Es lo Cotidiano

Cien películas para una vida [VII]

Rafael Cisneros

Cien películas para una vida [VII]

Bienvenidos a la sección de este listado que me gusta llamar ‘Los terceros lugares’. Disfruten mi decálogo que coloco orgullosamente en el sitio continuo de mis ‘terceras predilectas’. Y en honor a Douglas Adams y su día de la toalla, les prometo más sentido del humor en el listado (aunque en realidad sea una casualidad esta simetría del día de la toalla y estos ‘terceros lugares’ donde se incluyen, en su mayoría, comedias o dramas con tinte de humor negro). Puede ayudarme en el aspecto de demostrar que no todas mis predilecciones son extremadamente serias. Todos tenemos nuestro corazoncito, y mejor aún, todos somos cosquilludos de alguna forma. Muchas de las siguientes películas me cosquillean el alma y me han dado las mejores carcajadas y risas de fascinación que he vivido. En fin, siguamos...

30. LUMIÈRE & COMPANY (1995) de 41 cineastas internacionales

Amo las colaboraciones. Las adoro. Tal vez porque la mayoría de las colaboraciones en las cuales he participado a lo largo del tiempo no llegan a nada, son olvidadas, se toman como cotorreo momentáneo, no se completan si no hay dinero de por medio, o se desintegran por intereses propios. Me es extraño, y por tanto tristísimo, que las colaboraciones (en mi entorno específico) logren cumplirse, o logren construirse con base en algo más que meras conveniencias, o que incluso exista en ellas el conflicto entre sus miembros, donde no logran concordar y concluyen sus participaciones o, lo que es todavía peor, se dejan llevar por ese sentimiento que JAMÁS en mi maldita vida he llegado a comprender: la envidia. Entiendo de egoísmos y orgullos... pero, ¿envidias? ¿Qué no es algo que sólo absolutistas retrasados mentales y sociales ejercen con perfecto desequilibrio? En fin, siempre es un gusto el saber de colaboraciones, más si se trata de mi más predilecto bien común: el cine.

Lumière & Companyfue un proyectoconmemorativo de los 100 años que cumplió el cine por allá en 1995, dondecuarenta y unafiguras clave del cine internacional tuvieron el privilegio de usar la bellísima cajita Lumière para filmar 52 segundos de película, y el resultado fueron 41 cortometrajes de tremenda valía narrativa, estética y a veces solamente contemplativa, brindando uno de los más hermosos tributos a un fenómeno social, y sin duda, la carta de amor al cine que más adoro, que más me ha fascinado y que más me ha inspirado a creer que el entendimiento humano puede unificarse, todo por la física y anímica manifestación del cine. Aquí participan cineastas tan conocidos como Abbas Kiarostami, Theo Angelopolous, David Lynch, Win Wenders, Andrei Konchalowsky, Spike Lee, Claude Lelouch, Lasse Hallström, Costa Gavras o Michael Haneke, hasta grandes extraños como los brillantes Idrissa Ouédraogo, Yoshishige Yoshida (para mí el Alain Resnais de Japón), Jaco Van Dormael, Lucian Pintilie o Helma Sanders-Brahms. Cada uno de esos microcuentos audiovisuales son bellísimos en la particular estética de los participantes, brindando no solamente manifestaciones estilísticas, sino grandes ejemplificaciones delpropósito del cine: nosotros.

Y mi favorito de todos, del director de Babette’s Feast:

29. SÁTÁNTANGÓ (1994) de Béla Tarr

Había prometido sentido del humor y les salgo con esta mole de siete horas, seria y grisácea como suele conocerse a ese tal ‘cine de arte’ que tanto se comenta en las academias y círculos sociales de vomitiva pretensión. Pero sí, tal parece que debo incluirme en estas pretensiones. Podría decirse que, además de El año pasado en Marienbad, esta cinta de Béla Tarres la más ‘arty’ que incluyo en mi lista. Cine con tomas artísticas, temática existencial y planos experimentales que son el manjar de discusión para los estudiosos y simples faroles de sobremesa (comento en mi total ignorancia y sin conocer mayores círculos a los que me ofrecen la cultura del plagiador social por excelencia – a.k.a. mexicano).

