Es lo Cotidiano

Mudanza

No sé qué odio más, si el dedo medio de mi mano derecha o mi robusto y mal proporcionado cuerpo. Lo que pasa tal vez es que no los he sabido apreciar, pero ¿cómo querer dos cosas horrendas que desafortunadamente van unidas a ti, sólo porque alguien (aún no logro definir quién) así lo dispuso?

El otro día traté (inútilmente por cierto) de arrancarme el dedo en cuestión. Jalé y jalé pero nada, dolía mucho. Un metiche (de los que hay tantos) me sugirió cortarlo.

¡Pero qué asco! -me dije-. Si así lo hiciera, tendría que ver la sangre, y eso no. Pobre de mí. ¿Aparte de soportarlos, asustarme? ¡No señor, no se vale! Además, se trata de deshacerme de ellos sin dejar de existir.

Tengo varias noches en vela, vuelta que vuelta en la cama sin poder dormir. Piensa que piensa cómo hacer para borrarlos de mi vida, pero no doy con la solución. ¡Esta cacería me está matando!

Por ejemplo, ayer quise dejar mi cuerpo y el muy bribón, en su desesperación por sentir que lo abandonaba, se tropezaba contra paredes y muebles.  Se hizo grandes y feas magulladuras (que por cierto son bastante dolorosas), obligándome así a que me quedara con él. Qué quieren, uno tiene su corazoncito. Además, sólo tengo un dedo medio en la mano derecha y, aunque robusto y mal proporcionado… un cuerpo.

Así que, al no poder separarlos de mí a pesar de todos mis inimaginables intentos (cuéntese entre ellos hasta la brujería), he decidido mudarme de caza.

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