martes. 23.04.2024
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DIARIO DE UNA MILLENIAL MUSICÓMANA Y NOSTÁLGICA

Escuchar es magia

Daniela Aguilar

Escuchar es magia

Escuchar es magia, no hay de otra.

Escuchar transforma. Te transforma. Escuchar es magia porque vas allí, a ese “lugar” al que te lleva la música, con la ilusión propia de un mendigo que busca pan en el basurero menos concurrido; das un vistazo, vas arrastrado y arrasado por tu curiosidad y tu necesidad y, tal vez, la necedad. Por las posibilidades.

Al escuchar siempre encuentras. Algo, pero lo encuentras.

 Ben Watt, Gradually

Ben Watt es un señor de 53 años. Es británico. Toca, canta, compone. Eso dice Internet.

Es otro día estaba tirando tiempo en redes sociales. En eso recibí un mensaje: una liga a un video, algo llamado Gradually, que me pidió que pusiera play cuanto antes y, obediente ante no sé qué clase de duda, lo hice. ¡Ay, carajo! Creo que eso fue todo lo que atiné a decir. Tenía los audífonos puestos y hubo magia: Gradually, con un demonio, no tiene nombre ni adjetivos, es lo mejor.

“¿Te gustó?” me preguntó la persona al otro lado de la pantalla, quien me mandó la liga. Y yo pensé: “¿Cómo se supone que responda a eso?” Pero es obvio, para que algo te guste a veces no se necesita más tiempo para jactarse de eso sin temor a equivocarse. Lo que duró Gradually fue más que suficiente para afirmar que Ben Watt llegó y me dijo: “Mira, soy genial. Debes escucharme porque te voy a gustar y vas a pasar un buen rato oyendo antes de dormir, si es que lo haces.”

Ben, además, resultó una buena respuesta ante todo ese rumorcito constante de la gente que me dice “Daniela, escuchas puras cosas viejas.” Sí, ya sé que tiene 53 y que para más de uno enciende la alarma de tiene-más-de-20, es-mayor, del-siglo-pasado, viejo-viejo-viejo. También sé que empezó su trabajo en el ‘81 pero él, insisto, es la bofetada de realidad que muchos lucharán por negar. Es la llamada, el bip-bip-bip que seguro más de uno no querrá admitir, porque es la demostración ingenua de que SIEMPRE hay algo bueno qué escuchar, siempre existe la posibilidad de algo genial y que, en efecto, aunque empezó el camino hace tiempo, está aquí dándonos canciones que hablan sobre hoy. Überfantástico.

Y yo no sé qué más pueda pedir alguien.

 

Prince Buster, Nothing Takes the Place of You

Llegué a él por las vías veloces de la Internet. Primero escuché su versión de All My Loving. No fue una canción que me cambió la vida (no descarto la posibilidad de que luego lo haga.) Pero me dije: busca más, suena a que este tipo sabe qué onda.

La canción siguiente se titulaba Nothing Takes the Place of You. El título simplemente me atrapó, era un anzuelo tentador. La canción, guau, sólo vital, sin más. Digo, ¿se requiere más? La puse una segunda vez, una tercera, cuarta, quinta, perdí la cuenta, no importa mucho. Es, en esencia, una de esas piezas que en resumen hacen que olvide casi por completo mi voz de guacamaya con bronquitis en medio de un partido de fútbol y me ponga a cantar.

Me pongo los audífonos y me pierdo, olvido hasta dónde estoy. La escucharé una vez más porque, según yo, acabo de encontrar una cosa fabulosa. Lo hago porque siento la estúpida necesidad de que alguien más la escuche y la entienda conmigo. Termina y me imagino corriendo como persiguiendo algo que jamás volveré a ver.

***

Daniela Aguilar (León, Guanajuato, 2000) es estudiante, escritora en ciernes y entusiasta de los discos. La música pop transformó su vida. Siente una extraña nostalgia por épocas que no vivió, pero ama con intensidad su era de las redes sociales y la inmediatez.

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