Pero no puedo evitarlo. Amo esta película. Realmente la adoro. La veo, como mi queridísima Susan Sontag, una vez al año desde que la descubrí.Quizá la forma más fácil de explicarme no es mediante sus significados filosóficos y su aporte cinematográfico (y claro que los tiene, básicamente podemos decir que fue construida con esos fines; ¡vamos, la historia la escribió László Krasznahorkai!) Mi asunto personal cae en lo honradamente contemplativo. Sin ser superficial, creo que la película en sí es fascinante por sus contadas imágenes que nos cuentan una historia que, en primera instancia, no requeriría de tanto tiempo, menos si pareciera no tratarse de nada más que la espera y el tedio. Pero esto es lo que me fascina: creo que se trata de un estudio perfecto del decaimiento, de la resignación, del tedio, de la espera, una muchedumbre de personajes que rozan entre la borrachera y el patetismo, todos sobresalientes en la banalidad de su estado, en que son memorables sólo gracias a sus circunstancias, no a sus personalidades, muchas de ellas nulas y bajo el mandato de sus manipuladores. Me parece una cinta que aprecia todos y cada uno de los detalles que requieren vivir sus personajes. Los sonidos son deliciosos, puedes saborearte la raspadura de una fumada de cigarro, o los tragos continuos de un hombre bebiendo, o cada paso sobre el lodazal o los pisos crujientes de las casas que componen el protagónico pueblo fantasma. Los diálogos larguísimos, brevísimos, los espasmos y las reacciones... ¡todo fluye con espléndida lentitud! Lentitud contemplativa para todo un día de hipnotismo frente a la pantalla donde estés viendo la película.

Eso sí, como muchos, tengo un gran problema con las controvertidas escenas donde torturan a un gato, primero siendo capturado en una red y colgado en el techo, donde lo vemos gemir de desesperación mientras trata de desenredarse (esta sola mención me da retortijones y ganas de llorar), y finalmente, con su envenenamiento forzado por una niña espantosa que, si nos vamos al más estricto simbolismo, representaría a la perfección todas las mortificaciones estudiadas en la cinta: resignación, espera y tedio, y todo conlleva a la muerte.

En fin, Sátántangó es un festín hipnótico que no me agota en absoluto, y que invito a todos a ver, aunque sea como una especie de Meca, al menos una vez en su vida.

28. EL ESQUELETO DE LA SRA. MORALES (1960) de Rogelio A. González

Es triste teneren México tan poco acervo de humor negro; es casi atenuante. El humor mexicano decae siempre, como es sabido y aplicado de sobra,en el albur o la degradante zona de confort que son los insultos directos a las madres y en relación a meterse cosas por el culo, ese doble sentido que, para mayor alcance de audiencia, se despoja de toda gracia e inteligencia para atestar el aire de majaderías que asegurarás el desmadre de risas forzadas, porque sabemos perfectamente que lo que nos cosquilleaes el falo,esfácil de notar. Otra desventaja es que el orgullo mexicano dictamina que somos una cultura familiar, amable, bondadosa, cariñosa, recibimos con los brazos abiertos y estamos orgullosos de nuestros méritos, recursos y de nuestra nacionalidad… por ende, tendemos al fenómeno de la “ardidez”; somos una bola de ardidos delicados que, de no saludarnos habitualmente con el beso en mejilla o nos llamemos con diminutivos, entonces creemos lo peor y lo tomamos tan a pecho que comienzan las rupturas y las amarguras que cimentan las actitudes de este país.

A lo que voy de esta triste verdad es al milagro que significa esta cinta, El esqueleto de la Sra. Morales es para mí, sin pensarlo dos veces, la mejor de cuanta película se haya producido en nuestro país. En todos los tiempos. No solamente por ser el excepcional caso de sentido del humor, bien ennegrecido por su inteligencia en crítica social y ambientación siniestra, sino porque se trata de un suspense existencialista sobre la infelicidad conyugal, creándote la expectativa hacia las posibles acciones de los protagonistas.

