Desmentido
Enrique R. Soriano Valencia

El número de reporteros era muy nutrido. No obstante, todos estaban en condiciones de ver sin dificultad el lugar donde se ubicaría el convocante de la conferencia de prensa en el escenario.
Los periodistas murmuraban en voz baja cuando –acorde con la hora señalada– hizo su aparición quien los había citado. Algunos empezaron a aplaudir, pero la mayoría no los siguió.
Sin protocolo o presentación, el recién entrado tomó asiento en un sillón ubicado en el escenario, acomodó su túnica, echó para atrás los largos cabellos, mostró a la audiencia unos dados que traía en la mano y los arrojó a una mesilla de centro ubicada frente al asiento.
Los dados rodaron ante la mirada atenta del convocante, así como de la extrañada y expectante de los reporteros. Por fin, los pequeños cubos mostraron un resultado. Todo estaba en silencio. El personaje del escenario asintió muy leve con la cabeza, presionó un poco los labios y levantó sin prisa la mano derecha con el dedo índice extendido. De súbito, en el escenario apareció una imagen tridimensional del Universo, como las animaciones que Neil de Grasse Tyson muestra en su versión de Cosmos. Esta vez los reporteros la veían directamente ante ellos. Una exclamación de asombro se escuchó.
Los asistentes entonces vieron estallar un sistema solar y 300 planetas desaparecer. La escena era tan vívida y de una calidad como en ninguna producción se había visto. Todos sabían que con De Grass era un truco de posproducción, pero ahora aquí lo veían en vivo, en tiempo real. De nuevo hubo quien pretendió aplaudir. Algunos reporteros consideraron esa la noticia: se estrenaba una nueva era para la cinematografía.
Mientras tanto, en el escenario, no obstante el barullo, quien citó a conferencia de prensa no retiró la mirada de los dados. La animación corría. Unos instantes después, sin expresión alguna, en silencio y con la secuencia del estallido aún en progreso, el personaje se levantó para retirarse del escenario.
Un reportero gritó:
―¡Señor! ¡Unos minutos, por favor!
El convocante giró para prestar atención al reportero.
―Disculpe mi atrevimiento ‒continuó el periodista‒, pero no logro entender que nos citara solo para ver esta novedosa tecnología.
La expresión de quien llamara a conferencia de prensa fue de desilusión. Entonces, con voz potente y resonante, que llenó de forma intensa el lugar dijo:
―He llegado al límite, ya no soporto a tantos líderes en apariencia iluminados. En sus redes sociales con obstinada frecuencia, todos los días publican frases de mi supuesto comportamiento y forma de pensar… ¡pero a nadie consta! La mayoría da por ciertos pensamientos escritos por ustedes mismos que me atribuyen. En realidad así lo quieren creer. No es a mí a quien siguen… ¡Van detrás de quien halaga sus oídos! Vean por ustedes mismos: Yo sí juego a los dados.
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Enrique R. Soriano Valencia. Es periodista de profesión, egresado de la UNAM. También tiene licenciatura en Ciencias de la Educación. Ha recibido el Premio Nacional de Cuento Efrén Hernández por su libro Tlaquetzalli. Escribe la columna "Chispitas de lenguaje", que aparece en Es lo cotidiano y otros medios impresos, electrónicos y radiofónicos en México y España. Ha recibido el Premio de Estatal de Periodismo Cultural 2009 por su defensa del idioma. Formó parte del equipo que recibió el Premio Estatal de Administración Pública en 2008; a él correspondió redactar el Manual de estilo para Informes de Gobierno. Tiene publicados cuatro libros como autor, dos como coautor (uno de ellos publicado por la Universidad Iberoamericana, campus León) y ha prologado otros dos más (una novela y un poemario). Sus cuentos y narraciones se han publicado en El Sol del Bajío, Argonautas y en Tachas, en Guanajuato; y en varios sitios de la red, tanto en sitios de México como de otros países.