martes. 16.04.2024
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De Trincas, Troyas y Anexas | Letras de Irapuato

Edgard Cardoza Bravo

De Trincas, Troyas y Anexas | Letras de Irapuato

Se dice que Irapuato es esencialmente tierra de pintores. Lo atestiguan las firmas Almaraz, Zárate, González, Montes, Jazzamoart, las más conocidas de un vastísimo palmarés de artistas plásticos. En lo literario (con la sola excepción de la sonetista María Antonieta Muñiz) no hay tradición local a la que asirse. El caprichoso destino no premió a esta ciudad con el nacimiento de ningún Efraín Huerta o Efrén Hernández que instaurara tal tradición. El despertar de las letras irapuatenses data apenas de 1985 con la apertura del taller literario coordinado por el hoy Doctor en Lingüística Alejandro García, proveniente a su vez del movimiento de talleres literarios iniciado en 1974 por el ecuatoriano Miguel Donoso Pareja, en la ciudad de San Luis Potosí. Como sucede hasta la fecha con la población de los talleres, éramos un reducidísimo grupo de escritores en ciernes. No más de ocho pelones, recuerdo, además de algunos asistentes ocasionales provenientes de Celaya y Salamanca. Aquí hicieron sus pininos, por ejemplo, los poetas Gerardo Sánchez y el después ganador del Premio Nacional de Poesía Aguascalientes, Baudelio Camarillo.

   Alejandro García nos enseñó la disciplina con que debe ser enfrentado el oficio de escritor, pero nos enseñó sobre todo a ser humildes ante la conquista de un buen texto, a ser pacientes en la espera del reconocimiento a nuestra obra (que en uno de esos avatares de la vida, tal vez no llegaría nunca), a no echar las campanas al vuelo por un puñado de letras que finalmente devoraría el tiempo o la indiferencia lectora. Que había que escribir mucho. Y escribir mucho y bien, para merecer ser publicados. Lamentablemente, la dinámica de los talleres literarios ha cambiado y ahora los tallerantes aprenden a posar y a publicar, antes de aprender a escribir (Benjamín Valdivia dixit). Ah qué tiempos aquellos señor don Simón.

   La mayoría de los autores presentes en esta brevísima antología son poetas, y proceden –ya sea de manera directa o por derivación– de aquel primer esfuerzo de formación de escritores de hace casi treinta años. El formato de taller es el mismo; la afición al chorizo sobrecondimentado y a la fresa simplona es la misma. Han cambiado los actores, la gola y el entripado. 

Edgard Cardoza Bravo, editor invitado