La historia del matrimonio Morales: un hombre carismático, empático, amistoso, arduo trabajador, taxidermista apasionante y marido leal, que es capaz de los peores pensamientos cuando afronta la malicia puritana de su esposa, la Sra. Morales, quizás la mujer más detestable de la historia del cine mexicano, quien reencarna el más perfecto estereotipo de la mochez, la persignada escandalosa que culpa todas y cada una de las facultades ajenas como un error contra diosito santo. Por supuesto, en un pueblo donde esta mochez prevalece (como suele ser en nuestro bienamado, conquistado e influenciable país), la Sra. Morales es apoyada por sus parientes y el sacerdote del pueblo, todos convencidos ciegamente en la victimización de la doña a manos de su inmoral esposo.  Esto, además del susodicho carisma de nuestro Sr. Morales, nos hace estar totalmente de su lado… incluso cuando decide cruzar la línea entre el escapismo y, finalmente, el crimen. No importa para nosotros, en ningún momento el Sr. Morales nos parecerá un villano, haga lo que haga bajo sus difíciles circunstancias, ya que será el auténtico antihéroe mexicano que representará los acusados y acosados por el puritanismo tiránico y las amenzas de la ignorancia, así deba padecer consecuencias que, a final de todo, tendrán su camino de salida. Sea cual sea esta salida. Comedia negra, drama de intriga, obra teatral, court-room drama, denuncia social, entre el coraje estomacal y las profundas carcajadas, les aseguro que hallarán en esta cinta muchos grandes momentos que ni el propio Hitchcock hubiese logrado filmar. El cine mexicano tiene tantos tesoros en su preciado haber, y éste es mi predilecto de todos cuanto he encontrado. A seguir buscando que seguro hay más, y si no, ¡dejen de hacerse de planos secuencia que duran toda la maldita película –explorar narrativas y no alardear tecnicismos– y pongan a trabajar esas historias, cineastas jóvenes!

27. ZAZIE DANS LE MÉTRO (1960) de Louis Malle

Las aventuras de la pequeña Zazie, creada desde la literatura por el genio matemático Raymond Queneau, filmada por el versátil e indiscutible Louis Malle, e interpretada por la tiernísima y memorable Catherine Demongeot, contiene muchos de los grandes momentos de la comedia universal.

Desde graciosas persecusiones hasta momentos de divagación poética de piso en piso por la Torre Eiffel, se trata de todo un alboroto porque la traviesa Zazie desea subirse al mentado metro. Pero la interferencia adulta le impedirá subirse al adorado aparato (todo se debe a una huelga de trabajadores) y ella decide, en una especie de gran berrinche, hacerse de divertidas vacaciones a como dé lugar, volviendo loco a su tío a la vez que familiariza con otros personajes parisinos que, en su total despapaye, complementarán las chuscadas de esta memorable cinta.

Un cuento infantil excepcional donde la inquieta juventud lucha a favor de simples diversiones que no pueden cumplirse dado típicos problemas adultos, ya sean comportamientos calmados o, como dije antes, las huelgas laborales (y aún así, al final la pequeña Zazie hace exactamente lo que se le pega su gana, dando los más chingones resultados). La magia de la cinta es contagiosa, las carcajadas se hacen solas, Catherine Demongeot como Zazie se vuelve uno de los grandes íconos femeninos del cine, un adorable desmadre cuya intensidad nos recuerda aspectos íntimos de nuestras infancias, la alegría del juego y del escape, la energía y astucia de las persecusiones, los momentos de auténtico llanto y decepción y la venganza producida por estos. ¡Échen un vistazo a la obra maestra de Louis Malle!

26. DAFFY DUCK’S QUACKBUSTERS (1988) de Greg Ford y Terry Lennon

Recuerdo que de niño creía que el ser una caricatura era también una carrera que se podía ejercer. Que si actuabas lo suficientemente locuaz, podías transformarte en un dibujo animado a placer y actuar en las mejores películas del mundo. Y por supuesto, también creía que las profesiones en las caricaturas eran posibles, ya que representaban con perfecto tino muchas otras profesiones conocidas en la realidad. Así pues, esto mezclado con mi fascinación por el terror desde que tengo memoria (y sin vacilar, recuerdo hasta mis primeros pasos), al ver esta cortísima cinta, mi predilecta de todas las estelarizadas por los Looney Toons, decidí que quería ser Paranormalista.

Desde luego ahora sabemos que uno sí puede hacerse de esta profesión, incluso llegar a hacer programas de televisión. Pero en fin, en aquel entonces sonaba aún más creíble, sobre todo porque tenía la total certeza de que existían los monstruos y se les debía detener a toda costa, y que esta cinta era un manual de cómo tratarlos sin exterminarlos. Mi estímulo hacia lo paranormal se incrementó a tales grados de hacerme de una pequeña oficina, y dedicaba mis juegos a investigar casos a lo largo del mundo, así como ir a casa de amigos y realizar mis prácticas profesionales de identificación paranormal (así de grandilocuente), persiguiendo fantasmas por toda su casa, en veces asustándolos, en veces involucrándolos en la ambientación, y claro, en veces alzando la mirada y creyéndome estúpido. Como sea, era divertidísimo.

