Lo raro: más que orar es arar. Lo conversacional en la poética de Gerardo Deniz
Amaranta Caballero Prado
Dar vueltas sugiere en latín: versare. Dar vueltas según los lexicólogos implica las relaciones humanas más comunes: trato, amistad convivencia. El término conversar deriva del latín conversari, “convivir”, palabra formada a su vez por cum, “con” y versare. Escribir sobre poesía conversacional en la obra de Gerardo Deniz, alias de Juan Almela Castell (madrid, 1934) para muchos resulta no sólo algo impensable sino imposible. Vamos a dar vueltas pues a manera de mevleví (sobre sí mismos y ascendentes) para iniciar este acercamiento, miento, esta, una más, breve indagación sobre lo conversacional en la poética deniziana.
Conversación #1
Todos mis trabajos son juegos. Juegos serios.
(M. C. Escher)
Pienso sobre todo en Metamorphose II (1939-1940) del artista gráfico Maurits Cornelius Escher (Leeuwarden, Holanda, 1898) como una de las piezas clave más representativas de este genio de la litografía y el grabado. En los cuatro metros de largo que abarca dicha obra, se observa a partir del trazo de la palabra: Metamorphose una precisa literal metamorfosis gráfica que se va desdoblando y traduciendo pasando de dicha palabra a un tablero de cuadros en blanco y negro donde después esos mismos cuadros, blancos y negros se suceden y se transforman en reptiles, y éstos a su vez, en celdillas de panal que luego son abejas contracorriente a peces, que de manera simétrica similar, van contracorriente a pájaros, pájaros que trasmutan a cubos que se desdibujan deviniendo en casas, pequeñas casas que llegan al puerto de Atrani en Italia para fusionarse desde lo agua y torre, al otra vez tablero donde el caballo negro marca un puntual jaque al rey blanco que sitiado en la esquina del tablero voltea a ver a la reina negra a su izquierda, quien a su vez, tiene a la torre blanca a un ladito mientras frente a ellos dos peones que cumpliendo fielmente su papel, cierran los ojos para de una tercera dimensión trasmutar al, otra vez, tablero bidimensional de cuadros negros y blancos que de manera circular se metamorfosea pleonásmicamente en la palabra: Metamorphose.
Así, de escheriana manera leo adrede Erdera. La obra poética completa de Juan Almela —a su vez metamorfoseado a través de seudónimo en Gerardo Deniz—, editada por el Fondo de Cultura económica en el año 2005 y que reúne los quince libros de poesía de este autor clasificado como inclasificable. Setecientas veintisiete páginas encuadernadas en pasta blanca rústica que evoca los paisajes nevadísimos en suiza donde precisamente escher nunca pudo a bien inspirarse y donde Juan Almela niño vivió con su familia durante el exilio que hubo de iniciar luego de la salida de España. Pasta blanca rústica cubierta por camisa plastificada en mate, en tonos moráceos y rojos donde detalle de dibujo Rébora —mismo que aparece completo sobre la blanca rústica— amplifica el ojo izquierdo de un Gerardo Deniz asumido ya, más que como seudónimo, como ideograma chino. Quiero decir: este nombre no representa a un autor sino a una idea. Una idea que simboliza una obra. Una obra que no designa palabras concretas. Riqueza lingüística, ironía medular, metáfora irreversible como irreverente entre química, física, matemática. Lenguas varias, vivas y casi muertas son algunos de los detalles pilares con que ha sido, considero, alquímicamente construida esta obra. De vuelta (dar vueltas) en Metamorphose II, se observa claramente el trayecto de varios pasajes que fueron realizados en etapas y momentos distintos del grabador holandés. Así Erdera, bárbara, iniciando con su Adrede (1970), va trasmutando, traduciendo —camaleón inteligente—, presenta la secuencia de una obra densa, simbolista, a veces hermética, a veces pleonásmica, por momentos lúgubre o satórica satírica, prudente, ditiritamba, compleja, inequívocamente madura hasta llegar a Cuatronarices (2005). más que fórmula se trata de: almela = alquimia.
