jueves. 18.04.2024
El Tiempo
Es lo Cotidiano

Los hicsters

César Zamora

Los hicsters

La libertad consiste en elegir nuestras propias ataduras.

Diálogo de la película El Bulto

Cual barra de chocolate expuesta al sol del mediodía, la figura del intelectual orgánico se derritió. Ya no hay de esos tipos que convencían —e imponían sus ideas—  a la primera. Ahora sólo hay hicsters, usté ya lo sabe.

El hicster quiere barba y aspira a usar gafas de Lennon (o de lenón). El hicster tiene muchos libros, un montonal, pero de adorno (bien lo decía el profe Arzola: un librero bien ordenadito es señal de una mente vacía).

El hicster habla de jazz, pero nomás para apantallar a los villamelones que caguamean allende los muros de la escuela.

A manera de letanía, el hicster dice que no come carne ni salchichas, que la Coca Cola le provoca náuseas y que odia a Televisa. Asegura que va a todas las manifestaciones y que es 123, 124, 125 y no sé qué tanto., pero podría encogerse de hombros y recular en cuanto llega un citatorio a las puertas de su casa.

Se figuran como Gabriel Retes y Héctor Bonilla, platicando en la película El Bulto:

—Han sistematizado la desinformación —dicen con toda solemnidad.

—¿Y qué vas a hacer —le pregunta el Hicster 1 al Hicster 2.

—Nada. Esperar a que desistematicen la información —responde el  Hicster 2.

El chiste es usar palabras domingueras para presumir en sábado un discurso intencionalmente memorizado para lucir una corbata de rombitos y un saco con parches en los codos.

El hicster presume tener puros cuates de la capital de su estado y que todo lo provinciano le parece arrancherado y lejos del jet set.

El hicster usa sombrerito y, si se puede, tirantitos. Es admirador de los bigotitos de Frida Kahlo  y la papada de Diego Rivera, porque de las sendas obras pictóricas sólo sabe que son útiles para estamparlas en playeras, tazas y cosas chidas para decorar la sala o la oficina.

Las palabras favoritas de un hicster son Alfaguara, Tusquets, Lounge, Tektonik, Murakami y cualquier otra que no sea utilizada entre los comensales de un restaurante popof o el Starbucks.

Allí está el hicster tratando de reseñar un disco stoner o progresivo, cuando lo suyo, lo suyo, es cantar una canción de Arjona en pleno jolgorio taquero. 

[Ir a la portada de Tachas 154]