viernes. 19.04.2024
El Tiempo
Es lo Cotidiano

Representar para cambiar

Amalia Jiménez Velázquez

 

Gal Gadot
Gal Gadot
Representar para cambiar

La representación, en la ficción joven, ha sido un gran tema de conversación últimamente. Ya sea por la falta de OverWatch, videojuego de disparos en primera persona multijugador, acusado de tener poca diversidad con intentos fallidos, o porque la representación forzada de J.K. Rowling (Animales fantásticos y dónde encontrarlos le han traído muchas controversias a Rowling, desde anunciar que Dumbledore era homosexual pero nunca reconocerlo en los libros, hasta el haber elegido a una mujer coreana para interpretar a Nagini, la mascota serpiente y luego horrocrux de Voldermort), la discusión está que va y viene.

No se ve mucha representación en los medios convencionales; en 2016, tan sólo 19% de los papeles principales de la televisión fueron de actores minoritarios. Predominan en el cine, la televisión, en la literatura (hasta en la política) los hombres blancos, nos cuentan sus historias una y otra vez, y esperan que nos identifiquemos.

¿Por qué seguimos viendo los mismos grupos representados cuando hay otros puntos de vista por explorar? 

¿A qué se debe la falta de representación en los medios de comunicación?

CBC News, junto con Aaron Languile, profesor en Laurentian University en el departamento de Matemáticas y Ciencias de la Computación, explican que “los videojuegos a menudo se comercializan a un grupo demográfico estrecho de hombres heterosexuales, blancos y de clase media”. Languile continúa diciendo: “A través de atender a este grupo, han ignorado a muchos otros grupos que están jugando videojuegos, por lo que hay mucha subrepresentación sistemática en los videojuegos”. Pero, claro, no s+olo es exclusivo de los videojuegos, sino también de películas, series de televisión y libros. De la ficción en general, pues.

Los medios convencionales justifican la falta de producto por la llamada “falta de demanda”. Reclaman que no hay suficientes personas interesadas en ver a dos chicos varones enamorarse, a un elenco asiático en una comedia dramática, o a una mujer u hombre de color salvar el mundo. Y así se creyó por años hasta que, en 2017, La Mujer Maravilla demostró que estaban muy, muy equivocados. Con Gal Gadot de protagonista, hizo más de ochocientos veintiún millones de dólares en taquilla (casi seis veces su presupuesto de producción) y tiene una calificación de 92% en Rotten Tomatoes, sitio web dedicado a la revisión, información y noticias de películas, que tiene diferentes formas para resumir las opiniones críticas generales sobre estos trabajos. La directora, Patty Jenkins, se convirtió en la primera mujer al frente de una gran superproducción de este calibre.

Al año siguiente, Love Simon hizo casi cuatro veces su presupuesto de producción en taquilla y obtuvo un 92% en Rotten Tomatoes, siendo considerada como la primera película estrenada por un gran estudio, que tiene por asunto principal un enamoramiento adolescente homosexual. Este año, Crazy Rich Asians, apenas habiendo salido el 21 de septiembre, ha ganado doscientos once millones de dólares en taquilla y ha alcanzado un 94% en Rotten Ttomatoes; es la primera película de un importante estudio de Hollywood que presenta un elenco asiático, desde The Joy Luck Club de 1993. Y cuál podría ser la evidencia más sustancial de que estaban equivocados, siendo considerada la novena película más taquillera de todos los tiempos: Pantera Negra, con 97% en Rotten Tomatoes, y 1,344 millones de dólares en taquilla.

