jueves. 18.04.2024
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GUÍA DE LECTURA

Zoro, de Jairo Aníbal Niño

Jaime Panqueva

 

amazonas
Zoro, de Jairo Aníbal Niño
Zoro, de Jairo Aníbal Niño

El primer contacto que tuve con la selva amazónica se lo debo a este libro mágico de Jairo Aníbal Niño. Zoro, el protagonista, tras ser separado de su familia por un ataque contra su tribu, debe encontrar el camino a casa entre ríos donde pulula el peligro: por una parte la naturaleza exuberante y fantástica, por otra el hombre como depredador de sus recursos.

Recuerdo con mucho cariño esta nouvelle iniciática narrada con sencillez y sensibilidad poética envidiable. Como toda Bildungsroman, Zoro se enfrenta a sus enemigos, gambusinos desalmados y seres fantásticos que buscan detener su crecimiento. A la vez, recibe la ayuda de aliados inesperados, como el anciano Amadeo. Pero para mí, el más entrañable de estos sembró en mi cabeza la necesidad de un amigo animal: se trataba del pájaro trompetero o ave tente, que “cuida a los niños de la selva mejor que un perro”.

A este Psophia crepitans, que responde también a otros nombres como agamí o yacamí, lo atesoré por años en mi mente con su plumaje cobalto, patas y cuello alargados, como aparecía en algunos libros (aún no existía el Youtube...) hasta que vi uno en cautiverio en las antípodas de su tierra natal, el zoológico Wilhelma de Stuttgart. Ya adulto, visité el por entonces recién inaugurado pabellón amazónico durante un duro invierno alemán, y cerca de la salida me encontré con este fabuloso pájaro. En semicautiverio, acechaba con gran atención a quienes salían del recinto. En su mirada inteligente de cuidador de niños sentía cómo anhelaba salir de aquel gigantesco galpón que nos protegía de la temperatura helada del exterior. Me alegré por tener tan cerca a ese Trompetervogel, dentro de su artificial libertad que le permitía caminar junto a la gente. Pero también sentí algo de melancolía al verlo tan dispuesto a la fuga.

Nunca supe qué pasaría con ese ejemplar. Quiero pensar que su inteligencia primó sobre el instinto, y quizá él o alguno de sus descendientes aún pasea por aquel pabellón. Ahora que veo arder su hogar natural, y peligrar por la mano del hombre el extraordinario tesoro amazónico, recuerdo ese libro mágico con un protagonista que se educa aprendiendo de la naturaleza, respetándola y combatiendo a los enemigos que sólo buscan beneficio económico de la depredación.

No sé cuántas reimpresiones se habrán hecho de Zoro, pero es muy fácil encontrarlo en línea. Comparto estos links.

 

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