Relámpagos
Tanya González Frausto
Esta vez no logré convertir tus miradas en poesía
Pues la poesía llegó con ellas.
Con el aroma del arte que se combinó
con el aroma del viento
que mi nariz no percibe
pero mi piel ambiciona.
La embriaguez no llegó con el alcohol
sino a través de líneas
que trazan rutas hacia miles de destinos
dirigidos hacia jardines colgantes en la perdición.
Todas las ciudades se convierten en una sola
donde conviven nuestras deconstrucciones.
La música huele al café de la mañana
a la tarde lluviosa.
La confusión es la que mejor me ha revelado
tus secretos.
Los silencios son tu paradoja.
Tu presencia es una negación.
Las semanas se convirtieron en vidas completas
que giran vertiginosamente.
La muerte no fue el final sino la puerta
de infinitas resurrecciones.
Cuando los giros paran volteo a mi siniestra
y veo un hombro parado junto al mío
y observo una pantalla en blanco
para que yo la ilumine con imágenes de nuevo.
Los símbolos son pasajeros
dentro de un vagón insistente
que se transportan en un tren
a punto de estrellarse.
Pero si se estrella, ¿qué más da?
Ahí estarás de pie
observando cínicamente los pedazos.
Sin embargo
si la tormenta se calma
ten por seguro que yo
la volveré a arreciar.