Amo esta cinta no solamente por haberme brindado un primer acercamiento a las profesiones, sino también porque, viéndola objetivamente, se trata de una historia bastante fuerte en el horizonte animado de los Looney Toons, y tanto actuaciones como guion equilibran con vibrante tino las perturbaciones que suceden.

Fuera del primer vistazo donde el Pato Lucas es el protagonista junto a Porky, Silvestre y Bugs, la trama es la siguiente: un muchacho obsesionado con las historietas de terror finalmente crece para entrar en el mundo laboral, siéndole imposible mantener un solo trabajo, por mediocre que este sea. Al fin topa con la oportunidad de hacer reír a un multimillonario como deseo final en pleno lecho de muerte. Una vez que logra brindarle su última carcajada, el multimillonaria muere no sin antes dejarle gran parte de su economía. Con ella planea vivir al gusto, y una vez que se jacta de su total seguridad, el fantasma del multimillonario lo acosa con la obligación de usar el dinero para servicios a la sociedad. En venganza de esta condición, el muchacho comienza la profesión de “Paranormalista Ambulante”, prometiendo acabar con todos los “ectoplásmicos” que deambulan las calles del mundo. Con ayuda de un despistado, confiado, pero responsable equipo de trabajo, el muchacho vivirá episodios de hilarante escalofrío a su vez que afrontará la constante desaparición de su dinero por parte del multimillonario fantasmal, reprendiendo su comportamiento hasta el punto de retornar a la frustrante pobreza. ¡AH CARAY! ¡ESA ES LA JODIDA TRAMA! A todos los nostálgicos de las viejas y buenas caricaturas, y a todos los que adoren el terror, esta cinta es una carta de amor a estas circunstancias, una sorpresa medianamente aterradora para los niños (todo un estímulo para ellos), y un peliculón para el cinéfilo obsesionado con dichas temáticas. Asombrosa y adictiva, es fácilmente de las cintas que más he repetido en mi vida; ¡y las que falta todavía!

25. MOONRISE KINGDOM (2012) de Wes Anderson

La historia de amor que estaba esperando encontrar y tuve que esperar hasta 2012 para vivirla. Pero al fin llegó y puedo disfrutar de sus atributos hasta las lágrimas y el pataleo entusiasta de disfrutar una de las mejores historias que he visto. Los jovencitos Jared Gilman y Kara Hayward hacen una parejita extraña en sus particulares formas de ser, y porque viven un romance originalísimo en circunstancias y diálogos. Su química trasciende los sentimentalismos, y con la seca sensibilidad que contiene todo personaje de Wes Anderson, la parejita manifiesta expresiones que van desde la mente centrada en sus prioridades románticas (Jared Gilman, boy-scott que boy-cotea su campamento por amor y correspondencia) hasta la sensualidad entregada a una perfecta mescolanza entre amor e intelecto (Kara Hayward, la jovencita más sexy del mundo). Un amorío tan honesto en su manifestación que en ninguna de sus palabras y movimientos se nota capricho o venganzas de algún tipo; esto es amor a primera vista que lucha por su continuidad y desea prevalecer sobre los conflictos adultos, un amor que nos involucra tanto al punto de hacernos rememorar loque sentíamos de niños sobre cosas que nos interesaban, cosas por las que realmente arriesgaríamos la vida. Aquí el romance no busca parámetros ni condiciones, sino vivirse tan larga e intensamente como se pueda.

Cada detalle de esta historia es espectacular, desde las ubicaciones brindadas por un guía isleño para pintar el fresco donde ocurrirá la historia, los conflictos del campamento de boy-scoutts que no puede continuar hasta que todos los miembros estén sanos y salvos, hasta problemas de abandono infantil, que si bien las esperanzas logran aterrizar en el entendimiento, podría surgir la adopción.

