De su nombre y dolor
No vemos. No nos movemos. No cantamos. Pero nos obligamos a abrir los ojos, brincar y gritar, porque la vida está incluso en quienes habitan ya el no ser, exigiendo saber qué de lo previsible no fue previsto y dónde los crímenes pretelúricos empezaron como sólo corrupción o indolencia e inmovilidad.
Y este Tachas 224 quiere ser sólo una taza de café o un caldo caliente o cigarro o frazada en los hombros de la mirada, del grito y de la danza exigente que trabajan en rehacernos al rehacerse.
Y va.
esloCotidiano
04:37 24/09/17