Es lo Cotidiano

EL DICCIONARIO BIOGRÁFICO DEL FRACASO LITERARIO

Daniel Finnegan

C. D. Rose (Traducción de José Luis Justes Amador)

Daniel Finnegan

Mientras que el DBFL se muestra reluctante a sumergirse en las fangosas aguas de la edición contemporánea, un caso reciente se nos ha presentado y creemos que amerita ser mencionado.

A primera vista, Daniel Finnegan podría parecer un contendiente pobre para estas páginas. Graduado con honores en Cambridge, siguió el camino de todo aspirante a escritor contemporáneo con un master en escritura creativa en una de las instituciones más reconocidas en la materia y, a diferencia de muchos de sus compañeros, su talento y su buena fortuna hicieron que terminara el master con un agente y, al poco tiempo, con un sustancioso contrato con uno de los enormes conglomerados de la edición.

La novela de Daniel, A Breakfast of Thistles, una finamente urdida –y de meticulosa observación- doble narrativa que contrasta y mezcla a una trabajador manual irlandés del siglo XIX y la historia (semiautobiográfica) de un brillante irlandés que llega a Cambridge en nuestra época, fue calificada altísimamente por sus maestros y recibida con entusiasmo por todo en su nueva editorial.

Daniel estaba orgulloso, entusiasmado y con un más que alto (alto, al menos, para estos tiempos) avance monetario.

Sus primeras dudas surgieron cuando, en una comida, un editor le sugirió que cambiara al jornalero por una lavandera en una enorme casa de aristócratas. “Las novelas sobre trabajadoras migrantes”, le dijo, “y, además, tenemos el factor Downton. Es ganar-ganar”. Persuadido por sus argumentos, Daniel se tragó sus objeciones y preparó un nuevo borrador de la novela.

Seis meses después recibió una llamada.

“Hola, Dan”, le dijo una voz.

“Es Daniel”.

“Bien. Buenas y malas noticias. No le está yendo bien a la novela en los grupos de referencia”, le informó la asistente del editor. “Por eso tuvimos una sesión de lluvia de ideas y llegamos a la conclusión de que en lugar de una lavandera con ínfulas poéticas sería mejor una concursante de un reality show. Ya sabes, para poder hablar de temas contemporáneos…”.

De nuevo, Daniel sintió que no tenía opción y se puso a trabajar en otro borrador como era debido.

Pasaron seis meses. Otra llamada. Esta vez fue un becario.

“Hola, Danny”.

“Daniel”.

“Lo que sea. Mira, estamos impresionados por la manera en la que has logrado trabajar la cáustica sátira y el tema de la mujer. ¡Brillante!”

“Gracias”.

“Pero, viendo todo el asunto en general, nos iría mejor en algunos mercados secundarios que el autor fuera una mujer”.

Daniel consideró por un momento la existencia de Daniela Finnegan.

“Podría intentarlo”.

“No necesitas preocuparte por eso. Ya hemos encontrado a alguien que lo haga”.

“¿Qué haga qué?”

“La foto de contraportada, ya sabes. Ella es guapa y tiene más pinta de irlandesa que tú, Pelirroja. Se desenvuelve bien en las entrevistas. Sentimos que tú eres, cómo decirlo, demasiado introspectivo. Pero no es una crítica. Nos gusta la introspección pero en su sitio. Mira, Dan, vemos esto no tanto como un libro sino como una campaña de marketing. ¿Sigues ahí? Míralo así. La de oportunidades que tenemos en los premios sólo para mujeres”.

“Pero, ¿y mi libro?”

“No te preocupes. Ya hemos escuchado lo que tenías que decir y lo tendremos en cuenta. Eso sí, te llevarás una mención en los agradecimientos”.

Mudo, Daniel colgó el teléfono.

Un año después, vía Twitter, Daniel supo que el libro (A Breakfast of Bolly) había ganado un premio por su estrategia de mercado.

Daniel Finnegan todavía escribe serenas obras introspectivas repletas de sorpresas y maravillas que nadie leerá nunca.

Tiene el bolsillo lleno de dinero pero él se siente vacío.

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