Aquí también actúa un impecable Bruce Willis quien, acostumbrado a las cintas de acción, nos demuestra su clara versatilidad a los grados de protagonizar sin dificultad una obra de Wes Anderson. Edward Norton, Frances McDormand, de nuevo Bill Murray, Harvey Keitel, Tilda Swinton, todos esos grandes nombres haciéndola de seres coloridos en la historia más colorida de cuantas ha filmado Wes Anderson. Esta sería mi favorita de él, sin duda… de no ser por…

24. DUCK SOUP (1933) de Leo McCarey

La escena del espejo. Tan sólo... ¡la jodida escena del espejo! Además de esto… ¡todo lo demás! ¡Viva Freedonia y todas sus posibilidades! ¡Indescriptiblemente graciosa! ¡Felicidad alcanzable! ¡Mi favorita de los maravillosos hermanos Marx! ¡En fin! ¿Alguna duda?

23. THE GAME (1997) de David Fincher

De vuelta a las clases de cine. David Fincher, de mis maestros más personales, es responsable de muchos de los thrillers psicológicos mejor logrados de la historia. Aún conociéndo los finales, repetimos sus películas por su reveladora forma de construir escenas de intensidad sorpresiva o de tragedia dramática. De su filmografía puede elegirse fácilmente los grandes mazazos en el consciente colectivo, tales como Se7en o Social Network, y más recientemente, Gone Girl, esa cinta que inicia como un thriller más y, de la mitad en adelante, se transforma en un manifiesto social de la vida conyugal moderna. Pero de todas estas, elijo The Game por distintos motivos: 1) Es quizás la cinta de Fincher que más veces he visitado; sus estrategias visuales me dejan pasmado, cada cuadro es una belleza (aunque se trate de un objeto inmóvil) y la fluidez narrativa es impecable. 2) Para mí, el papel de vida de Michael Douglas, presentándonos un multimillonario con las tiranías expectantes de su estereotipo pero con un desarrollo completo y total, haciendo que mucho antes de presentarse la oportunidad para redimirse, presenta detalles que asoman una gran cualidad para afrontar peligros y una fulminante inteligencia. 3) Fincher es capaz de tomar las particularidades del suspenso y moldear una visión objetiva, siempre estilizada con su icónica oscuridad, de manera que el espectador reciba el cumplido que Fincher siempre busca darnos: somos lo suficientemente inteligentes, malvados y morbosos como para ir construyendo por nuestra cuenta distintas posibilidades de lo que sería el desenlace, y a pesar de esto, sabe jugar con esta inteligencia y cambiarnos la jugada con la sutileza de los grandes secretos. 4) Está, junto a Benjamin Button, en el Olimpo Cinematográfico de la Criterion Collection, por tanto, si se eligió es por algo. 5) Etcétera, etcétera, no quisiera abrumarlos con mis notas al respecto.

The Game es, en sí; dada la extraordinaria situación en la que se encuentra el multimillonario Nicolas Van Orton, un relato fantástico donde el grandísimo programa de superviviencia en el que se involucra, se vuelve una realidad plausible conforme las posibilidades financieras y lo psicológicamente plausible nos hipnotizan en el que, a mi personal parecer, es el thriller psicológico por excelencia, uno que siempre recomiendo incluso sobre otras magnificencias de mi queridísimo Fincher.

22. GRAVE OF THE FIREFLIES(1988) de Isao Takahata

La mejor película jamás producida por los legendarios Estudios Ghibli, una compañía cuyo trabajo se cimenta en la fantasía y la épica. En este film la épica no cambia, sólo se traslada a los sentimientos de pérdida en plena guerra. No es gratuito que el propio Roger Ebert estuviera completamente serio y pasmado, como en ninguna otra película, cuando habló de ella en su programa hace más de un par de décadas.

Puedo decir que nunca en mi vida he visto una cinta en contexto de guerra que empatice tanto con las víctimas, no a modo estricto de victimización, sino como un claro manifiesto de las consecuencias a pesar de que los protagonistas luchan constantemente por sobrevivir. A veces no importan los esfuerzos, la esperanza o la búsqueda de recursos y sentidos. A veces la vida termina, y por desgracia, sí bajo circunstancias que se encuentra en nuestras propias manos. Las hambrunas, las pobrezas de materiales y espíritu de los nuevos siglos, no se deben a las plagas o calentamientos, sino a las guerras que tanto idolatramos y que presentamos casi como una puesta en escena predilecta.

