SPOILERAMA
Tachas 459 • Una obra del pueblo: AIFA, el documental
Óscar Luviano
Un general que se identifica como Gustavo Vallejo, encargado del agrupamiento de ingenieros y a todos los efectos responsable de la construcción del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), aparece en el minuto 33, de pie ante la gigantesca estatua del general revolucionario (realizada con llaves recicladas) que decora una glorieta que da acceso a esta obra. Flanqueado por otros soldados, Vallejo habla a voz en pecho, pero cálidamente, a la escultura. Le da la bienvenida al megaproyecto al que, por mandato presidencial, “da identidad”.
Esta escena, difundida como clip y meme, está destinada a convertirse en lo único que quede en nuestra memoria del documental del periodista y productor televisivo Epigmenio Ibarra “Una obra del pueblo” (2022), que dura más de una hora, se puede ver gratuitamente y refleja (según consenso propio) el mayor logro de la llamada 4T: la construcción en hora y forma de este megaproyecto.
Buena parte de quienes compartían esa escena en las redes sociales aclaraban que no se trataba de una parodia. Su humor involuntario mueve a pensar que su realizador carece de las credenciales de Ibarra, quien se ha repartido entre la militancia izquierdista, las narcoseries más exitosas y cierta vena documental. Lo primero que se piensa al ver este diálogo entre un hombre y una estatua es que quien lo haya ideado y quien haya obligado a un general a ese infantilismo carece de los rudimentos del trabajo documental, del lenguaje audiovisual, del sentido del ridículo.
Debo ser sincero: no vi este documental para poner a prueba mi escepticismo hacia un megaproyecto opaco, sobre el que pesan denuncias de malos manejos y corrupción, y que (a pesar de lo que afirma el mismo Vallejo en el metraje) sobrepasó su presupuesto en más de un 50%. Lo vi porque a) es gratis, b) nunca había visto alguna pieza de Ibarra y c) a tres años de su gobierno, todavía me preguntó cuál es el espíritu de la 4T. Su ideario, su filosofía, su coartada. Esperaba, pues, hallar alguna pista al respecto en esta obra de uno de los más fieros apologistas del régimen.
Dejo para otros la discusión de lo acertado que resulta para un gobierno que se autodenomina de izquierda, centrar su ejercicio fundacional en un megaproyecto, sobre todo en un aeropuerto elitista y depredador del medio ambiente ubicado en una zona reconocida por su alto número de feminicidios y violencia cotidiana.
Más que un documental, “Una obra del pueblo” es un largo infomercial con dos protagonistas: el ejército y Andrés Manuel López Obrador (de la hora y diez minutos que dura la pieza, el presidente habla a cámara durante la mitad). El gran ausente es, sí, el AIFA.
No es que no abunden las tomas que se quieren monumentales de los llanos de Santa Lucía, las tomas aéreas del vaciado del cemento y del doblado de varillas, del seguimiento de la colocación de la estatua de Ángeles, de los contingentes de trabajadores que van y vienen bajo un sol monumental, todo ella bajo una espantosa música machacona y cursi.
El aeropuerto, a fuerza de mostrarlo parcialmente, carece de cuerpo: nunca deslumbra porque nunca se le ve del todo. Por la falta de un recorrido orgánico por las instalaciones, por una insistencia en ocultar los huecos de la contrucción (algo que, por otra parte, hubiera sido ideal para mostrar la dificultad de la obra, sus retos y demandas). Toda obra nacional necesita de enemigos que rebasen la dimensión de Brozo o de Natalia Lafourcade: los elementos, los costos, el tiempo… Los ingenieros militares del AIFA parecen haber resuelto con pura magia castrense una maravilla que nunca se ve.
En este aspecto (el de la pirámide y sus constructores), es inevitable comparar “Una obra del pueblo” con otro documental sobre otro megaproyecto de reordenación territorial de López Obrador: En el hoyo (2006) de Juan Pablo Rulfo, que retrataba las obra de la construcción del llamado segundo piso sobre el Anillo Periférico de la Ciudad de México.
En aquella pieza, Rulfo puso el centro sobre las aterradoras estructuras y sobre los albañiles que las trabajaban y habitaban, creando un mosaico enternecedor. Lo monumental de la obra era un reflejo de la variedad de las vidas que se entretejen para construirla y cambiar, para siempre, la faz urbana.
En “Una obra del pueblo”, a pesar de su título, no hay un solo testimonio de los trabajadores. Solo al final hay un ensamble con sus rostros sonrientes, nada de aquellos monólogos alucinados y apasionantes de En el hoyo. Y mucho menos alguna mención de las contribuciones de cada uno de estos rostros sin nombre a la obra que se desea faraónica.
Los protagonistas de este documental son, pues, López Obrador y el ejército, y con ellos encontré eso que estaba buscando: la quintaesencia de la 4T.
Aunque es un gobierno que se ejecuta sobre todo en su relato en los medios, la 4T desarrolla un discurso que cuando no es confuso y contradictorio es atávico y reaccionario, inasible a pesar de las horas que se dedica a su difusión diaria (tres horas de cada mañanera, al menos), a lo que no ayuda la tendencia presidencial de evadir el punto, hacer perífrasis, endilgar lecciones históricas a la menor provocación.
Lo mejor que se puede decir de este documental es que si bien solo contiene dos voces (la del presidente y la del general Vallejo), ambas son coherentes y complementarias en su intención de presentar al verdadero megaproyecto: el nuevo rostro del ejército mexicano.
Tanto el ejecutivo como el general insisten en que este nuevo ejército “respeta los derechos humanos” y que “ha dejado las armas para tomar los martillos y construir un aeropuerto para todos”.
Los dos enemigos naturales (el ejército que, como promesa de campaña iba a ser “sacado de las calles” y el político que participó en marchas por los 43 de Ayotzinapa) unidos en un bloque de nuevo corporativismo castrense que, creo, define a las políticas públicas en este momento.
Hay una escena que ilustra esto a la perfección. En ella Vallejo refiere al presidente el proceso de negociación con los proveedores. Sin que se mencione nunca el término “asignación directa”, el general narra el regateo con los empresarios elegidos, y cuenta que una vez que daban el precio final, les preguntaba “¿Y cuánto vale su amor por México?”.
“Una obra del pueblo” de Epigmenio Ibarra puede verse en el canal de YouTube de Argos: https://www.youtube.com/watch?v=Hk9l3B2E1-I&t=2511s