lunes. 13.01.2025
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LA PATADA ESCRITA

Jorge González: El futbol convertido en magia

Pablo E. Montes Palomares

Jorge González: El futbol convertido en magia

[…] demostrar ser el más grande y optar, no por la gloria de la fama y la opulencia, sino por la memoria de la gente más sencilla. Y hacerlo por medio del respeto al sentido lúdico del deporte.

Jorge Castellón

 

 

Roque Dalton, poeta salvadoreño, afirmaba en su poema Los Locos la idea de que a los faltos de raciocino o conciencia no les quedan bien los nombres, olvidan los cánones sociales más básicos y optan por actuar de manera extravagante como si fuera lo más común. En ese mismo “Valle de las Hamacas” donde nació Roque, la tierra arrojó un 13 de marzo de 1958 a otro maniático: Jorge Alberto González Barillas, mejor conocido como el Mágico.

En un país donde se sobrevive a pesar de la política corrupta que arrastró al pueblo salvadoreño a una sufrida Guerra Civil, cuyas consecuencias llevaron a miles de migrantes a un ir y venir montados en una bestia, en ese diminuto pedazo de tierra que alguna vez llamaron “El Pulgarcito de América”, donde se está más acostumbrado a las desgracias, es muy común oír hablar de las hazañas de un cuasi héroe épico que regaló muchísimas alegrías a su pueblo en tiempos de guerra.

Sí bien, las circunstancias sociales en El Salvador y particularmente en su capital San Salvador, siempre han sido un referente de la pobreza mundial, podría ser ésta última una condicionante para que ciertas figuras destaquen en un ambiente poco probable y pese a ello, muchas veces de la misma pobreza así como las circunstancias que la rodean, emergen individualidades que se identifican con sectores específicos, causando un impacto tan fuerte que logran convertirse en símbolos nacionales.

Así pues, este escenario está reservado sólo para algunos cuantos, pues la sociedad salvadoreña está tan estratificada que no toda persona que destaque más allá de sus fronteras, puede ser considerada como símbolo nacional. Geovani Galeas, escritor salvadoreño, aborda el tema diciendo que para admirar a Monseñor Romero o a Roque Dalton se tiene que ser de izquierda, ya que a la derecha no le importa la poesía ni ser comunista; asimismo para admirar a Francisco Gavidia primero hay que saber leer y luego casi ser un erudito; pero para identificarse con Jorge Mágico González:

[no] necesitas ni siquiera tener televisor, ni siquiera ir al estadio, sólo tener un radio de dos bandas, el que tienen todos los campesinos, hasta el más pobre. ¿Cuánta emoción cabe en un estadio? Nunca ningún recital de poesía, ninguna exposición artística, ningún concierto, ni película va a convocar la emoción que convoca un estadio, jamás. (1)

Así pues, un país que no estaba acostumbrado a los reflectores de la elite mundial del futbol , de pronto tuvo que ser ubicado en el mapa y aunque ya se sabía de la existencia del continente desde los tiempos de Colón, los peninsulares redescubren en los 1980 que existía Centroamérica, y justo de ahí provenía ese loco que llegó como mago para convertirse a punta de patadas, regates y amagues en la magia misma.

Los tiempos del futbol  que le tocó recorrer al Mágico no fueron los más fáciles. La masificación del deporte ya era evidente, pero no tanto su mercantilización. Los jugadores profesionales comenzaban a dispararse como productos de mercado y los clubes explotaban sus imágenes para obtener ingresos extras. Eran los mismos tiempos de Alberto Tarantini, Daniel Pasarella y Diego Armando Maradona, a quienes llovieron ofertas de clubes mundialmente famosos después de la Copa de 1982, al igual que al Mágico, quien sería ubicado por la prensa internacional para jugar por el Paris Saint Germain en ese mismo año.

