martes. 24.06.2025
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Frente al tablero

Guillermo Cano

Frente al tablero

Todavía durante los años 60 y parte de los 70, era común ver jugar ajedrez en las peluquerías de León.

Por ejemplo, la Blanco y Negro en la tercera de Álvaro Obregón.

Por el rumbo del Parque Hidalgo, en la calzada de Guadalupe, en una mesa improvisada pero con un tablero de por medio, se veía a las parejas de empujamaderas jugando a darse mate.

Pero donde se practicó ajedrez a muy buen nivel fue en una peluquería ubicada en la Calle Miguel Alemán, a pocos negocios del primer billar del Rastro.

Don Prisciliano Medina estudió el Tratado General de Ajedrez, obra maestra del argentino Roberto Grau. Y en esos libros aprendió a distinguir la estrategia de la táctica.

Don Chano llegó a conquistar el campeonato municipal en la década de los años 50. Y entonces se le consideró como un ajedrecista teórico. Este Torneo  lo organizaba anualmente el Círculo Leonés Mutualista, en su sala de juegos.

Llegó a tal su dominio sobre el juego de los trebejos, que mientras trasquilaba a un cliente, simultáneamente estaba jugando una partida a la ciega, sin ver el tablero.

En otras ciudades, principalmente en Europa, existieron afamados cafés de tradición ajedrecística, basta con citar La Regence de París,  donde entre espirales de humo se practicaba el milenario juego.

Seguramente para bien, el ajedrez deja las salas de estética y los cafés.

En fechas recientes llega por la vía legal a las aulas escolares de España.

En México depende de una decisión del Senado para que el ajedrez se convierta en la herramienta pedagógica, que tanta falta está haciendo a los maestros para que nuestros niños potencien sus habilidades mentales.

Este ajedrez escolar no es precisamente ni el de diversión y ocio, ni el deportivo que busca hacer campeones.

Es un ajedrez que, sin perder el sentido lúdico, ha sido adaptado a las necesidades educativas y formativas de nuestros niños y jóvenes.

Mejorar la atención, la concentración a voluntad, enseñarlos a analizar, a calcular las jugadas. A hacer la mejor toma de decisión, e inculcar valores éticos, es la nueva encomienda de la disciplina del ajedrez.

De nuestros legisladores depende que el epicentro del ajedrez esté ahora en las aulas.