Conversación #2
Dime cuáles son para ti
las 10 palabras más bellas de la lengua castellana y te diré quién eres
Nicanor Parra
Desparpajo es sin duda la palabra con la cual inicio la conversación entre Parra y Almela. Más que las referencias de una base científica similar (Parra: matemático y físico; almela: químico) es indudable que la ironía corrosiva, el negro humor y la construcción aguda en las obras de estos dos poetas es preponderante. Terminaba el joven Nicanor su primer año en el instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, mientras Juan Almela, en España, abría los ojos al mundo. Eso sucedía en 1934. Luego de su primer Cancionero sin nombre (1937) —a sus 23— Parra esperó 17 años (“volver a los diecisiete, después de vivir un siglo” cantaba, mientras, su célebre hermana Violeta) para publicar el libro que lo situaría como el poeta más crítico, certero, puntiagudo de la historia y tradición en la poesía latinoamericana en aquellos años: Poemas y antipoemas (1954). libro donde Parra asentó de manera fragmentaria su antipostura ante la tradición utilizando un lenguaje común y corriente, rompiendo los esquemas de todo aquello denominado hasta entonces “literario”. Todo esto porque otra vez adrede, leo a Gerardo Deniz de una manera más que parriana, nicanora. El encuentro estrecho entre estas poéticas queda clara al leer Letritus (1996) o Semidifusas (2004). en cada uno de sus versos, la cosmogonía de Almela presenta una cantidad inestimable de autores, lecturas, lenguajes, entonaciones, sintaxis, bibliotecas enteras. Culturas varias. Sin embargo, los ecos parros —más que en el sentido de influencia, subrayo el de conversación— no dejan de escucharse e incluso verse. (Sí, es posible conversar con el eco). Me pregunto si tanto Parra como Deniz serán también sinestéticos. Obviamente señalo estos libros por ser lo más cercano a lo que se denomina “fragmentario” en los antipoemas de Parra. De versos cortos, incluso aforísmicos, los poemas de Letritus y Semidifusas, llevan al lector a ese momento pródigo de goce justo cuando la dificultad consiste en interpretar si lo que uno ha recibido al terminar de leer es una cachetada, un estrambote, un piropo, un mero juego de palabras, una profecía o un “chiste par(r)a desorientar a la policía/poesía”:
Masa
Antes pasaré por el ojo
de un letritus
que al reino de la intelectualidad.
De Semidifusas
Sigmund
Como es una ladilla
se cree autoridad
en todo triángulo.
De Letritus
Literal
Cuando el Poeta les diga
que está hecho pedazos,
olfateen
y comprenderán.
De Letritus
Así como el sistema antipoético desarrollado por Parra en cada uno de sus libros ha hecho de él una figura central en la poesía latinoamericana, así Deniz rompe también con la estructura tradicional del poema regidor y dominante, rompe con la idea de poesía como tal, y la trae al texto hoy como muy pocos otros poetas (efraín Huerta forever) se han atrevido en México.
Buenas noticias:
la tierra se recupera en un millón
de años
somos nosotros los que desaparecemos
Nicolás Parra
De Poesía Política (1983)
Conversación #3
Euterpe entre flauta y el anillo de moebius.
“En comparación con las fronteras de los enunciados, todas las demás fronteras (entre oraciones, combinaciones de palabras, sintagmas, palabras) son relativas y convencionales”, señala m. m. Bajtín en su Estética de la creación verbal. De acuerdo con ello, también leo adrede a Deniz como un caso altamente bajtineano. Los recursos extralingüísticos e incluso metalingüísticos que usa Deniz más que cacofonías, paranomasias, ripios, perogrulladas o salvajes juegos sonoros presentan los rasgos definitorios de un autor que a contracorriente y a mansalva, cabe decir, no arriesga sino otorga. Resignifica. Deconstruye. Las sorpresas verbales y la dificultad que presentan van siempre de la mano de Euterpe. Musicalidad. Poemas multilingües que reinscriben las tradiciones del medievo. Registros e invenciones personalísimas que precisamente sitúan a la palabra como praxis.
