, que se ha presentado ante Dios, entre sus vecinos, en la época que se refiere a la situación de Job; además, es evidente que su prisión era muy extensa, por la respuesta que da a Dios cuando le pregunta: ¿De dónde vienes?, a lo que Satanás respondió: De rodear la tierra y de andar por ella. Si es, pues, seguro que el Infierno se cerró sobre ellos, ¿qué han hecho para salir de él? ¿Por qué, entonces, no fue dictada una proclama para volverlos a detener, como se hace de ordinario cuando algunos ladrones fuerzan su prisión?

En una palabra, hay más verosimilitud que el verdadero relato de las circunstancias del Diablo, desde su Caída y su Expulsión del Cielo, y es tal como voy a decir: Tiene más de Vagabundo que de  prisionero; ruedan por el vacío inmenso e inhabitado él y sus Legiones, semejantes a las Hordas de Tartaria, que van de un lado a otro en los desiertos de Karakathay, de Kazan y de Astracán y campan por donde les parece bien; digo que Satanás y sus innumerables Legiones ruedan por todas partes, semejantes a las Arpías; acampan en los lugares donde mayor botín pude hacerse, vigilan este Mundo y quizá todos los otros suponiendo que, efectivamente, haya otros; digo que vigilan y buscan a quien poder devorar; es decir, a quien poder engañar o seducir y destruir por completo, pues poner a uno de vuelta y media no sabrían hacerlo.

Si, pues, Satanás está así condenado a una vida vagabunda y a un estado ambulante, no tiene mansión fija. Pues aunque en virtud de su naturaleza angélica tenga una especie de Imperio en el Vacío líquido que llamamos Aire, es para él una especie de castigo tener que revolotear continuamente sobre este Globo terrestre que habitamos; es verdad que están llenos de rabia y de envidia hacia el bienhechor del Hombre, su rival, y que busca toda clase de medios para hacerle daño y destruirle; pero al mismo tiempo tiene la mortificación de ver que su poder está extremadamente limitado. He aquí cuál es su condición actual: no tiene residencia fija, ni lugar fijo, ni siquiera un espacio donde reposar las plantas de sus pies.

Después de su expulsión, creo que la primera cosa que le produjo horror fue volver la vista al Cielo, de donde acababa de ser arrojado, y comprobar que la abertura o brecha que había sido practicada en la muralla de aquel lugar Santo para expulsarle con violencia había sido ya reparada; que los cercenamientos estaban rehechos, que los muros estaban custodiados por millones de Ángeles y provistos de Rayos y que, en fin, eran formidables por la Gloria de Dios que los había arrojado de su presencia, según la Obra poética a que nos hemos referido poco antes.

No hay, pues, que extrañarse si después de esta visión estos Rebeldes han huido hasta hallar un lugar de tinieblas que los ocultaba, suponiendo que esto fuera posible, y que les alejaba de la vista de un espectáculo tan horrible para ellos.

Es cierto que cuando encontraron semejante lugar, acamparon en él por primera vez, y que después de varias tristes reflexiones sobre lo que acababa de suceder, comenzaron a pensar un poco en el porvenir.

Si yo tuviera tanta amistad con la persona del diablo como el asunto requiere y pudiera contar la verdad de sus respuestas, le preguntaría en primer término qué medidas adoptaron en su primera reunión; en segundo lugar, cuál ha sido su ocupación durante el largo espacio de tiempo que ha transcurrido desde que huyeron de la presencia del Conquistador Todopoderoso hasta la Creación del Hombre. Por lo que se refiere a la duración de este lapso, mi curiosidad no me lleva a molestarme en el asunto; hay, sin embargo, sabios que dicen que ha sido de veinte mil años, y otros que sostienen que solamente ha sido de cinco mil; sea lo que sea, es cierto que ha transcurrido un tiempo considerable entre estos dos Acontecimientos. Hablaremos de ello un instante; primeramente veamos en qué se han ocupado durante todo ese tiempo.

Como el Diablo y su Ejército no fueron encerrados estrechamente cuando fueron arrojados del Cielo, es necesario que estén en alguna parte. Satanás y sus Legiones no perdieron por ellos su existencia Diabólica. Dios prefirió conservarles el Ser a aniquilarlos. No ha sido sólo Milton quien lo ha dicho; Dios mismo nos ha dejado por escrito la Historia; y esto es confirmado por otras diversas expresiones de la Escritura y particularmente por la historia de Job, de la que acabamos de hablar, lo mismo que lo que ha sucedido en tiempos de Nuestro Salvador, y en otros varios sitios.

Si no es verdad que el Infierno los ha tragado inmediatamente después de su caída, como nuestro Poeta lo da a entender, es cierto que huyeron a algún sitio, lejos de la Cólera del Cielo y de la presencia del Vengador; y no hay que dudar de que la privación de esta presencia y el sentimiento de su crimen eran ya un infierno por donde quiera que fuesen.