Otra mención notable es, claro, Coco, una película sobre un niño mexicano llamado Miguel, que quiere ser músico, pero su familia se lo prohíbe porque su tatarabuelo, quien fue músico, los abandonó, y quieren obligar a Miguel a ser zapatero; recaudó ochocientos siete millones de dólares en taquilla sobre un presupuesto de ciento setenta y cinco millones, y fue ganadora de un Oscar y de un Golden Globe, ambos por mejor película animada. Mencionaremos también Get Out, una película de terror que se centra en un hombre negro que descubre un secreto perturbador cuando conoce a la familia de su novia blanca; ganó doscientos cincuenta y cinco millones de dólares en taquilla sobre un presupuesto de cuatro y medio millones; merecía al menos un Golden Globe, que no ganó.

Y hablando de los Golden Globes, sólo dos actores asiáticos, Aziz Ansari y Sandra Oh, han ganado un galardón de esos en 33 años. ¡33 años! Y los Golden Globes no están solos: en las nominaciones al Premio de la Academia, los Oscar, de 2016, fueron compuestas completamente de artistas blancos.

En Estados Unidos 51% son mujeres, 39% son personas de color, 19% son personas que viven con alguna discapacidad, 12% son personas LGBTQ+. Estos porcentajes equivalen a millones. Entonces, ¿por qué son ignorados por los creadores? ¿Por qué son ignorados por las personas que toman decisiones?

Para responder estas preguntas, debemos plantearnos una más: ¿Quiénes son las personas que toman decisiones?

Como señala la campaña de Time'sUp, 50/50by2020, en la que se demanda equidad en Hollywood con una proyección al futuro cercano, 81% de los miembros de la junta en Hollywood son hombres, el 94% de los ejecutivos de cine de Hollywood son blancos, el 96% de los directores de cine son hombres, el 98% de los compositores de cine son hombres, el 95% de los personajes discapacitados son interpretados por actores capaces. En el sitio web de 5050by2020 se puede leer: “Los hombres han usado el patriarcado y la supremacía blanca para crear una realidad que centra sus propias necesidades, normalizando nuestra opresión. Esto debe terminar.”

Cuando se habla de representación, no nos referimos a “tengan ese personaje token al que puedan señalar cuando se les acuse de falta de representación”. Nos referimos a tener personajes tridimensionales, aquellos cuya historia completa no gira entorno ser de color, o LGBTQ+, o deshabilitado, o por practicar otra religión. Porque la representación nos ayuda a abrazar nuestra cultura. Porque todos merecen verse en sus héroes.

La representación importa, y no se detiene en Hollywood, como dice 5050by202: “cuando las mujeres, las personas de color y las queer crean nuestras propias historias, sentamos las bases para el cambio político.”

La representación normaliza lo que representa; lo hace regular. Darnell Hunt, el director del Ralph J. Bunche Center for African American Studies en UCLA, dijo al Huffington Post: “Estamos bastante seguros de que, cuanto más se ve la televisión, más medios consumen, más probabilidades hay de que los medios, casi como la radiación, se acumulen. Y el efecto acumulado es hacerte sentir que lo que estás viendo es algo normal”. Pasa con lo negativo; ¿por qué no pedir que suceda con lo positivo?

Al representar a más minorías, tienen el poder de hacer que menos niños y adolescentes sean acosados por su color de piel o por su orientación sexual. La representación cambiaría (de alguna manera) nuestra realidad, de una en la que 32% de mexicanos no le alquilarían un cuarto a una persona por ser gay o lesbiana, 44% de mexicanos consideran que “mientras más religiones se permitan, habrá más conflictos sociales”, y 24% concuerda en que “las personas con discapacidad son de poca ayuda en el trabajo”, a una más receptiva.

Ana-Christina Ramón, directora asistente de Bunche Center, dijo: “Lo que ves a menudo se convierte en parte de tu memoria y, por lo tanto, parte de tu experiencia de vida”. Vale la pena, entonces, al menos intentarlo. Jóvenes creadores, tenemos tarea.

 

***
Amalia Jiménez Velázquez
(León, Guanajuato, 2004) es estudiante, aspirante a escritora y fanática de la literatura, las fanfictions y las series de televisión.

[Ir a la portada de Tachas 278]