La historia de Seita y su hermanita menor, Setsuko, se desarrolla al término de la Segunda Guerra Mundial, cuando “ha pasado lo peor”. Por supuesto, lejos de afirmar tal cosa, es ahora tiempos de confrontar las muertes lentas de la hambruna y la pérdida total de sentido, ya sea nacional o familiar. Ambos deberán sobrevivir por cuenta propia, ahondando en el orgullo de los sobrevivientes pero decayendo en varias ocasiones a la triste conclusión de que necesitan ayuda. Pero a veces, ni aún teniendo la ayuda a la mano, podrán escapar del deterioro.

He oído por ahí nue a mucho gente no le agrada esta película, dado que, sí, es extremadamente triste; suficiente razón para llegar a afirmar que es una “mala película”. Disculparán el comentario, pero me parece una total estupidez. Es como afirmar que las cintas de terror son malas porque... ¡asustan! Y dado que no nos gusta asustarnos, cualquier cosa contraproducente a nuestra momentánea alegría es malo por default. Es simple y sencillamente ridículo. No digo que todos debamos verla para sufrir, pues el alma de la cinta no pretende estristecer tan gratuitamente, o no sería el milagro cinematográfico que es. Pero sí que es una cinta necesaria para desarrollar nuestra empatía sin la necesidad de imágenes bélicas al por mayor. A veces la historia más triste es la que nos produce la impotencia de no poder participar en la salvación de sus protagonistas, más si se trata de niños... ¡Más si es una cinta de animación! Pero aquí reside su poder, el cómo a través de los dibujos animados puede representarse la lucha humana con los rasgos más fidedignos que, de ser reales, lucirían simple y sencillamente trágicos. La animación deja de lado la victimización y transforma la cinta en un manifiesto de perseverancia y contexto histórico.Un filme con muchísima alma. Y como todos sus fans, me cuesta trabajo mantenerme a raya de las lágrimas cada que pienso en ella.

21. EYES WIDE SHUT (1999) de Stanley Kubrick

Kubrick afirmaba que esta cinta era su auténtica aportación al cine. Lo que en su tiempo se esperaba como “la película más erótica de la historia”, terminó sorprendiendo a audiencias y críticos al topar con uno de los films más valientes que se hayan hecho.

Kubrick plantea, sobretodos sus temas que denotan la maldad humana, el más cercano a sus principios: el compromiso, ya sea conyugal o laboral, físico y anímico. Eyes Wide Shut es de las contadas cintas que, contrario a las máscaras que rondan su trama, exploran como libro abierto la honestidad matrimonial, todas y cada una de sus partes, sus fuerzas y debilidades, todo malentendido y sermón puestos sobre la mesa de la certidumbre, de aquello que damos por sentado, de la unión aprobada entre dos que, sin embargo, teme perderse en los deseos frustrados y la realización física.

Basadaen la novella de Arthur Schnitzler, Kubrick deseaba adaptarla desde principios de su carrera. Su muerte a los dos meses de haberla mostrado a los ejecutivos, la convirtió en el último escalón de su grandísimo legado. Luego de haber mostrado la idiosincracia, maldad y egolatría humanas en sus filmes, termina entregándonos la esperanza de la reconstrucción desde las peripecias de un matrimonio que representa a la pareja Occidental, bastante asegurada en la tranquilidad hogareña que se visualiza normalmente como un punto final o una tacha en la lista de obligaciones sociales. Kubrick mueve el tapizado incuestionable del silencio conyugal y extrae todo cuanto esconden los interiores, presentándose a ratos como una de las cintas más aterradoras en cuanto a verdades manifestadas y hasta en ambientación. Aún más escalofriante que The Shining, la cinta nos ayuda a determinar si estamos hechos para el auténtico compromiso de compartir la vida con alguien que, sin ser tu alma gemela, puede ser el complemento no-idealizado de una relación trascendental, no por cuestiones de superflua estabilidad, sino con la franqueza y entendimiento de dos personas que realmente se aman, decidiéndose compartir la eternidad que les quede a conciencia total de sus defectos, realizaciones, inquietudes, fantasías y temores.

Todo un ritual de empatía psicológica y anímica, Eyes Wide Shut es todo lo que Kubrick dijo que es, así como una de las grandes cintas para la exploración humana.

 

C O N T I N U A R Á

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Rafael Cisneros
(León, Guanajuato, 1988) es escritor y cinéfilo. Ha producido, dirigido y editado numerosos videos para publicidad, grupos pop y cortometrajes artísticos. Ha publicado, bajo varios seudónimos, numerosos cuentos.

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