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Los discos de 1971 [II]: Voces negras y femeninas y el Club de los 27 • Fernando Cuevas

Fernando Cuevas

Marvin Gaye
Marvin Gaye
Los discos de 1971 [II]: Voces negras y femeninas y el Club de los 27 • Fernando Cuevas

Continuamos con el recorrido por los discos que cumplieron cincuenta años en este terminal 2021.

Contestarias voces negras

Ante el cúmulo de dificultades personales y la presencia de calamidades sociales como la guerra de Vietnam, en la que participaba su hermano, Marvin Gaye se preguntó What’s Going On, grabando uno de los grandes discos de aquel y de cualquier año, cargado de instrumentaciones evocativas, letras profundas y unas vocalizaciones con la emotividad justa para transmitir el desasosiego a partir de una dolorosa belleza, abordando además temáticas como la adicción, el medio ambiente y el clasismo. Por su parte, Bil Withers debutó con el declarativo soul de Just as I Am, cual hombre de origen rural y de clase trabajadora, advirtiendo que el amanecer aún no aparecía, entre cuerdas y pianos que recordaban, de paso, las manos de la abuela.

Stevie Wonder continuó su consolidación compositiva y vocal reconociendo orígenes en Where I’m Coming From, transitando de las infaltables canciones románticas y motivacionales, a los señalamientos sociales con mayor alboroto instrumental, ya con armonías de mayor alcance en las que caben las cuerdas y los acentos R&B. Alcanzando plena capacidad rítmica de esas que envuelven de a poco, Al Green combinó funk, soul, blues y hasta góspel en el pegadizo Al Green Next To You, ya con malabares vocales que encuentran el tiempo y la forma justas según la diversidad de los cortes, mientras que Isaac Hayes se puso fílmico en Shaft, soundtrack de la película dirigida por Gordon Parks, con los consabidos pasajes de elocuente acompañamiento.

Funkadelic produjo Maggot Brain, último disco con la alineación base y acaso su más representativo con esa acidez de bluesrock que deja escapar un grito de liberación emergido desde la tierra, justo donde se esconden las guerras del Armagedón, en tanto Sly and the Family Stone perpetró There’s a Riot Goin’ On, funkrock furibundo enclavado en su tiempo, ya viviendo la era posthippie y con los conflictos raciales todavía dividiendo a la sociedad estadounidense, aquí revisitados desde sus lógicas internas. En esta vertiente, Gil Scott-Heron se hizo presente con Pieces of a Man, combativo debut con tintes jazzeados que sostienen los discursos del músico, aclarando que la revolución no es un espectáculo mediático.

Por su parte, Curtis Mayfield hundió las manos en la tierra para sembrar Roots, soul expansivo de amplia riqueza sonora con esos metales emergiendo de las fuentes primarias, en tanto Eugene McDaniels, en pleno encuentro de funk y soul con episodios intensos, realizó Headless Heroes of Apocalypse, incluyendo la afamada Supermarket Blues. War produjo All Day Music, su cuarto álbum y ya en formato de septeto, integrando la extendida y profunda That’s What Love Will Do, y dejando libres las flautas, saxofones y rítmicas incesantes. The Stylistics se presentaban en sociedad con elegantes arreglos y sorprendente habilidad para las melodías diáfanas, repartidas con detalle en el homónimo The Stylistics, pensado para escuchar al corazón.

VOCES FEMENINAS Y EL CLUB DE LOS 27

Desde la intimidad de un piano y alguna guitarra acústica, Joni Mitchell expuso con hiriente sensibilidad su ruptura afectiva y la naciente esperanza del nuevo comienzo en desde la intimidad: Blue se convirtió en uno de los discos esenciales de las relaciones amorosas y sus dolorosos e intrincados caminos. Turbulencia emocional convertida en obra de arte. Por su parte, la compositora Carole King se reveló como gran intérprete en Tapestry, un mundo en efecto tapizado de colores cálidos con amigos presentes, regresos a casa. Carly Simon se destapó ante las grandes audiencias con Anticipation, cuya canción titular la escribió antes de su cita con Cat Stevens, según se dice: nostalgia melódica con instrumentaciones limpias y sueños de juventud todavía por ser alcanzados.

Apenas con 22 años, Bonnie Raitt mostró prematura habilidad para combinar elementos del soul, folk, blues y pop en su debut, nombrado simplemente Bonnie Raitt, en el que conviven Stephen Stills y Robert Johnson, entre otros, junto con un par de composiciones propias. Nina Simone, en tanto, acometió y resignificó con voz propia diversas canciones en Here Comes the Sun, donde se encuentran Dylan y Harrison, entre otros, mientras que Dolly Parton combinó con fluidez varias canciones de su cosecha con algunas versiones en A Coat of Many Colors, presentando la canción titular como referente y un acompañamiento que colocó en definitiva a la cantautora en el mapa del planeta country.

El trágico club de los 27

A manera testamentaria, apareció Pearl, clásico de Janis Joplin, fallecida tres meses antes, y en el que se desgaja con esas rasposas baladas dolientes del calibre de Cry Baby, A Woman Left Lonely, Trust, Get It While You Can y My Baby, acompañada con una banda que apuntala el sentido profundo de sus vocalizaciones (Me and Bobby McGee), cual perla extraviada en el cosmos; en tanto, se publicó L.A. Woman, obra de The Doors que antecedió a la muerte de Jim Morrison: los mutantes teclados y la base rítmica acompañan los inquietantes desvaríos vocales con esos jinetes desafiando la tormenta que se gesta en su interior, justo cuando la mujer angelina ha cerrado la puerta de su percepción para dejar atrás el reino del poeta lagarto. Ambos artistas habían compartido al productor Paul Rothchild.

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