De gigantas y otros venenos
Juan Carlos López Peña
Después de haber leído dos veces la más reciente novela de la escritora Patricia Laurent Kullick "La Giganta" la palabra mestizaje es adecuada para definir la experiencia. Y es que abordar un libro tan breve, intenso y abigarrado da para comentar varias cosas.
La historia aborda la delirante vida de La Giganta, junto a sus diez hijos, y su ausente esposo, un ingeniero francés llamado Etienne. Llama la atención en primer lugar el tono de humor negro corrosivo para narrar acontecimientos tan duros. Y es que la maternidad del personaje es complicada, ya que coquetea una y otra vez con ideas funestas, en medio de un ambiente de pobreza extrema donde lleva a cabo la crianza de sus hijos. Son éstos los que pese a ser características diversas, siempre se encuentran alrededor de su inquietante progenitora.
La autora del libro tiene una manera de ir llevando la narración de un modo que no dejes de leerla. Desde la voz de una niña de once años, sexta hija de La Giganta, es como vamos descubriendo la tragicomedia del núcleo familiar en que se desenvuelve, que bien pueden ir de lo realista, a lo disparatado de una comedia de pastelazo, hasta los terrenos de lo políticamente incorrecto. Y es que en la novela bien puede haber "héroes de azúcar", "hadas amargadas", "estudiantes de venenología", por decir lo menos.
Pese al modo encantador de la autora de llevar su historia, los personajes entrañables, y el tono adecuado para que todo se amalgame bien, siento que algo falta para que se realice.
Un aspecto a debatir desde mi punto de vista es la brevedad. Aunque el personaje principal sea La Giganta, es muy claro que se trata de una saga familiar. Las historias de algunos de los hijos mayores están perfiladas y concretadas casi desde el mismo inicio, como si se les estuviera limitando y no se les permitiera ir más allá. Otros personajes aparecen mencionados y su participación es mínima. Sobre todo en la segunda parte del libro, La Giganta decrece en protagonismo, y todo queda un poco en el aire, hasta que movido por los acontecimientos de la trama se ve obligada a llevar a cabo el desenlace.
También el desarrollo es algo caótico, y tal vez porque los capítulos se pueden leer de modo muy rápido, me dio la impresión de estar leyendo varios relatos encadenados.
Creo que a pesar de las dudas que puede crearme como lector, la novela me sigue gustando por su imaginación desbordada, y la manera que tiene de trastocar una realidad tan dura, con unas imágenes y un ritmo en las palabras que por momentos me remite a lo poético, sin duda.
Este libro pertenece a esa rara estirpe de seres híbridos, aberrantes, fabulosos, que merecen que uno trate de saber lo más de ellos, a través de constantes lecturas, para refutar o apoyar cualquier opinión, y saber de sus auténticas posibilidades.
Juan Carlos López Peña. Leo por placer y disciplina. Ataco todo por sistema. Odio el futbol. El resto me es indiferente.