Enrique Marroquín, figura de la contracultura mexicana
BetoCronopio
El Padre Enrique Marroquín Zaleta (de la orden Claretiana) es una figura fundamental en la contracultura en México. Fue ordenado sacerdote en España en 1964 a la edad de 25 años, en medio del Concilio Vaticano II. Hizo estudios de posgrado en Filosofía en Roma, en la prestigiada Universitá San Tomasso, “El Angelicum” (ahí también estudió Karl Wojtyla). Estuvo presente en la “Misa Beat” el 27 de abril de 1966 auspiciada por la mismísima Sagrada Congregación del Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos, de la Curia Romana, que le reporta en forma directa al Papa Paulo VI. El evento tuvo lugar en el Oratorio San Felipe Neri, donde el grupo I Barritas rockeó haciendo vibrar los vitrales del templo, congregando a muchos jóvenes (ellas, portando minifaldas).
Regresó en 1968 a la Ciudad de México, donde se involucró en el movimiento avant-garde de entonces. Conoció al pintor José Luis Cuevas, a los dramaturgos Juan José Gurrola y a Alejandro Jodowrosky, al ensayista Guillermo Piazza. Dio clases en el Estado de México, donde llegó a imprimir volantes para el movimiento estudiantil.
Fue enviado a la parroquia del Purísimo Corazón de María en la colonia Del Valle, una zona de clase media/alta en la Ciudad de México. Ahí fue asignado al grupo de jóvenes, con el que se encargó de dar las Misas de Juventud incluyendo grupos de rock con guitarras eléctricas. Además hablaba de John Lennon o los Beatles durante el sermón correspondiente. La gente mayor se escandalizó y fueron suspendidas. Eso lo acercó a los jóvenes jipis y a sus mamás, quienes escandalizadas acudían a pedirle orientación, consejo, o que les ayudaran a regresar a sus hijos “por el buen camino”.
Tenía contacto con las dos partes: los jipis y sus padres. A uno de ellos sus papás le ofrecían un auto a cambio de entrar a sesiones con psicólogo y cortarse el cabello. Otros jóvenes decidían salirse de casa y formar comunas, hasta donde el padre acudía a visitarlos. Acudió a un mitin en el Parque Hundido en el que la policía llegó a dispersarlos, pero los jóvenes les regalaron flores y aquellos aceptaron retirarse, pidiendo permiso para levantar la basura. Los acompañó a Cipolite, la playa que los hippies gringos convirtieron en nudista. Visitó Huautla, donde conoció a la chamana María Sabina.
Creó el término “xipiteca” para referirse a los jipis mexicanos, quienes, a diferencia de los hippies, contaban con una fuerte presencia de sus raíces: camisas de manta, morrales tejidos y toda la indumentaria en respeto inmenso a sus antepasados.
Escribió el libro La contracultura como protesta, editado por Joaquin Mortiz, en el que con una visión amplia anticipa la caída del movimiento “flower power”. El libro fue presentado por José Agustín, quien además le dedicó dos artículos periodísticos.
Tiempo después el padre Marroquín se acercó al movimiento de la Teología de la Liberación y siempre ha estado al lado de los pobres.
Actualmente radica en Guadalajara, donde sigue dando clases.
Sin duda, una personalidad fundamental en la contracultura mexicana.
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BetoCronopio (Cd. de México). 46 años. Fan de The Beatles y del rock mexicano de los años 70, incluyendo el Festival de Rock y Ruedas de Avándaro. Ávido lector de dichos temas.
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