viernes. 19.04.2024
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‘La masa enfurecida’, de Douglas Murray • Jaime Panqueva

Jaime Panqueva

‘La masa enfurecida’, de Douglas Murray
‘La masa enfurecida’, de Douglas Murray
‘La masa enfurecida’, de Douglas Murray • Jaime Panqueva

Lo vivimos a diario: la masa enfurecida se expresa en términos soeces o de pésimo gusto a través de las redes sociales, censurando y defenestrando en muchos casos a quien menos lo espera. La reacción a un comentario o cualquier argumento en apariencia inocente, puede tomar las formas de una avalancha de injurias muchas veces injustificada.

Douglas Murray, periodista y comentarista político británico, lanzó La masa enfurecida hace un par de años, donde analiza el mundo anglosajón sobre la base de cambios insospechados en las actitudes y formas de pensar en las sociedades posindustriales. Y vaya si sabe meterse en temas espinosos, pues con gran lucidez y mucho desparpajo, Murray critica a los movimientos homosexuales, feministas, raciales y transexuales cuyos discursos, a su vez, sirven de modelo, por arte de las nuevas tecnologías, a los expresados en nuestro ámbito nacional y local.

Su punto de vista ha sido calificado de neo-conservador por su dura crítica a la interseccionalidad y a las teorías marxistas que subyacen en las nuevas teorías igualitarias de las ciencias sociales:

Si a los precarios fundamentos de esta nueva metafísica y a las premisas aparentemente erróneas que se nos pide que sigamos les añadimos la revolución que han vivido los medios de comunicación, obtenemos las condiciones ideales para una locura de masas. Cuando uno corre en la dirección equivocada, la tecnología le permite correr aún más de prisa. Este es el ingrediente que provoca esa sensación de que la cinta se mueve a una velocidad que nuestros pies son incapaces de seguir.

Si en las estables y pujantes sociedades occidentales, donde prácticamente todos los supuestos de igualdad y libertades están garantizados por estados de derecho plenamente establecidos, se proclama un apocalipsis racial u homofóbico a diario, y los linchamientos mediáticos acaparan los titulares de los diarios, ¿qué suerte podemos esperar en México, dónde aún queda un gran trecho para por lo menos garantizar el derecho de las mujeres para decidir sobre el aborto o donde un transexual no puede hacer cambios en su partida de nacimiento? Y eso por sólo mencionar un par de temas.

Quizá eso hace más que pertinente la lectura de Murray, en especial cuando […] las redes se han convertido en el medio ideal para instaurar nuevos dogmas y aplastar al oponente justo cuando más convendría escucharlo.” Y además porque podría ayudarnos a sobrevivir “la tiranía de la corrección política, en un mundo sin género, ni razas ni sexo y en el que proliferan las personas que se confiesan víctimas de algo (el heteropatriarcado, la bifobia o el racismo). Ser víctima es ya una aspiración, una etiqueta que nos eleva moralmente y que nos ahorra tener que argumentar nada. Pero la víctima no siempre tiene razón, no siempre tiene que caernos bien, no siempre merece elogio y, de hecho, no siempre es víctima”.

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