Se podría creer que la diversidad funcional convierte los rasgos comunes de los géneros discursivos en algo abstracto y vacío de significado. Probablemente con esto se explica el hecho de que el problema general de los géneros discursivos jamás se haya planteado. Se han estudiado, principalmente, los géneros literarios. Pero desde la antigüedad clásica hasta nuestros días estos géneros se han examinado dentro de su especificidad literaria y artística, en relación con sus diferencias dentro de los límites de lo literario, y no como determinados tipos de enunciados que se distinguen de otros tipos pero que tienen una naturaleza verbal (lingüística) común. El problema lingüístico general del enunciado y de sus tipos casi no se ha tomado en cuenta.
Vuelvo a citar a Bajtín porque a través de su interpretación me permito situar no a la obra completa sino a cada uno de los libros de Deniz como género discursivo y el contenido —poemas— como los enunciados que al mantener una naturaleza verbal lingüística común nos otorgan una riqueza y diversidad inmensa. Las fronteras que delimitan la obra denizina antes que ser convencionales son enunciativas. Más que pensar en heterónimos, la provocación que logro vislumbrar en el concepto general de esta obra es justamente que rebasa sus propias estructuras de composición y estilo. Se destruye o reajusta no sólo en cada libro, en cada texto. En cada verso. En cada enunciado. Gerardo deniz no es autor de una poética. a manera del anillo de moebius, Erdera tiene la propiedad matemática de ser no orientable.
Conversación # 4
¿Cómo indicas el movimiento? son segmentos: semicírculos, cuartos de círculo siempre en colores primarios: azul, amarillo, rojo.
Me gusta pensar: Erdera arde. Rearde Erdera. Erdera, si fuera una pieza de arte contemporáneo tendría que inscribirse entre una fusión de Bill Viola y Gabriel Orozco. Una fusión entre Pipilotti Rist y Anselm Kiefer. Erdera también: surrealismo y futurismo. ¿Por qué? Porque en todos ellos es evidente el rompimiento de una tradición. La-que-sea. Todos ellos dentro de un contexto y en contra del mismo. Movimiento sobre todo. digresión. Pipilotti estroboscópica. Kiefer maquinal. Viola siempre acuático. Orozco naranjas. Orozco gatos y sandías. Orozco Piedra que cede. Los rasgos conversacionales que derivan de Erdera y cada uno de estos artistas se leen en:
Ambondrombé
Es un monte singular,
Se ven, de lejos, casa en él y fortines,
Corros de mujeres que giran al sol de música;
Incluso retumban cañonazos aislados
—mas si te acercas, llegas, subes, sólo hallas rocas y bosque,
rocas y bosque.
De allí partió un febrero (1863), hacia la capital,
La fantasmagoría de una gran reina occisa,
Muy molesta por determinadas reformas recientes.
Ató sábanas para bajar del cielo,
Su vagina de nudíbranquios fue
Resbaladiza como el Renacimiento,
Sus equipajes pasaron de hombro en hombro en hombro,
La emoción cundió de plexo en plexo en plexo.
Al fin fue vista rondando en el palacio.
Más aburridos que en una misa negra,
Recibimos, ante un ténrec estofado (plato casi zíngaro),
a los plenipotenciarios, Esturno y Drango.
Argumentaban, los desventurados, a capa y esputo,
Pero, al amenzarlos con máscara de hierro o defenestración,
Cedieron. Éramos decididos, ya ves, los leales a rasoherina.
(de Op. cit., p.. 427)
Incluso Gertrude Stein llega a escena. Imposible definir Erdera, G/erardo. La escritura de Deniz, más allá de la poesía tradicional o convencional. La lingüística más allá de Humboldt y de Saussure: Weltanschauung: visión del mundo. La escritura más allá que un prisma. Lo poético. Adrede erdera arderá.
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Amaranta Caballero Prado (Guanajuato, 1973) estudió Diseño Gráfico y una maestría en estudios socioculturales. Escribe poesía, minificciones y aforismos. Dibuja pájaros. Ama la música. Vive en Tijuana desde 2001.