No tenemos necesidad de recurrir a los sueños de nuestros Astrónomos, que torturan su imaginación para llenar con un número infinito de Mundos habitables los vastos espacios de los cielos estrellados, admitiendo tantos Sistemas solares como estrellas fijas hay, no solamente en las constelaciones conocidas, sino también en la Vía Láctea, hasta que acuerden un determinado número de planetas para cada uno de esos sistemas, y a cada uno de esos planetas tantos Satélites y Lunas, que ellos miran como otros tantos Mundos o cuerpos sólidos, oscuros opacos, habitables y, si debemos creerlos, habitados definitivamente por animales o criaturas razonables semejantes a las que viven en la tierra. A poca costa podrían encontrar bastantes sitios para situar en ellos al Diablo y a todos sus Ángeles sin que fuera necesario hacerles expresamente un Infierno; creo, incluso, que podrían encontrar un Mundo para cada Diablo de los que forman este Ejército rebelde; de modo que cada uno podría ser separadamente un Monarca y un Maestre-Diablo en su Esfera o en su Mundo para ejercer allí sus astucias diabólicas.

Si esto fuera así, no se podría negar que habría bastante con un Diablo en un Mundo entero, capaz, si estaba en libertad, de causar estragos suficientes para arruinar y derribar a todos sus Habitantes.

Pero ya digo que no tenemos necesidad de recurrir a estos expedientes ni de consultar a los Astrónomos sobre la decisión de este asunto, porque a cualquier parte que hayan ido Satanás y su ejército vencido después de su expulsión, no ha podido ser a ninguna de esas Estrellas fijas, de esos Planetas, o de esos Mundos, como se los quiera llamar, porque todavía no existía ninguno, ya que el principio, tomado en el sentido de la Escritura, no había comenzado aún.

Pero para hablar según las reglas de la Filosofía, es decir, de un modo inteligible, aun al tratar de cosas que nosotros mismos no entendemos perfectamente; aunque no fue en el origen de los tiempos cuando fue formada toda esta gloriosa Creación, quiero decir la Tierra, los Cielos estrellados y todas las cosas que les sirven de ornamentos, y hubo un tiempo en que los Seres no existían, no podría decirse lo mismo del Vacío sin nombre, que hoy puede ser llamado el lugar donde fueron situados esos gloriosos Cuerpos. Hay que suponer que el inmenso espacio que ocupan, y en el cual se mueven ahora, estaba ya en el mismo sitio. Por la misma razón que es preciso que Dios existiera antes de que hubiera Ser, Tiempo, Lugar, era también necesario que el Cielo de los Cielos y el lugar donde los Trinos y los Dominios de su reino estaban entonces, de un modo inefable e inconcebible, existieran antes que los gloriosos Serafines, esta compañía innumerable de Ángeles que rodeaban el Trono de Dios; el lugar, repito, existía antes que ellos, y Dios, muchísimo tiempo antes.

Es seguro que fue a este Vacío o a este Abismo de la Nada, por inmenso, por infinito, e incluso por inconcebible que fuera a estos Espíritus, adonde fueron a refugiarse después de ser precipitados del Cielo, y en donde se salvaron como pudieron.

Allí fue donde, desplegando las alas que les prestaban el Miedo y el Horror que sentían por su derrota, volaron precipitadamente a la mayor distancia para evitar la presencia de Dios, que se había convertido en su Vencedor y en su más formidable Enemigo mientras que antes era el único objeto de su gloria y de su alegría.

Por mucha que fuera esta distancia infinita, es seguro que a ella se retirara Satanás con toda su Tropa, con todo su Ejército innumerable, aunque vencido.

Allí habría podido Milton, con razón, formar su Pandemónium; allí debía reunir a los Diablos para decidir lo que debían hacer, y para examinar si no había medio de renovar la guerra o para continuar su Rebelión. Pero aunque hubieran sido precipitados desde luego en el Infierno y hubieran sido encerrados en él, o los Pozos del abismo se hubieran cerrado sobre ellos y hubiera sido llevada al cielo la llave para ser guardada, como afirma Milton en parte, y la Escritura asegura, el Diablo no hubiera sido tan simple que pensara en las medidas convenientes para restablecer sus asuntos; en ese caso habría sido ridículo que convocara un Pandemónium o un Diván infernal para deliberar sobre ellos.

Toda la Hipótesis de Milton con referencia a la conducta de Satanás desde entonces, ni las expresiones de la Escritura tocante al Diablo y su numerosos séquito y respecto a lo que ha hecho, no obligan a creer que los Diablos hayan sido encerrados en su eterna prisión inmediatamente después de la expulsión. Por el contrario, puede inferirse que se hallaban en libertad para obrar, aunque estuvieran limitados sus actos. Pero ya hablaré de ello más extensamente a su tiempo.

Daniel Defoe