Guía de Lectura 449

Tachas 470 • Galería carbono, de Ricardo Gómez Estudillo • Jaime Panqueva

Galería carbono, de Ricardo Gómez Estudillo

Jaime Panqueva


Continúo mi recorrido por estos nuevos lanzamientos de Fondo para las Letras Guanajuatenses de Ediciones La Rana con este compendio emergido del Seminario Efraín Huerta de Poesía, escrito por Ricardo Gómez Estudillo; voz muy equilibrada que huye de las estridencias y dicta sus textos desde un espacio cerebral de apariencia sosegada. Gómez Astudillo expone con economía a veces espartana, y con la precisión de un viejo cirujano que hiende profundamente el bisturí en la realidad. Sus versos pueden sostenerse con increíble ligereza en el aire como una semilla de diente de león, pero a la vez poseen una potencia estremecedora. Como en la guía anterior, Ivanna Kill, creo más sincero con el lector y adecuado para que pueda pulsar el peso de su trabajo, compartir una breve elección de poemas:

 

Voces oxidadas
Hablan de días oscuros,
los andamos en las horas,
en la calle, en los puentes,
en la sombra los andamos.
Serpiente y azar, abrir las puertas
de oficinas como panteras,
colmillos, veneno
y sus letras contenidas,
las historias que andamos.
Hablan de días oscuros,
sus sombras nos comemos
en el plato de papel y pantalla,
en el pavimentos los comemos.
Aspiraciones y cenizas, en las urnas
materia que amasamos,
objetos,
Las palabras que comemos.

Regresar es una decisión calculada
¿Soñaste con volver a tu país
a reposar entre el polvo rojo?
Dices que allá hay raíces
en la devastación.

Lo que llevas en tus manos
Al abrir la puerta entraste a la habitación;
sin decir palabra,
recogiste del piso
todas las balas
y tus manos eran dos
granadas.

Lugar y tiempo equivocados
Hablaste de la esquina, de la vuelta a la calle, de la suerte de estar ahí, donde el metal se hizo al aire por la percusión de la insensatez; hablaste de quien ha perdido la noción de la esquina, de la suerte sustantiva de estar ahí y no ver el ardiente proyectil deslizándose por algún lugar de la atmósfera, cualquier lugar. Pero es justo ahora cuando cruza el espacio común y por ahí parece flotar como si el tiempo pudiera detenerse, como si un instante fuera eternidad, pero la realidad es materia, el objeto se abre camino en la piel, la carne se ve invadida, el cuerpo no cree lo que pasa, se fragmenta la vida y los demás hablarán de esto como algo que ocurre, de la suerte de estar en el lugar y tiempo equivocados.

El desierto y el puesto de la esquina
Solías decir que
es mejor caminar de noche
en el país del desierto.

Pero aquí la peste se esparce
y cualquier lugar es propicio:
el sembradío, el gasoducto,
la plaza pública,
el puesto de la esquina
con grasa en el piso,
hoy manchado con materia orgánica
de color diferente.




Comentarios a mi correo electrónico: panquevadas@gmail.com

 

 

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