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Las semillas de la fe [y IV]

Javier Morales i García

Billie Holiday
Billie Holiday
Las semillas de la fe [y IV]

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No hay, ni se quiere que haya en el blues, transfiguración lírica, que es un lujo para blancos; no hay drama, porque el drama está hecho de sombras, pero también de luces. Tiene, en cambio, el conocimiento de una tragedia en acción, que no terminara jamás. El blues singer no canta la vida, sino el no morir; habla siempre de lo que no tiene ni tendrá nunca.

El blues no es un modo de ver, de interpretar la vida, los hechos, las cosas: es la vida misma, es todo lo que circunda al negro americano, y que es triste, gris.

"El blues es un hecho natural”, ha dicho Big Bill Broonzy, uno de los mejores y más reconocidos cantantes de blues, nacido a orillas del Mississippi. “Si no lo vives, quiere decir que no lo tienes."

Pero, ¿qué quiere decir "tener el blues"?

Huddie Ledbetter ha dicho:

"Cuando por la noche estás acostado en la cama, y giras a uno y otro lado sin lograr conciliar el sueño, no hay nada que hacer. El blues se ha adueñado de ti... Cuando te despiertas por la mañana, te sientas en el borde de la cama, y puedes tener cerca a tu padre o a tu madre, hermana y hermano, tu chica o tu chico, pero no tienes ganas de hablarles... No te han hecho nada, y tú no les has hecho nada a ellos... ¿qué importa? El blues se ha adueñado de ti".

Billie Holiday decía que el blues para ella era estar muy triste y enferma pero también era como cuando iba a la iglesia, de niña, y se sentía feliz escuchando todas aquellas palabras y la música que allí sonaba. Billie decía que había dos tipos de blues: los blues tristes y los blues alegres, y que se podían tener los dos a la misma vez pero de distinta forma, como una mezcla de sentimientos en donde la vida podía ser muy lenta o muy brillante, pero el que los siente los siente de verdad.

En su caso, todo lo que sentía o cantaba era ya parte de su vida.

Así que se ha visto que había y hay muchas razones para tener el blues en los tiempos del primer florecimiento de estos cantos (las hay todavía, en este sentido) para el negro americano, y sobre todo para quien estaba obligado a vagabundear de ciudad en ciudad, en busca de uno de aquellos negro jobs (trabajos para negros) que siempre escaseaban.

Como le ocurre al vagabundo protagonista de The Cholly Blues...

When I was out in West Texas
I was goin' for something to do
I was broken and was hungry
Didn't have no place to go
And that's the reason, baby,
I just want to know
Can I lay down here until that day?
I'm a stranger in your town
Ain't got no place to stay.

Eso de no tener un lugar donde quedarse, donde dormir, donde ir, de estar lejos de las personas queridas, es un motivo común en numerosos blues...

I'm a poor boy far from home, por ejemplo, es una de las muchas frases hechas que se encuentran en bastantes blues, como por ejemplo en el que fue grabado por uno de los muchos vagabundos de Texas, llamado Rambling Willard Thomas:

I was down in Loosianna, doin' as I pleased
Now I'm in Texas... I got to work or leave
Poor boy, poor boy long way from home.
If your home's in Loosianna, what you doin' ever here?
My home ain't in Texas and S sure don't care...
Poor boy, long way from home.

En el paso del campo a las ciudades (un proceso que duró algunos decenios) el blues fue perdiendo un poco de la originaria rudeza, precisó y consolidó una estructura propia que terminó por estabilizarse preferentemente en el esquema de doce compases por estrofa, y sobre todo modificó su temática, adecuándose a las nuevas situaciones en las que el negro, que vio ampliarse notablemente el horizonte, comenzó a encontrarse.

Ciertas situaciones no cambiaron en absoluto. Y, en primer lugar, no cambiaron las relaciones entre hombre y mujer, en la familia o fuera de ella. Una familia muy inestable, en la que la mujer, matriarcal por necesidad desde los tiempos de la esclavitud, tuvo desde el principio el papel dominante.

