Somos palabras
Citlalli Luna Quintana
1. Las palabras y el hombre: creación y omisión del mundo
Poesía eres tú
Bécquer
El hombre está hecho de palabras: los dedos escupen metáforas, los ojos decantan monosílabos con brillo a punto de caducar, las piernas dejan letras tras su andar, las plantas de los pies se contaminan con barbarismos y mala ortografía. ¿Qué es el mundo sino palabras? Ojalá todo el asfalto fuera de la misma complejidad sintáctica, las escaleras que llevan al cielo no tuvieran como soporte puntos suspensivos y el amor no se escribiera entre paréntesis.
“La realidad del hombre sólo puede expresarse con palabras”[1], de ellas está construida y sin embargo, siempre escapa un pequeño rincón al nombramiento y descripción del entorno, en ocasiones se considera que se ha dicho ya todo, de la mejor manera, con los adjetivos precisos, los más convenientes, es justo ésa la mejor característica de la palabra: no se puede asir del todo. El hombre, por más docto que sea, siempre estará falto de palabras, tendrá entre la punta de la pluma y la hoja en blanco un fatal abismo.
Octavio Paz afirma que la vida de los hombres está sujeta a las palabras, son inseparables, son su mejor mano, su retina menos desgastada, el pie que lo detiene mientras el otro cojea, no son instrumento de comunicación, ni herramienta para amoríos, las palabras son esencia. Crisis y avance de la humanidad dependen del lenguaje: “no sabemos en dónde empieza el mal, si en las palabras o en las cosas, pero cuando las palabras se corrompen y los significados se vuelven inciertos, el sentido de nuestros actos y de nuestras obras también es inseguro. Las cosas se apoyan en sus nombres y viceversa”[2]. Toda luz proviene de ellas, de su correcto uso, del grado de fe que se les adjudique. La actitud del hombre ante el lenguaje —dice Paz— es la confianza en que el signo y el objeto representado es lo mismo, después de todo, hablar también es un acto de fe.
Lo primero que hace el hombre frente a una realidad desconocida es nombrarla, bautizarla. Lo que ignoramos es lo innombrado. Todo aprendizaje principia como enseñanza de los verdaderos nombres de las cosas y termina con la revelación de la palabra-llave que nos abrirá las puertas del saber. O con la confesión de ignorancia: el silencio. Y aun el silencio dice algo, pues está preñado de signos, No podemos escapar del lenguaje.[3]
El lenguaje, la palabra sobre todo, tiene una doble característica, es el blanco y el negro: en ellas están colocadas las más grandes aspiraciones de los hombres, la soberbia de intentar nombrar las cosas, la ingenuidad de tratar de asir lo que le rodea, la satisfacción de la comprensión efímera y por otro lado, son las que condenan a un mundo normado por la necesidad de los nombres, las que metamorfosean su significado cual oruga que se convierte en mariposa, son abanico que esconden sonrisa, coqueteo, perdición y abismo.
El lenguaje es poesía en estado natural. Cada palabra o grupo de palabras es una metáfora. Y asimismo es un instrumento mágico, esto es, algo susceptible de cambiarse en otra cosa y de transmutar aquello que toca (…). La palabra es un símbolo que emite símbolos. El hombre es hombre gracias al lenguaje, gracias a la metáfora original que lo hizo ser otro, lo separó del mundo natural. El hombre es un ser que se ha creado a sí mismo al crear un lenguaje. Por la palabra, el hombre es una metáfora de sí mismo. [4]
En ocasiones se rodea de banalidades, se emperifolla de tecnología y orgasmos baratos, muchas veces se deja de lado la importancia del lenguaje, las palabras se prostituyen, se usan como las manos que avanzan, los ojos que callan, el oído ciego, la lengua inmóvil. Damos por hecho que son parte de nosotros, se omite la reflexión hacia su cuidado, su preservación y recreación.
Poco queda decir, después de la aseveración de Paz, ¿es pues, el hombre, poesía en su estado innato? ¿Por qué ya no somos poema? Regresemos al símil y a la elipsis, que el oxímoron sea parte del camino recorrido. Demos a los hombres la libertad del verso y la opción de la métrica, que los guiones se conviertan en puentes y los paréntesis en secretos, que la O sea un transporte y la S una resbaladilla, que sean las comas y los puntos los que terminen nuestras historias. Necesitamos volver a ser poesía.
II. Poesía y Palabras: ser y temer ser
¿Qué es poesía?
