viernes. 19.04.2024
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Cinismo

Jimmy Espinoza

Un hombre andaba una y otra vez alrededor del parque “Milenio” en Venezuela, parecía fluctuante, su andar era perfecto, en espiral. El ADN, el universo, y tal vez la misma vida recorría ese mismo transitar.

El tópico en su figura retorcida, entre otras era: La vida es para… ser tomada en serio, en chacota, ser reflexivo, feliz, esclavo de la religión, tomar como bandera el sexo, probar la totalidad de las satisfacciones, reprimirlas, encontrar nuevas, o como prototipo mexicano: “dejar pasar la vida para encontrarnos con lo que tuvo que ser; debió ser así”.

Ya lo había dicho Sigmund Freud, para ser feliz era necesario parecer o ser un idiota. El genio debe volver a su andar del gen en su ADN. Es demasiada la actividad cíclica o quizá, mejor es decir, actividad en espiral y reprochar eternamente la banalidad generadora de estupidez.

Cómo aplaudir la obscenidad abyecta del prójimo, cómo soportar la impudicia y mediocridad del hermano, cómo recriminar la aparente y constitucional ley de la igualdad “todos somos iguales” ante la premisa todos somos individuales, especiales, necesarios, claro,  IGUAL QUE TODOS.

Ese hombre soy yo, Ismael, con una y mil razones para odiar y muy pocas para amar.  Aunque amar es un término muy pesado por ser de nivel ontológico, infinito, constante; y por tanto, eterno no era un término que fuera imperativo, Ismael es un hombre, finito, óntico, precario, ambiguo, demasiado real para ese idealismo absoluto.

Qué decir del Ser, Dios, Absoluto, arjé. Demasiada lluvia para una bacteria, una gota de su existencia laceraría su infinita poquedad.

La soberbia del hombre estúpido… eso es realmente lo incomprensible para Ismael.  La verdad absoluta alcanzada por el anodino, trivial, nimio, fútil hombre, que abarca casi la totalidad de la población, el hombre es esclavo de lo que habla y amo de lo que calla, freudiana sentencia que evoca a Lao Tsé, pues el que sabe no habla, el que habla no sabe, el sabio dice más cuando calla que el necio cuando habla.

_ Pero si todo el mundo se regodea hablando, qué le diré a quien esté a mi lado, con qué terquedad amenizaré su canto. Para qué fingir vanidad con un trozo de bazofia ante quien nunca sabrá del Nihilismo, dialéctica de la historia o un devenir heracliteano; qué le diré a mi futura amante, cómo recitaré versos sordos y cantos sin melodía. Un estulto pasatiempo es el socializar con el vulgar  poseedor de su estulticia magnánima, mi tiempo no ha llegado, me declaro postmortem.

_ El viento sentirá la brisa del amanecer cuando el vacío sepa que está realmente desocupado. ¡Cuánto duele la finitud!

Jimmy Espinoza
Licenciado en Filosofía por la Universidad de Guanajuato. Músico y poeta. Se desempeña como docente en la Universidad del Centro de México.