No se consentía entonces a los esclavos contraer matrimonio legal; sin embargo, las uniones duraderas entre esclavos no eran nada infrecuentes, y tenían para ellos el valor de matrimonios duraderos. Pero la caducidad de tales vínculos (que, por otra parte, podían ser cortados en cualquier momento por el amo, libre de vender a su gusto a uno de los cónyuges a quien quisiese) quedaba ya manifiesta por la simplicidad del rito con el que los matrimonios entre esclavos se celebraban o disolvían. Para unirse en matrimonio era suficiente que los futuros esposos saltasen juntos, con los pies unidos y tomados de las manos, un palo de escoba mantenido ligeramente levantado del suelo; para anular los efectos se procedía a la operación inversa, saltando hacia atrás.

Más común era aún la situación de la mujer esclava a quien se le asignaba solo el papel de productora, de modo que ella debía necesariamente cuidar de la prole convirtiéndose, por lo menos durante algunos años, en el único jefe de familia, ya que el hombre adulto (admitiendo que hubiese un padre identificado o identificable) no era llamado a compartir sus responsabilidades.

La posibilidad de contraer matrimonio a efectos legales después de la emancipación no modificó sustancialmente los respectivos papeles del hombre y la mujer, incluso porque le toco muy a menudo a esta última el honor de mantener la familia, siendo más fácil para ella que para el hombre encontrar un trabajo retribuido, por lo menos como doméstica.

La situación del marido o del compañero en una familia de tipo matrifocal es obviamente difícil. Dice Charles E. Silberman:

El resultado es a menudo más que una simple fuga psíquica. Incapaz de mantener el papel masculino, el marido intenta demostrar su fuerza poniendo en evidencia sus capacidades sexuales.

Pero su esfuerzo no puede tener éxito positivo y, de este modo, comienza a alejarse de la familia y termina por abandonarla para siempre. El abandono del marido, entre tanto, contribuye a confirmar aquello que la mujer siempre había sospechado: que los hombres son unos gandules."

Innumerables blues reflejan esa situación y estos sentimientos.

La mujer se ocupa de todo, mientras que el hombre está visto como un vago irresponsable; él es el conocido como easy rider (o C.C. Rider o See See Rider), que se puede encontrar en algunas estrofas de la antigua balada de Frankie y Albert, y que vuelve a descubrirse también en el título de muchos blues famosos.

Este es un tipejo que vive a costa de su mujer, que se da la buena vida y que al fin se va, dejando una cama vacía y en su compañera el recuerdo de tantas noches de amor.

Los blues de la cama vacía, en los dos sentidos, son tan numerosos que casi representan en sí mismos un género literario, y naturalmente, los más conocidos son aquellos que pertenecen a la época del blues mas clásico, y que ya cantaban las grandes blues singers de los años 20 cuando ya existía el jazz y cuando la música soul empezaba a asomar en los barrios de las grandes ciudades.

El que tuvo más éxito, incluso por sus muchas referencias sexuales, se llamaba justamente “Empty Bed Blues”, el blues de la cama vacía, y fue uno de los caballos de batalla de Bessie Smith:

I woke up this morning with an awful aching head
I woke up this morning with an awful aching head
My new man had left me with a room and empty bed...

En otros blues, la misma Bessie Smith (cuyo marido no era muy diferente de un easy rider) había interpretado perfectamente el papel de la matriarca autoritaria que ha perdido la paciencia con su compañero gandul. El título de este blues es “Put It Right Here” y comienza con esta estrofa:

I've had a man for fifteen years,
give him his room and boards,
Once he was like a Cadillac,
now he's like an old, worn-out Ford,
He never brought me a lousy dime and put it in my hand,
So there'll be some changes from now on, according to my plan.
He's got, get it, bring it, and put it right there;
Or else he's going keep it out there;
If he must steal it, beg it, or borrow it somewhere,
long as he gets it, i don't care.
I'm tired of buyin' porkchops to grease his fat lips,
And he has to find another place to park  old lips,
He must get it, and bring it, and put it right there,
or else he's going to keep it out there.

Mujeres y hombres, hombres y mujeres, seres humanos que esparcieron las semillas de la fe hablando y cantando sus vidas, que son también las nuestras...

F I N   D E  “LAS SEMILLAS DE LA FE”

***
Javier Morales i García
(Tenerife, España) es editor del fanzine Ecos de Sociedad, la publicación mod más longeva en Europa. Desde inicios de los 80, escribe, reseña y edita; hoy, Ecos puede leerse en ecos-de-sociedad.blogspot.com.es. Es obseso de la música y el cine.

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