Bécquer
Quisiera poseerla, sentirla recorrer mis venas, llenar cada vacío de mi existencia, embriagarme con su perfume, saborearla en los labios y aceptar de una vez por todas que siempre me robará el aliento. En definitiva quiero poseerla: quitarle los artículos, los acentos y las comas, desgarrar los renglones con los dientes, aplastar la B con los LaBios, rozar con la lengua el punto de la i, perderme entre la S, ahogarme en la O. Quiero quitarle todo a la poesía y llevarla al punto máximo de la expresión de las ideas, hacer de ella un aquí y ahora, un inhalar y exhalar…
La poesía es conocimiento, salvación, poder, abandono. Operación capaz de cambiar al mundo, la actividad poética es revolucionaria por naturaleza; ejercicio espiritual, es un método de liberación interior. La poesía revela este mundo; crea otro. Pan de los elegidos; alimento maldito. Aísla; une. Invitación al viaje; regreso a la tierra natal. Inspiración, respiración, ejercicio muscular. Plegaria al vacío, diálogo con la ausencia: el tedio, la angustia la desesperación la alimentan. Oración, letanía, epifanía, presencia. Exorcismo, conjuro, magia. Sublimación, compensación, condensación del inconsciente. Expresión histórica de razas, naciones, clases. Niega a la historia: en su seno se resuelven todos los conflictos objetivos y el hombre adquiere al fin conciencia de ser algo más que tránsito. Experiencia, sentimiento, emoción, intuición, pensamiento no-dirigido. Hija del azar; fruto del cálculo. Arte de hablar en una forma superior; lenguaje primitivo. Obediencia a las reglas; creación de otras. Imitación de los antiguos, copia de lo real, copia de una copia de la Idea. Locura, éxtasis, logos. Regreso a la infancia, coito, nostalgia del paraíso, del infierno, del limbo. Juego, trabajo, actividad ascética. Confesión. Experiencia innata. Visión, música, símbolo. Analogía: el poeta es un caracol en donde resuena la música del mundo y metros y rimas no son sino correspondencias, ecos de la armonía universal. Enseñanza, moral, ejemplo. Revelación, danza, diálogo, monólogo. Voz del pueblo, lengua de los escogidos, palabra del solitario. Pura e impura, sagrada y maldita, popular y minoritaria, colectiva y personal, desnuda y vestida, hablada, pintada, escrita, ostenta todos los rostros pero hay quien afirma que no posee ninguno: el poema es una careta que oculta el vacío.[5]
La poesía es esencia, aquello que nos permite seguir respirando, pocos son los rincones del hombre que quedan sin poesía después de la cita anterior, la más corta y la más basta, Paz acorrala la definición en unos cuantos renglones, son las palabras y la poesía lo que forman al hombre. La poesía es esa necesidad de decir algo, de gritar sobre la hoja en blanco, de llorar con tinta.
El poema es el envase donde se reúne lo poético, aunque no todo poema tiene poesía. Cada creación –como los hombres (discúlpeseme la trillada frase)- es única e irrepetible.
Para María Zambrano “la poesía es huida y busca, requerimiento y espanto; un ir y volver, un llamar para rehuir; una angustia sin límites y un amor extendido.”[6] Mientras que Paz argumenta que la poesía es todo aquello que rodea al hombre, cada poro, cada ausencia, el miedo y la alegría, ese arriesgarse, aventarse al vacío, porque es lo que es el hombre, para Zambrano, la poesía es un estira y afloja, ella está consciente de que a través de ésta el hombre no se poseerá a sí mismo, porque – a diferencia de los filósofos- los poetas saben que sólo podemos poseernos a través de otra cosa, como un reflejo, asir a través de un espejo, la poesía según Zambrano es ese arriesgarse precavido, para conocerse, para asir lo que el hombre es.
“Porque hay presencias que no pueden descender en lo que está poblado por otras… Desierto, vacío; porque sólo cuando esa presencia llegue, llegarán con ella todas las demás; sólo con su plenitud y luz, cobrarán cuerpo y sentido las cosas. Porque a nada se llega por uno mismo.”[7] En esta cita se puede observar el uso, la poesía sirve también para llenar al hombre, para darle luz y permitir que vea su reflejo.
Se puede concluir en este pequeño análisis que el hombre respira a través de las palabras, la poesía es su aliento, aquello que hace que la sangre corra en cada una de las venas, lo que ayuda a llenar el vacío – el de ser o el de no ser-. El hombre es un depositario de metáforas, listo para la creación de un verso. La humanidad es un poema no escrito, atado, libre, silencioso, a gritos. Somos, tal vez, el primer poema de un principiante, con constantes borrones, con los acentos mal puestos y la métrica errónea.
Somos metáforas, barbarismos, faltas de ortografía, literatura, acentos, ritmo, signos con o sin admiración, versos mal pronunciados, versos que cautivan, versos no escritos, retórica aún no pensada. Somos. Somos palabras.
[1] Octavio Paz, El arco y la lira, FCE, México, pág. 30
[2] Ibid., p. 29
[3] Ibid. pp.31-32.
[4] Ibid. p. 34.
[5] Ibid., p. 13.
[6] María Zambrano, Filosofía y Poesía, FCE, 2001, México, p. 107.
[7] Ibid. p. 108.