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Películas centenarias (1918): El fin de la guerra

Fernando Cuevas

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Películas centenarias (1918): El fin de la guerra
Películas centenarias (1918): El fin de la guerra

El acontecimiento central de 1918 fue el fin de la I Guerra Mundial. La cinta Vendémiaire de Louis Feuillade, especialista en seriales (también entregó la secuela La Nouvelle Mission de Judex), se enfocó en los efectos de la guerra hacia los civiles, mientras que D. W. Griffith retomó también el suceso para grabar Corazones del mundo, acompañada de escenas reales en los campos de batalla y Lo más grande en la vida, posando su mirada sobre una mujer que busca la felicidad en tiempos de guerra, también aprovechados para la abierta propaganda como en The Kaiser, the Beast of Berlin de Rupert Julian.

Chaplin dirigió con su cuota de riesgo humorístico Armas al hombro y Winsor McCay, considerado como el iniciador de los dibujos animados en el cine, recreó con notable dechado técnico el hecho histórico del ataque alemán a un barco civil en El hundimiento del Lusitana, ocurrido cerca de las costas de Irlanda, en tanto Allen Holubar presentó The Heart of Humanity, sobre una mujer que se convierte en enfermera durante la gran guerra. En otra vertiente, Cecil B. De Mille produjo un picante (para la época) drama romántico titulado Old Wives for New, mostrando su capacidad para revisitar diversos géneros.

Los proscritos fue una de las obras centrales del gran cineasta Victor Sjöstrom, con el habitual trazo profundo de personajes acá con toque romántico incluido; el maestro sueco se dio tiempo también para actuar en El mejor hijo de Thomas Graal, comedia rodada por su compatriota Mauritz Stiller; también de aquellas tierras, Georg af Klercker filmó con ojo privilegiado Fyrvaktarens dotter, Nobelpristagaren y Nattliga toner; por su parte, el danés Holger-Madsen anduvo muy activo y realizó, entre otras, la política Folkets ven y la ciencia ficcional pacifista Viaje a Marte. El alemán Ernest Lubitsch generó ocho filmes entre los que se encuentran No quiero ser un hombre, de anticipada tendencia feminista, y Carmen, su versión de la famosa historia de Propser Mérimée, musicalizada previamente en clave de ópera por Bizet.

Charles Chaplin presentó la encantadoramente graciosa Vida de perro, asociándose con un can callejero para vagabundear a gusto. En la grandilocuente La décima sinfonía, Abel Gance entreteje la historia de cómo el dolor producido por un supuesto engaño detona la creación artística y Mary Pickford se lució en doble papel para Stella Maris de Marshall Neilan. Marion Davies actuó en dos de los filmes más importantes del año bajo las órdenes de Julius Steger: como una joven irlandesa que enfrenta la pobreza y la próxima muerte de su madre en el drama Cecilia of the Pink Roses, así como en The Burden of Proof, con la co-dirección de John G. Adolfi.

Maurice Torneur llevó a la pantalla el cuento El pájaro azul con su característico buen ojo para el detalle visual y la construcción de encuadres, mostrados también en A Doll’s House, basada en la clásica obra de Ibsen. El afamado Rodolfo Valentino se mostró en la comedia de enredos All Night, rodada por Paul Powell y en el drama The Married Virgin de Joseph Maxwell. El famoso niño crecido en la selva mereció un digno traslado a la pantalla en Tarzán de los monos bajo la dirección de Scott Sidney, en tanto la actriz Mabel Normand, muy activa ese año, participó en Mickey (1918), éxito rotundo de taquilla dirigido por F. Richard Jones y James Young en el que representó a una huérfana que se va a vivir con su tía.

En la lógica western, John Ford entregó ocho filmes, entre los que destacó El barranco del diablo (Hell Bent) con Harry Carey como protagonista, uno de sus actores favoritos, aquí interpretando a un héroe falible; hicieron mancuerna también en Tres hombres a caballo, mientras que Tod Browning realizó Revenge, con base en la novela de Edward Moffat. John H. Collins filmó poco antes de morir Riders of the Night, transitando del melodrama al thriller rural, en tanto Chester Withey se encargó de filmar On the Quiet, filme de menos de una hora en el que una pareja decide casarse a pesar de los obstáculos familiares, en la línea de The Beloved Blackmailer del canadiense Dell Henderson.

El cine ruso apenas iniciado el régimen comunista tras la revolución de 1917, estuvo sólidamente representado por La señorita y el granuja de Evgeni Slavinsky y VladimirMayakovsky, en donde una maestra trabaja con un grupo de adultos, entre los que se encuentra un vándalo que se enamora de ella, así como por El padre Sergio dirigida por Yakov Protazanov con base en el texto sin acabar de Tolstoi, siguiendo las desventuras del personaje central. El también actor Pyotr Chardynin regaló Calma, Tristeza, Calma, sobre una pareja de cirqueros, sus esfuerzos para mantenerse a flote y su ruptura, lección moral incluida. En tesitura terrorífica con inseminación artificial integrada, Alraune es una cinta de Eugen Illés y Joseph Klein con claras referencias a Frankenstein.

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