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Los discos del 2015 (segunda parte)

Fernando Cuevas Garza

Los discos del 2015 (segunda parte)

Continuamos el recorrido por los discos del año que recién terminó, apenas para empezar a escuchar la avalancha de los que ya están tocando la puerta.

DEBUTANTES

Benjamin Clementine acomete el piano y canta con un poderío que, reposando en oportunas cuerdas, roba la atención de principio a fin en A Least for Now, mientras que Vince Staples revisa a través de Summertime ’06, la dura experiencia de un joven en los linderos de la delincuencia, eso sí, sin rastro alguno de glamour o ensalzamiento. El trío Algiers apuesta por la hibridación de sonidos en apariencia tan dispares como el gospel y postpunk con resultados sorprendentes, como se advierte en el homónimo Algiers.

Dark Energy, del también productor Jlin, disco del año para la revista Wire, es una obra inscrita en el footwork pero de alcance más etéreo, en el que incluso caben ciertos gritos y consignas que se resisten a ser ahogados. Visionist propuso una inquietante electrónica fantasma en Safe, y entrando en parajes siniestros, se desplegó M de Myrkur.  Floating Points se deslizó por el amplio abanico de la electrónica con el juguetón Elaenia, al igual que Levon Vincent con un disco de presentación titulado simplemente Levon Vincent.

El colectivo Mbongwana Star presentó From Kinshasa y otra comunidad artística, conocida como Songhoy Blues, hizo lo propio con Music in Exile. Donnie Trumpet & The Social Experiment presentaron Surf, con la trompeta liderando la combinación; Shamir se escabulle por diversidad de géneros en Ratchet, teniendo como epicentro el R&B. El canadiense Tobias Tesso jr. acomete con sutileza el piano como si estuviera aún en los setenta y se presenta con Goon, romántico y nunca empalagoso; también en la línea del revival, Bop English rocanrolea como en décadas pasadas con su Constant Bop.

MÚSICAS NEGRAS

Fue uno de los mejores años para el Hip-Hop, empezando por la obra maestra To Pimp a Butterfly, el tercer disco de Kendrick Lamar, en el que sobrevuela por un hip-hop nutrido de la libertad jazzera, R&B abstracto y una narrativa convulsa, como lo tiempos que corren. Un monumento de conciencia racial que resultó ser la obra mejor valorada del año por propios y extraños. Uno de los invitados por el de Compton fue Kamasi Washington, quien se destapó con un disco triple que en el título lleva la adjetivación exacta: The Epic. Fusión a borbotones llena de nutrimentos, como para recobrar las energías para empezar la cuesta de enero.

Y ya que estamos en plan de buscar los orígenes, ahí está el soundtrack Compton, compuesto por el patriarca Dr. Dre para la película que recuperó la historia de N. W. A., al tiempo que Snoop Dogg sigue en plan verde con Bush. Por su parte, Earl Sweatshirt se pone asertivo sin dejar opciones en I Dont Like Shit, I Don´t Go Outside. A$AP Rocky combina con intuición elementos del blues, la psicodelia y hasta del pop en su hábitat hipopero en At. Long. Last. A$AP., su opus dos.

Future planteó DS2, su tercera obra al hilo sin bajar el listón, y Drake hizo lo propio con If You´re Reading This is Too Late. Ambos grabaron juntos en algunas sesiones y el resultado se estampó en What a Time To Be Alive. Mientras tanto, Young Thug rimó a placer en Barter 6 y Leon Bridges destiló sentimiento soulero en el enriquecedor y bienvenido Coming Home.

Desde el mestizaje, Hiatus Kaiyote deslizó Choose Your Weapon, revisitando el R&B con aires de renovación, campo también visitado por The Weeknd para encontrar hermosura tras las apariencias en Beauty Behind the Madness. En estos terrenos del mainstream, ahí estuvo Mark Ronson y su exitazo Uptown Special, poniendo a todos a bailar por más que lo quisiéramos evitar. Young Fathers lanzó la consigna reconciliatoria en White Men Are Black Men Too, con agudo sentido armónico para regocijarse en las modificables aguas del R&B, cuyos influjos alcanzaron para que Miguel entretejiera Wildheart.

CANTAUTORES

Sufjan Stevens labró Carrie & Lowell, una obra de dolorosa belleza pero de reconciliación absoluta con su madre recientemente fallecida: tras una relación vital difícil, con abandono incluido, llega el momento de hacer las paces para toda la eternidad. Sun Kill Moon, el proyecto del incansable Mark Kozelec, propuso Universal Themes, lleno de viñetas y apuntes que permiten ir tejiendo el conjunto.

Desde la tina, Billy Ryder-Jones lanzó West Kirby County Primary, y Riley Walker aderezó su folk con un toque de psicodelia en el impecable Primrose Green, mientras que Matthew E White abrevó del soul para dar forma a sus afectos en Fresh Blood, con todo y homenaje a Philip Symour Hoffman. John Grant buscó diversidad en su tercera entrega, Grey Tickles, Black Pressure, tanteando estilos variopintos con letras que viajan por temáticas disímbolas que mantienen la noción de incertidumbre.

Kurt Vile, ya en plena madurez artística, compuso como hecho a mano b´lieve i´m going down, en el que se respira apacibilidad natural. Robert Forster confirma su espíritu lúdico con Songs to Play, en el entendido que el juego puede ser por momentos sumamente reflexivo. El folk hundido en raíces cubiertas de césped húmedo de Richard Youngs mira hacia adelante, sin soltar amarras en Inside the Future.

POPSICODELIAS Y OTRAS AFORTUNADAS COMBINACIONES

Tame Impala es uno de los grupos centrales de la neopsicodelia, como se demuestra en Currents, expansivo tercer disco del grupo comandado por Kevin Parker. Panda Bear, capitaneado por Noah Lennox, plantea un cruce de géneros contenidos en inciertos contornos pop y rítmica imprevista de talante adictivo en Panda Bear Meets the Grim Reaper. Con su habitual tono bombástico de teatro musical, Mika busca un lugar en No Place In Heaven, insertando logradas baladas entre el espíritu desenfadado y celebratorio.

Bajo el apelativo de Father John Misty, Josh Tillman recorre los parajes del folk ligeramente alterado en el espléndido I Love You, Honeybear. Con espíritu ecléctico, Unknown Mortal Orchestra editó Multi-Love. Los suecos de Dungen grabaron Allas Sak con artesanales influjos setenteros y desde Nashville, Promised Land Sound presentó For Use and Delight, su segundo álbum en el que abren los contornos del country rock para dejar entrar ciertas influencias de parajes sicodélicos, sin exagerar.

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Fernando Cuevas Garza. Es asesor de proyectos educativos y escribe sobre cine, música, literatura y arte en general desde hace cerca de 20 años, buscando aprender y disfrutar de estas manifestaciones humanas. Ha colaborado en diversos medios y entre sus publicaciones se cuenta Historia y apreciación del arte, editado por Pearson en el 2010.

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