Es lo Cotidiano

Videodrome [XIX]

Javier Morales i García

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Saps at Sea (1940) de Gordon Douglas
Videodrome [XIX]

 

Febrero de 2008

Hace unos meses tiré a la basura toda mi colección de películas en cintas de video.

Hacía ya años que no tenía un video que funcionaba, pero de esa manera romántica seguía guardando las cintas en casa. No sé, tal vez, algún día, las nuevas tecnologías me brindasen la oportunidad de pasarlas a CD, pero por otro lado una mezcla de pereza y odio a las nuevas formas me decía que no. Aquello no hubiera sido un final justo para mis películas en cintas de video... Así que, un buen día, reuní las fuerzas, las ganas y el tiempo suficiente, y estuve varias tardes metiendo las cintas en bolsas negras de basura y embalándolas lo mejor que pude.

Resistiéndome a que esos geniales artefactos pasaran a la historia del todo, apunté los títulos de la Colección de La Vieja Ola de Películas en Versión Original (como tiene que ser) en una libreta pequeña... y pensé: "de aquí sale algo". Lo que salió es este invento llamado VIDEODROME... En sucesivas partes, iré escribiendo algún detalle de cada película que tenía grabada en esas cintas de video que acabaron en la basura. Sin duda, ya forman parte de mi vida y, a pesar del hecho en sí, nunca las voy a olvidar... Cinéfilos y Mitómanos....

Palmy Days (1931) de A. Edward Sutherland

Mi debilidad por Eddie Cantor empezó hace ya muchos años, cuando en unas cuantas madrugadas cinéfilas descubrí varias de sus películas. Eddie no era guapo, no era alto, no era particularmente simpático, cantaba y bailaba lo suficiente y siempre le estaban pasando todo tipo de cosas. Eddie seguía la estela de esos antihéroes del Cine Mudo a los que perseguían todas las desgracias. Eddie hablaba y hablaba. Eddie movía esos tremendos ojos negros e intentaba sobrevivir a todas esas desgracias, poniéndole algo de su sentido del humor a su vida y las vidas de las gentes que le rodeaban. Eddie era de la gente, era uno más del pueblo. Ese era su encanto. Eddie era el chico de al lado, el vecino amable. Las chicas buenas querían a Eddie por ser como era. Un cobarde encantador que hacía lo que podía, aunque estuviese temblando de miedo. Le llamaban "Banjo Eyes" y fue un ídolo de los Estados Unidos por varias décadas. Lo curioso es que Eddie solo era así en sus películas. Este genio de la comedia, cantante, actor y compositor, así como uno de los locutores más importantes de la radio norteamericana, era un feliz hombre de familia con cinco hijos y una esposa, Ida, a la que amaba profundamente. Eddie Cantor es uno de los pioneros del Mundo del Espectáculo. Al saber todo esto, supe que Eddie era de La Vieja Ola.

Palmy Days se llamó en España Días de Prosperidad, y en ella Eddie lucha contra los gánsteres y huye de una Charlotte Greenwood que cae enamorada locamente de uno de mis ídolos. La verdad es que no se termina de saber a quién tiene Eddie más miedo, si a los gánsteres ¡o a Charlotte! Una comedia musical deliciosa e ingenua, con grandes canciones y números musicales, algunos gags realmente geniales y el talentoso trabajo de Busby Berkeley en la cámara. Otro de los tesoros de la película es el disfrute de ver a las Goldwyn Girls bailando y moviéndose de una forma matemáticamente hollywoodense. Da la sensación de que estamos viendo una de esas comedietas normales y corrientes, pero va mucho más allá. El vestuario, los sets de rodaje, la fotografía del maestro Gregg Toland, el guion, la música de Alfred Newman, las canciones... y ese optimismo que se te pega a tu piel. Una fórmula perfecta que se iba a repetir muchas veces más.

Saps at Sea (1940) de Gordon Douglas

La última de las grandes películas de Oliver Hardy y Stan Laurell, para los fans en castellano: El Gordo y el Flaco. Así de simple y así de grandes.

Fue la última película que rodaron con Hal Roach y su equipo, y se disfruta con una sonrisa amable, y el par de gags que valen su peso en oro.

Ollie parecía estar siempre de mal humor, siempre pensando que lo que pudiera pasar era peor de lo que estaban pasando. Stan vivía en su propio mundo, un mundo perfecto que solo era estropeado cuando era Ollie el que sufría. El enfado de Hardy nos hacía gracia... Las lágrimas de cocodrilo de Laurel, también.

Antes de que aparezcan en la pantalla, ya sabemos que esta película, Marineros de Agua Dulce en su título en español, se desarrolla en mundo onírico, surrealista y lejos de la realidad. Y lo más importante es que te ríes con los viejos chistes de siempre, y con alguna novedad.

Una hora que pasa volando. Solo por ver a Stan Laurel haciendo que toca un trombón y a Oliver Hardy quejándose de los líos en que se meten, vale la pena. Cientos de gags de sus películas estarán por siempre en la memoria de La Vieja Ola.




 

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Javier Morales i García (Tenerife, España) es editor del fanzine Ecos de Sociedad, la publicación mod más longeva en Europa. Desde inicios de los 80, escribe, reseña y edita; hoy, Ecos puede leerse en ecos-de-sociedad.blogspot.com.es. Es obseso de la música y el cine.

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