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GUÍA DE LECTURA

Cómo me hice monja, de César Aira

Jaime Panqueva

Cómo me hice monja, de César Aira

¿Qué recordamos sobre cuando fuimos niños? Las primeras impresiones de desagrado, las relaciones con los adultos, el descubrimiento del mundo, el aprendizaje de la lectura... La infancia, o mejor, su memoria ya sea paradisíaca o de tiniebla, ha sido un filón inagotable para la literatura. En las últimas décadas, Cómo me hice monja sigue siendo, a mi modo de ver, una de las mejores propuestas narrativas. Un texto que puede parecer un juego, que se transforma en pesadilla y mantiene al lector en una montaña rusa impulsada por la ficción con sellos indelebles de la personalidad y deseos del autor. Se publicó en 1993 y catapultó al niño Aira a las primeras planas.

Trascendió hace algunas semanas que éste se encontraba entre los candidatos en lengua española para el premio Nobel. Carlos Fuentes pronosticó en La silla del águila, que Aira sería ganador del premio en el 2020... al menos ya aparece en las listas de favoritos... habrá qué ver si Fuentes pasa también a la historia como profeta. Tema para otra guía...

El título de por sí es un juego, como el uso de un narrador protagonista que comparte el nombre del autor, pero cambia de género desde el lenguaje, como fielmente lo enseñó Virginia Woolf. Curioso leer en algunos blogs de reseñas, preguntas de potenciales lectores sobre si el contenido versa sobre sor Juana o santa Teresa...

Autor de culto, poco afecto a los reflectores, sabio irreverente que suma unos ochenta títulos publicados, generalmente como nouvelle, o novela corta. Sin embargo, no hay qué permitir que la brevedad incline al lector hacia el menosprecio. Sus novelas hacen parte de un corpus que se entrelaza y a veces tiende a referirse a sí mismo, complementándolo, en un gozoso avance que a veces parece no tener destino fijo. 

Se dice que sólo escribe una página por día y se sienta en un café bonaerense para hacerlo con mucha calma, con lentitud, aunque también dice el propio autor que aplica, a su manera, la escritura automática de los surrealistas.

Si aún no lo lee, puede escoger entre una larga serie de títulos publicados por Editorial Era, incluyendo los en versiones digitales a un precio amigo. Para mí, la mejor puerta de entrada al mundo alucinante y en constante expansión de Aira consiste en remitirse a la infancia y jugar a que se prueba por primera vez el helado de fresa o se aprende a leer en las paredes grafiteadas de los baños de la escuela. Grande, dirían los argentinos.

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