GUÍA DE LECTURA
Las curas milagrosas del doctor Aira
Jaime Panqueva
Leí en una reciente entrevista realizada al argentino César Aira, que había desistido de su “venganza” en contra de los lectores y que volvería a publicar este año una nueva novela, que se sumaría a su lista de obras, que supera los 80 títulos. Argüía que publicará por dos motivos; el primero responde a la acumulación de material para imprenta; y el segundo, porque ha realizado un experimento de novela en clave, muy “extrema” y “completamente irracional”.
En una Guía pasada comenté sobre su delicioso viaje a la infancia (inicia con un helado de fresa) en Cómo me hice monja, y pensé que debía volver a mis ejemplares pendientes de lectura. Aira tiene una gran ventaja, sus textos son breves, nouvelles de menos de cien páginas. Sin embargo, esto no debe despistar al lector. Novelas como Las curas milagrosas del doctor Aira deben leerse con atención, pues se trata de un gran juego metafórico respecto a los límites de la literatura y la realidad. Un juego de referencias filosóficas (Leibniz en particular) y alcances que evocan las creaciones de Borges en su Aleph.
El doctor Aira, obvio desdoblamiento del autor, enfrenta la persecución de su enemigo, el doctor Actyn, que busca desprestigiarlo a la mejor manera de nuestra época; haciéndolo fracasar ante las cámaras de televisión. Sus intentos, rocambolescos y en apariencia ilógicos, se entrecruzan con las intenciones de Aira de escribir una gran Enciclopedia por fascículos, capaz de englobar todos los hechos acaecidos y todas sus variables. La novela se convierte en una gran metáfora de la capacidad de la literatura, de aprehender la realidad y sus posibles variantes en mundos alternos. Una delirante y compleja maquinación que permitiría el “milagro” de modificar nuestro presente, aislando sistemáticamente algunas causas, y por medio de una nueva agrupación de hechos reales, imaginarios, virtuales y posibles, engendrar un nuevo universo. El reto final, cuyo desenlace me reservo, empuja al doctor a curar a un enfermo terminal, a obrar el milagro frente a familiares y prensa.
Aira (el escritor) no gusta de los reflectores, ni de las banalidades de la prensa. Comenta en la entrevista que mencionaba al inicio: “Hay qué elegir. En general, mis colegas eligen ser importantes pero yo me estoy resistiendo a eso. Estoy tratando de escribir cada vez peor, a ver si no me toman en serio.” Díganme si no vale la pena leer a César Aira.
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