‘Una carta siempre llega a su destino’. Los archivos Barragán en el MUAC
Gabriela Mosqueda
La primera vez que escuché de esta historia –hace unos 8 o 9 meses- quedé fascinada por su complejidad dramática, algo poco frecuente en los proyectos de arte contemporáneo: una artista había oído por allí que la dueña del archivo de Luis Barragán, el famosísimo arquitecto mexicano, había recibido tal archivo como regalo de compromiso, es decir, en lugar de un anillo.
¿Cómo llegó a Federica Zanco toda la documentación profesional de Barragán? El cuasi-culebrón se desarrolla más o menos así: Luis Barragán nunca tuvo hijos, por lo que dividió los papeles de su vida en los que tenían carácter personal, que dejó bajo custodia de su familia, y los profesionales, que regaló a su socio de toda la vida, hombre que buscó por diferentes medios que el archivo pudiera colocarse en manos de una institución de cultura mexicana, sin éxito. Al morir también él, la esposa lo vendió a Rolf Fehlbaum, futuro esposo de Federica Zanco, quien finalmente recibió los documentos como regalo y formó con ellos una fundación en Suiza, a la que pocos tienen acceso. Magid pensó que sería poético (y artístico) ofrecerle entonces a Zanco un anillo como el que nunca recibió: el cuerpo de Luis Barragán a cambio del cuerpo de obra de Luis Barragán.
Hace algunos meses, esta historia y su correspondiente trabajo artístico –que no parecían presentar mayores sobresaltos- se tuvieron que enfrentar a la turba enardecida de la opinión pública en México, que calificaron el proyecto como una “profanación” y una “vejación a los restos de un ilustre jalisciense”, especialmente en publicaciones del periódico El Universal. Se firmaron manifiestos, se declaró ilegal la exhumación, se buscó a responsables de haber otorgado permisos, se habló de Magid como una gringa inculta que nos viene robar cosas, se buscaron los precios de convertir cenizas en diamantes, para luego acusar a quien hubiera decidido aportar tal cantidad de dinero a este “espejismo” del arte contemporáneo, e inclusive hoy se exige a Magid que pulverice el diamante para devolver el polvo a la urna donde se encuentran el resto de las cenizas de Barragán.
Además, ¿no se supone que como mexicanos seamos mucho más capaces que cualquier ciudadano de otro país, de comprender y reírnos de las ironías de la muerte?
En fin, quizá la indignación logre convertir esta expo (que por otro lado no es demasiado espectacular, aunque sí interesante) en una de las más vistas del año.
Jill Magid: “Una carta siempre llega a su destino”. Los Archivos Barragán
27 abril - 08 octubre 2017
MUSEO UNIVERSITARIO DE ARTE CONTEMPORÁNEO
Insurgentes Sur 3000, Centro Cultural Universitario
Ciudad de México
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Gabriela Mosqueda (León, Guanajuato, 1986) es licenciada en Comunicación por la Universidad Iberoamericana León con Maestría en Museología y Gestión de Exposiciones por el Instituto Superior de Arte de Madrid, España. Ha colaborado en museos estatales y federales, galerías y colecciones privadas, así como publicaciones de arte y diseño en Guanajuato y la Ciudad de México, donde actualmente vive y trabaja.
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