miércoles. 25.06.2025
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Guía de Lectura Filobiblión, de Ricardo de Bury

Jaime Panqueva

Guía de Lectura Filobiblión, de Ricardo de Bury

Esta semana los mexicanos dimos un salto enorme, sólo equiparable a las tan cacareadas reformas constitucionales de este gobierno. No sé si lo vieron en las noticias, pero Conaculta nos presentó con bombos y platillos los resultados de la Encuesta Nacional de Lectura. El resultado nos aleja de la ignorancia y parece catapultarnos hacia la cultura de los libros. Los mexicanos leen ahora 5.3 libros en promedio anual, con un aumento del 82% frente a los míseros 2.9 libros, que según las estadísticas anteriores, se leían por año.

Un resultado sobresaliente, a pesar de que la Evaluación de los Aprendizajes PLANEA también concluyó esta semana que la mitad de los alumnos de sexto de primaria del país se encuentra en el nivel más bajo en Lenguaje y comunicación.

Como hay que celebrar por todo lo alto y no dejarnos amargar por guarismos negativos, traigo una recomendación ad-hoc para la ocasión: El muy hermoso tratado sobre el amor a los libros o Filobiblión. Escrito por Ricardo de Bury, obispo de Durham, Inglaterra, se publicó hacia 1345 y ha sobrevivido a los siglos como canto al gusto por el saber y la verdad que se encuentra depositada en los libros. A pesar de que el nombre hace alusión al griego, de Bury lo escribió en latín, la lengua de la ciencia de entonces. En la que fue su última obra, plasmó su admiración por los clásicos grecolatinos que bien habían redescubierto los escolásticos. Su culto a los grandes maestros de la antigüedad anticipa la refundación de Occidente, pues parece anunciar décadas antes el Renacimiento. A pesar de la antigüedad de su escritura sólo fue traducido en España hasta 1927, con base en una traducción previa al catalán, de 1916.

Ávido buscador y custodia de los libros de la universidad de Oxford, el autor recomienda dónde encontrarlos, cómo guardarlos, se queja del mal trato que se da en muchos monasterios a los ejemplares más valiosos. Redacta normas para préstamo de libros en las bibliotecas, diserta en contra de considerar el Derecho una ciencia, recomienda la poesía a los jóvenes estudiantes, y no deja de señalar los vicios de su época, en contraposición con el pasado glorioso de los clásicos.

Esto seguro que el buen Ricardo de Bury vería con beneplácito los resultados de las encuestas de Conaculta. Aunque quizá sería mejor no contarle que para obtener este tremendo avance, lo único que hicieron fue cambiar la metodología estadística de la investigación. Con seguridad la hicieron los mismos que nos quieren convencer de que la inflación en México sigue siendo del 4% anual, y que por ello el salario mínimo alcanza y sobra para sostener una familia.

Pero bueno, nos quedan estos espacios para hablar del libro y comprobar que, como decía el buen obispo, Comparados con él, las piedras preciosas carecen de valor, la plata no es más que cieno y el oro no es sino fina arena. Este tesoro, con su esplendor, oscurece la luz del sol y de la luna, y su dulzura admirable es tal que ante ella la miel y el maná se tornan amargos.

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