Treinta discos de 2019 [I/II]
Néstor Pompeyo Granja J.
2019 fue, en lo musical, un año de controversias. Por un lado, sigue habiendo revelaciones de gente joven (y no tan joven) haciendo música nueva a partir de los lenguajes actuales; y por el otro, están los consagrados que aprovechan su nombre y trayectoria para volver a confirmar su lugar y su posición como figuras de peso. En medio están los que se encuentran en pleno ascenso, explotando su momento, y los que reciclan viejas fórmulas para adecuarlas a sus propias intenciones. En pocas palabras: están los mismos ingredientes de siempre, quizá sólo sea que en plena era del caos, su coexistencia se ha vuelto más visible. En todo caso, esto ha traído como resultado un año interesante, diverso e, insisto, controversial. A continuación, un repaso personal a algunos de los lanzamientos que más me entusiasmaron durante 2019.
1. Twin Temple: Bring you their Signature Sound... Satanic Doo-Wop
Armonías a la Phil Spector, una voz que tranquilamente pudo haber estado en cualquier girl group de la era dorada del rock, y una filosofía románticamente satanista. La producción instrumental y el performance vocal son una síntesis perfecta del clasicismo rocanrolero.
2. Ely Guerra: Zion
Un trabajo puramente vocal, con arreglos exquisitos y melodías complejas. A ratos influenciado por el "Medúlla", de Björk, pero mucho más cercano al sentido estético de un Arvo Pärt que a la experimentación pop. Sublime y conmovedor.
3. Lingua Ignota: Caligula
La herencia del drone y la escuela clásica contemporánea, juntas en un discurso que deconstruye y reelabora las técnicas vocales extendidas y el concepto letrístico. Diamanda Galás puede estar tranquila: hay quién la entiende sin necesidad de copiarla.
4. Lana del Rey: Norman Fucking Rockwell
Desde el "Born to Die" quedó claro que Lana del Rey sabía algo que nosotros no. Era cuestión de tiempo para que ella se alzara como una cantautora en todos los sentidos. "NFR" ha inaugurado la era de la Nueva Canción Americana.
5. Chelsea Wolfe: Birth of Violence
Un cuento de halloween para adultos que odian los cuentos. Una lección de creatividad para los que prefieren el virtuosismo sobre la majestuosa sencillez. Que su tersa acústica no os engañe: es un álbum de total brutalidad.
6. Amirtha Kidambi & The Elder Ones: From Untruth
Lejos ya de los viejos ragas, pero con astucia suficiente para fusionar la tradición india con el espíritu libre del jazz moderno (al final, ambas son improvisaciones). Un diálogo apabullante entre la técnica instrumental y la vocal, ambas con el alma de por medio.
7. James Blake: Assume Form
Un álbum de imágenes tan etéreas que se esfuman al entrar en los oídos. Su fineza electro-soul es tal que no se deja aprisionar ni procesar. Si uno quiere volver a vivir la experiencia, es necesario volver a oprimir play.
8. Billie Eilish: When we all Fall Asleep, Where do we Go?
La niña que supo abrevar tanto de Lorde como del viejo cancionero americano. Un grito adolescente que escupe y se disuelve entre beats y acordes que le hablan a jóvenes y adultos por igual. El próximo lenguaje del pop´n roll.
9. Moe & Mette Rasmussen: Tolerancia Picante
Cuando dos espíritus libres y rebeldes se encuentran y se dan el lujo de dialogar, el resultado es un despliegue de belleza caótica, lejos de toda forma y orden convencional. Rock, jazz, improvisación... no importa. Esto es Música.
10. Sopor Aeternus & The Ensemble of Shadows: Death & Flamingos
El regreso de Anna Varney a las polvorientas catacumbas del deathrock. Una colección de temas en clave goth-queer que asombran por su contundencia. Así aplica Varney lo aprendido de la tradición barroca al lenguaje del rocanrol.
11. Alejandra Lara: Burnaut
Un disco nebuloso, de naturaleza volátil. Tan real y encarnizado, que uno se debe cuestionar si no se trata más bien de un espejismo. Su filo pop corta con agudeza y expone con valentía juvenil lo que los adultos prefieren callar.
12. Mueran humanos: Hospital Lullabies
Arrullos macabros que enferman e igual sanan. El baile hipnótico, retorcido, como terapia reparadora de beats descompuestos. Líneas profundas cuyos retumbos palpitan, como un corazón ennegrecido que envía sangre hacia todos lados y sin control.
13. beck: Hyperspace
La melancolía es una entidad tan familiar que todos creemos conocerla. Pero cuando alguien la pasa por el filtro de la rareza y la traduce en música, su efecto se amplifica hasta territorios desconocidos y emocionantes. De ahí, probablemente, el hiperespacio del título.
14. Sangre de Coyote: Live Sessions
La virtud chamánica de apropiarse de lenguajes ajenos. La facilidad de volverse vehículo, traductor de tradiciones lejanas y ejecutantes contemporáneos. Esto es klezmer, es jazz, es manouche; pero también es la más pura esencia del siglo XXI con toda la energía de una interpretación en directo.
15. The Cranberries: In the End
Una carta de despedida involuntaria, un epitafio perfecto para una banda que jamás quiso renunciar a su firma distintiva. Nada nuevo, sólo el eterno principio y el eterno final. El alfa y el omega. No necesitamos nada más.
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Néstor Pompeyo Granja (San Luis Potosí, 1984) es psicólogo de profesión, apicultor y apóstol por convicción. Labora en el ámbito de la educación universitaria y ejerce la psicoterapia. Tímido escribidor y hacedor de canciones. Cree fervientemente en la música, en los adolescentes y, por sobre todas las cosas, en Arthur Rimbaud.