¿TACHAS?
Los indígenas se mencionan dentro del discurso político mexicano a menudo como parte de expresiones tan poco claras como “comunidades(es) indígena(s)”, “población indígena”, “zonas indígenas” o “pueblos indígenas” e incluso “hermano/-as indígenas” si el miembro del Parlamento es indígena.
Los contextos de referencia a los indígenas, generalmente estereotipados, del discurso político mexicano son los siguientes:
+Son pobres, pasan hambre y viven en la miseria desde hace siglos.
+Son analfabetos pero hablan sus lenguas propias.
+Están marginados, oprimidos y discriminados.
+Debemos ayudarles, asistirles y “animarles”.
+Se han levantado (ahora, en Chiapas) contra estas condiciones.
+Sus demandas están justificadas.
+Cualquier intento de reforma debería tener en cuenta a la población indígena.
+Sólo tendremos paz cuando las demandas legítimas de los pueblos indígenas se cumplan.
+Necesitan tierra, salud, educación.
+Viven en el campo como campesinos.
+Necesitan su propia organización y gobierno.
Este sumario de tópicos abarca aproximadamente 1 000 usos del término “indígena”. El análisis de la palabra “indio(s)”, mucho menos frecuente en la década de 1990, no altera este sumario de contextos típicos de uso. Se utiliza también entre los propios indígenas, en el compuesto “pueblos indios”, para designar a la “población indígena” (no los “poblados indígenas”).
Como ya hemos observado en repetidas ocasiones, el discurso político oficial sobre los indígenas de México (o de cualquier otro país de Latinoamérica) es, por lo general, políticamente correcto, pero se basa en una imagen estereotipada que no ha evolucionado. Al margen de la usual retórica paternalista no he encontrado, en los debates parlamentarios, ninguna expresión abiertamente racista aunque eso tampoco garantiza que las leyes y la política favorezcan necesariamente a la población indígena. Al contrario, su situación de pobreza permanente, y finalmente la revuelta zapatista, demuestran que incluso en el ámbito político las cartas no están a su favor. No hace falta utilizar un discurso abiertamente racista para, simplemente, ignorar a la población indígena. El discurso retóricamente positivo, salvo cuando lo emplean los delegados indígenas, no implica necesariamente políticas favorables para unos u otros (“nuestros indios”).
Teun A. Van Dijk