Es lo Cotidiano

Tres tigres en Babel

Édgard Cardoza Bravo

Tres tigres en Babel

¡Torres de Dios! ¡poetas!
¡Pararrayos celestes!

Rubén Darío

Antes, el poeta era un músico
que daba saltos frente a la orquesta...

Nicolás Guillén

Y el clarín de babel
 pida nácar
...por la joya al infinito...
...Tralalí...

Vicente Huidobro

 

Tralalí Huidobro tralalí,
tras la á Darío tras la á,
Sóngoro Cosongo Nicolás.

Así aprendí poesía, tralalí,
siguiendo los sonidos de la í,
hurgando en los pantanos de la a,
eruptando las óes
Nicolás.

Porque mira,
Darío tralalá,
la palabra certera es de Mambrú:
el lenguaje es combate de marfil
por los acantilados del humor.

Si te faltan palabras,
Nicolás,
vas y buscas y encuentras el Guillén
que te sopla en la risa su rubor
y tienes para entonces cien por cien
de todo lo que en ritmos hace bien.

Y el nombrado Darío
en clave “azul”
era sólo un García de papel
que llevaba escondido en su anaquel
las letras derrumbadas de Babel
que cayeron al piso en tiempo aquel
sólo porque el señor del Montresol,
el feroz eternauta,
el Altazor de todos los espacios,
hasta el del corazón y el de los huesos
y el de la débil carne,
el gran señor feudal del firmamento,
bello como un ombligo,
pero con poca risa en el nombrar,
vio pentateucamente
que el lenguaje risueño:
de locos es,
de atar.
  
Los dejo con Huidobro
lunatando,
montañendo urularios tralalíes.

Y que Dios los perdone,
amados mitradentes:
flotan en un ladrillo de Babel.