miércoles. 24.04.2024
El Tiempo
Es lo Cotidiano

Cuarto a las doce

Yara Imelda Ortega

Foto, María Gómez Bulle
Foto, María Gómez Bulle
Cuarto a las doce

(El sepelio de una niña

tres cirugías, dos años.)

No lo sé de cierto

lo intuyo, lo siento

la muerte no avisa

la vida se percibe

en la neuropatía

que la confirma.

En la redina los sueños

al telar la esperanza

del percal do arrebujo

la espera del cuarto a las 12.

Agónico amateur

mezcla la redoma del pasado

el amor y la hiel

de la memoria.

Adiós para siempre Stephen

bienvenido a la eternidad Hawking.

Amputarán manos, senos

pero nunca la voluntad

ni la fe. Beso azucenas.

Pies helados.

Comienza la canícula.

11:45 (Tras el sismo)

¿Ofende el azul

sobre la tierra

de la Gran Promesa

que fuera mi vientre?

Ofende el azul

sobre la prosapia

del nombre y apellido

que se desvanece

en el mío. El último.

Ofende el trino

que fuera violín o flauta

sobre los tejados

bajo las constelaciones

que me abrigan.

La música es el azul

que pronto mis ojos no oirán.

El do sostenido que ya no miré

volando de la cúpula al vitral.

Azul que duele

en el muro articulado

que encarcela al corazón.

Menos latidos por delante

más los que quedaron atrás.

Sueños que trinan

desde la luz multicolor

de los vitrales

ojos que hacen carbón mojado

antes de encender.

Notas melódicas y siderales

den reposo a Lódz

Treblinka, Guérnika y Lídice

Londres, Sarajevo y París.

Menguante jiboso

se pinta el futuro

media semana, no más.

Incendio esclerótico

llora involuntario

bajo las llamaradas solares

vaivén pendulante

del credo a la fe

en el espumante terrado.

Artimañas juristoides

tecnicismos geometrales

en tramas hertzianas

Sol urdido, astro, rey y dios.

Un renglón mecanografiado

sentencia: adenocarcinoma

en cuarto grado.

[Ir a la portada de Tachas 250]