DISFRUTES COTIDIANOS
Prince o el poder del símbolo (II)
Fernando Cuevas de la Garza
Los ochenta quedaron atrás y las predominantes tendencias musicales de fin de milenio le daban la bienvenida a la electrónica, al hip-hop, al indie y al grunge, entre otras. Fuera de ellas, seguían surgiendo grupos nuevos y se mantenían los sobrevivientes más allá de las vetas socorridas. Prince continuó en plan chambeador con el notable Diamonds and Pearls (1991), interpretado con su nueva banda que le brindaba una robusta sonoridad basada en una orientación hacia el R&B.
El disco conocido como “The Love Symbol Album” (1992), de rítmica contagiante con alguna salpicada de reggae, empezó a marcar sus disputas contra los consorcios musicales, en particular con Warner, y a favor de la libertad del artista, asediada por los cronogramas y dictados de la empresa: incluso cambió su nombre al símbolo que parece ser una letra p con las referencias a los íconos que representan lo masculino y femenino.
Con la finalidad de cubrir el acuerdo previo con la disquera, apareció el cumplidor Come (1994), firmado como Prince. Libre de ataduras contractuales, volvió a nombrarse como el símbolo identificador en Gold Experiencie (1995), una especie de demostración de lo que todavía era capaz de hacer: entregar un disco que podía llamar la atención, redondo a lo largo de los cortes y con The Most Beautiful Girl in the World como sencillo pegador. Curiosamente, una voz femenina en español anunciaba que El artista estaba muerto.
El siguiente año resultó, para variar, sumamente prolífico. Compuso el soundtrack Girl 6 (1996) de la floja película dirigida por Spike Lee; reafirmó su estatus de independencia con Chaos & Disorder (1996) y se destapó con la cuchara grande grabando el álbum triple Emancipation (1996), dándole un prolongado e incesante toque funky al espíritu libertario, propulsado por un poco de dance hall, jazz disfrazado de R&B y pop de rítmica irresistible.
Una colección de cortes que no habían aparecido anteriormente se integró en Crystal Ball (1998), que mostró ciertas dificultades para la distribución, al igual que New Power Soul (1998), pasando desapercibido incluso para quienes más o menos habían seguido la trayectoria del artista, no sólo en los momentos de fuerte presencia mediática. La década cerró con Vault: Old Friends 4 Sale (1999), colección de su etapa con Warner y con Rave Un2 the Joy Fantastic (1999), más largo que memorable, con algún invitado y de baladera orientación.
CH-CH-CHANGES
Ya en el nuevo milenio, el inagotable compositor y virtuoso instrumentista decidió convertirse en Testigo de Jehová y empezó a cambiar de imagen, de enfoque musical y de algunos colaboradores y protegidas: para muestra ahí está la interesante rareza Rainbow Children (2001), anunciando su nueva fe con una envoltura jazzera de inesperada tesitura. Este mismo año apareció The Very Best of Prince (2001), acaso la mejor compilación de su obra.
One Nite Alone (2002) fue grabado en solitario con todo y un cover de A Case of You de Joni Mitchell, encontrando su contraparte en un disco en vivo. Siguieron los instrumentales Xpectation (2003) y N.E.W.S. (2003), integrado por cuatro piezas, como si de un divertimento se tratara. Todavía por los linderos de la producción comercial, grabó un par de álbumes bajo el título de Trax from The NPG Music Club, Volume 1: The Chocolate Invasion (2004) y Volume 2: The Slaughterhouse (2004).
Después de esta etapa al margen, volvería al mundo del mainstream, bien conocido por él, con Musicology (2004), su mejor obra desde inicios de los noventa, recordando su etapa de mediados de los ochenta, y con el sólido 3121 (2006), acompañado de la cantante Támar y de Maceo Parker. El impulso creativo alcanzó para Planet Earth (2007), cual relajado y convencido canto para la casa de todos, entre citas esotéricas y música confeccionada con el sabor de la experiencia.
El guitarrero LotusFlow3r (2009) se integró a otros dos discos para conformar otro triplete: el funketo retro MPLSound y Elixer, firmado también por la vocalista de R&B Bria Valente, una de sus múltiples discípulas. Una vez más usando diarios y revistas como medios de distribución, al igual que en el caso de Planet Earth, presentó 20Ten (2010), ahora convertido en un disco difícil de conseguir que seguía la tendencia surcada entre el soul, el funkpop, el acento roquero y el R&B.
Tras una reconciliación con Warner Bros y la realización de diversos sencillos, regresó al formato largo, moda afro incluida, con el disfrutable Art Official Age (2014) y PlectrumElectrum (2014), secundado por el energético trío femenino3rdEyeGirl. Y para cerrar la trayectoria, otro doblete: HITnRUN: Phase One (2015) y HITnRUN: Phase Two (2015), álbumes que antecedieron la intención de salir de gira bajo la lógica del piano y el micrófono, misma que no podrá disfrutarse en este planeta, acaso en algún otro microcosmos de elusivas tonalidades doradas.
Después de 38 álbumes en estudio, más los que se vayan acumulando a través de las grabaciones que dejó en el tintero; una presencia cargada de una iconografía por completo distinguible; reflexiones constantes sobre el papel del artista en el mundo de las mercancías y transacciones y, sobre todo, la trascendencia estética frecuentemente identificable en múltiples propuestas actuales, el pequeño geniecillo de Minneapolis se ha despedido para emprender su viaje intergaláctico, de cósmicas resonancias.