Pero la sorpresa caló hondo en las estructuras de los grandes clubes europeos, cuando se dio a conocer que Mágico había decidido firmar por un humilde y recién ascendido equipo de Andalucía, el Cádiz Club de Futbol , afianzado en el tómbolo gaditano, esa histórica ciudad que algunos llaman “La Tacita de Plata”. En ese momento resultó extraña tal decisión, pero toda duda comenzó a dilucidarse cuando la personalidad de Jorge salió a relucir:

 

[…]de una manera absurda y desquiciada, pero certera y cuerda a la vez, reivindica la dignidad del deportista al escapar – a su manera- del mercado de la oferta y la demanda, y posicionarse en su voluntad propia de jugar por el placer de jugar. A los centenares de deportistas que se arrojan al capitalismo del futbol moderno, Jorge se opone - júzguese la manera en que lo hizo como quiera juzgarse-, con la alegría genuina de quien disfruta lo que hace por la cosa misma de su hacer, y con ello se resiste a vincular cosas contrapuestas: juego y dinero; diversión y poder. (2)

 Mágico se negó, tal vez de manera inconsciente, a acatar los cánones establecidos que debería seguir un profesional del balón. Se cuenta que nunca llegaba temprano a los entrenamientos e incluso se ausentaba totalmente de ellos, también se le podía ver durante las madrugadas en los bares o deambulando por las calles de Cádiz a pesar de tener algún partido programado en cuestión de horas. Todo ello se le recriminaba y pese a los castigos impuestos, cuando saltaba a la cancha brotaba la magia de sus botines y la afición gaditana se rendía ante él.

Las actuaciones magistrales del enclenque salvadoreño no eran acordes con su conducta inapropiada y parecía que no atendían a las leyes de la lógica. Sin embargo sus dotes lo instalaban en la órbita del Barcelona o Atlético de Madrid, clubes italianos preguntaban por sus servicios e incluso la directiva del Cádiz recibía emisarios de Inglaterra para seducirlos con jugosas ofertas, pero el Mágico no sucumbió ante los halagos, y su amor por los colores amarillos fue más grande. Dicho raciocinio solo pudo entenderse cuando se le escucho decir:

Sé que soy un irresponsable y un mal profesional, y puede que esté desaprovechando la oportunidad de mi vida. Lo sé, pero tengo una tontería en el coco: no me gusta tomarme el futbol  como un trabajo. Si lo hiciera no sería yo. Sólo juego por divertirme. (3)

Después de una primera etapa en la bahía cadista (1982-1985), deambuló durante una temporada por un desangelado Valladolid, en el que no pudo enamorarse como lo hizo en Cádiz, a donde regresó por unos años (1986-1991) sólo para confirmar su proeza. Posteriormente regresaría a El Salvador para cumplir una tarea pendiente, hacer campeón al equipo que lo proyectó al mundo, el Club Deportivo FAS, donde jugaría durante 9 años más.

La leyenda del Mágico raya los límites de la locura. Su genialidad se ubica en el borde de lo irracional y se confirma en lo extravagante de su andar por las canchas; logro transportar el arte del engaño de los ámbitos taurinos a los terrenos del juego en cada regate, finta, culebreo y goles que la afición del Ramón de Carranza le celebraba ondeando pañuelos blancos. La barrera generacional se niega a olvidarlo y hoy en día aún hay cánticos que rememoran sus hazañas. Incluso se puede escuchar a los viejos decir que el Mágico González es junto a Camarón de la Isla (cantaor de flamenco) lo más lindo que ha parido Andalucía, y cuando se les observa que Mágico nació en El Salvador, simplemente te dicen es que un gaditano nace donde se le pega la gana.

 

Fuentes de Citas:

http://www.contracultura.com.sv/jorge-gonzalez-el-mito-magico
http://www.futbolsapiens.com/columnas/el-mago-centroamericano-jorge-magico-gonzalez/#
http://archivo.elfaro.net/secciones/el_agora/20030421/elagora4_20030421.asp

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