DISFRUTES COTIDIANOS
Músicos populares en pantalla: una mirada biográfica desde la ficción • Fernando Cuevas
Fernando Cuevas

Un breve recuento de filmes como preludio al próximo texto sobre la reciente cinta de Elvis Presley, que han retomado, desde la ficción, a músicos de la cultura popular, a sabiendas de que también circulan diversas cintas sobre compositores o intérpretes que no existieron pero que se centran en el subgénero, además de una rica tradición documental acerca del particular. En efecto, las películas biográficas cargan con la complejidad del juicio sumario de quienes se consideran conocedores y cercanos a la persona en cuestión. Y si además tiene una legión de fans irredentos, la trama se complica porque cada quién quisiera ver reflejada en pantalla su afición o su propia idea del ídolo: suelen ser más papistas que el Papa.
Sucede sobre todo cuando se aborda desde la ficción la vida de músicos populares como —por ejemplo– en los casos de David Bowie y Freddie Mercury: los filmes Stardust (Range, 2020) y Bohemian Rhapsody (Singer, 2018) decepcionaron a los fans por no hacerles justicia a sus referentes, sobre todo al primero, lejos del ícono conocido y del que se consideró sólo una etapa de su vida, aunque tampoco dejaron buen sabor de boca las diversas imprecisiones acerca de la vida artística del vocalista de Queen y sus vicisitudes con colegas, productores, parientes y amores: se vale novelar, claro, siempre y cuando esté bien definido el enfoque, y en el entendido que no se trata de un documental.
Además de la gran cantidad de documentales que se siguen produciendo a la fecha sobre diversas aristas de las trayectorias de los músicos, ya desde el siglo pasado se presentaron varias cintas biográficas al respecto como Yanqui Dandy (Curtiz, 1942), repasando a George M. Cohan con la actuación de James Cagney; Música y lágrimas (Mann, 1953), acerca de la vida de Glenn Miller, interpretado por James Stewart; Esta tierra es mi tierra(Bound for Glory, Ashby, 1976), centrada en los primeros años de trayectoria de Woodie Guthrie (David Carradine);The Buddy Holly Story (Rash, 1978), siguiendo la carrera del rocanrolero, interpretado por Gary Busey, hasta su trágica muerte en un accidente en el que también viajaba Ritchie Valens, joven de 17 años al que le dio vida Lou Diamond Phillips en La Bamba (Valdez, 1987).
En los ochentas y noventas continuaron realizándose algunas películas del subgénero biográfico de músicos: Gary Oldman como el bajista de Sex Pistols y Chloe Webb como su novia, protagonizaron Sid & Nancy (Cox, 1986), con todo y la explosiva relación entre ambos y el desarrollo de la efímera y mítica banda de punk; Gran bola de fuego (McBride, 1989), en la que Dennis Quaid se pone en los zapatos de Jerry Lee Lewis; la controversial The Doors (Stone, 1991), que dejó descontentos a nutridos grupos de seguidores y con Val Kilmer en el papel del Rey Lagarto; las miniseries Los Jackson (1992) y The Temptations (1998), retomando la conformación y desarrollo de ambos grupos y Backbeat (Softley, 1994), sobre la etapa previa a la fama de The Beatles.
Ellas
También se han plasmado la brillantez y peripecias de reconocidas cantantes y compositoras como Respect: la historia de Aretha Franklin (Tommy, 2021), representada por Jennifer Hudson; Estados Unidos vs. Bilie Holliday (Daniels, 2021), centrada en los esfuerzos para evitar que la cantante (Andra Day) entonara Strange Fruit, ese himno crítico contra los linchamientos; Judy (Goold, 2019), con gran actuación de Renée Zellweger; CrazySexyCool: The TLC Story (Stone III, 2013), acerca del famoso trío de R&B y Hip-Hop; The Sapphires(Blair, 2012), contando la emotiva historia del grupo de nativas australianas; The Runaways (Stewart, 2010), conflictiva asociación integrada por Joan Jett (Kristen Stewart) y Cherie (Dakota Fanning), y Cadillac Records(Martin, 2008), en la que además de narrar el nacimiento de la disquera, se retoma a Etta James, encarnada por Beyoncé, también participando en Dreamgirls (Condon, 2006), con elementos retomados de The Supremes.
Ahí están La vida en rosa (Dahan, 2007), en la que Marion Cotillard nos muestra a una doliente Édith Piaf y Jennifer Lopez a una efusiva Selena (Nava, 1997). Por su parte, Angela Bassett se preguntaba sobre el amor en Tina (Gibson,1993), la biopic sobre la afamada cantante de largo recorrido, y desde una arriesgada perspectiva, se realizó el corto Superstar: The Karen Carpenter Story (Haynes, 1987), en la que utilizando la muñeca Barbie, el realizador planteó las dificultades de la cantante con la anorexia y la importancia de The Carpenters en el panorama musical setentero. Igualmente se produjeron Quiero ser libre (Coal Miner’s Daughter, Apted, 1980), en la que Sissy Spacek se planta en el papel de Loretta Lynn y El ocaso de una estrella (Lady Sings the Blues, Furie, 1972), en la que Diana Ross brinda una sentida y turbulenta interpretación de Billie Holliday.
Multigenérico
El universo del Hip-Hop ha sido capturado en Letras explícitas (Straight Outta Compton, Gray, 2015), sobre la formación de N. W. A.; Notorious (Tillman Jr., 2009) con Jamal Woolard y la auto referencial de Eminem, titulada elusivamente 8 millas (Hanson, 2002). Además, se retomaron lances roqueros en The Dirt (Tremaine, 2019), acerca de Mötley Crüe; Mi nombre es John Lennon (Nowhere Boy, Taylor-Johnson, 2009), centrada en la adolescencia del ex Beatle y su difícil relación con la tía Mimi; Control (Corbijn, 2007), recuperando la historia de Joy Division, banda tan importante como breve, y de su atribulado vocalista Ian Curtis, encarnado con plena intensidad por Sam Riley.
Asimismo, se han revisado algunos conocidos cantantes como en La música del silencio (Radford, 2017), donde Antonio Banderas se asume como Bocelli; Tom Hiddleston hizo lo propio en Hank Williams, una voz a la deriva (I Saw the Light, Abraham, 2015), mientras que el grupo The Four Seasons fueron retratados en Jersey Boys: persiguiendo la música (Eastwood, 2014); Liberace en Detrás del candelabro (Soderbergh, 2013) con Michael Douglas y Matt Damon en plan de pareja conflictiva; Héctor Lavoe en El cantante (Ichaso, 2006), interpretado por Marc Anthony con todo el sabor necesario, y Bobby Darin en Beyond the Sea (2004), proyecto de Kevin Spacey, quien dirige y protagoniza al vocalista.
Desde hace algunos años, varias figuras de la música se han visto retratadas en pantalla tal como se advierte en las cumplidoras Rocketman (Fletcher, 2019), con Taron Egerton dejando todo en la interpretación; Blaze (Hawke, 2018), sobre la vida y trascendencia de Blaze Foley (Ben Dickey), una de las leyendas del movimiento conocido como Texas outlaw; El joven Morrissey (England is Mine, Gill, 2017), repasando el previo a la formación de The Smiths con Jack Lowden en el papel protagónico; Amor y compasión (Pohland, 2014) posó su mirada en la genialidad de Brian Wilson y sus dificultades mentales en dos periodos de su vida, interpretado por Paul Dano y John Cusack, en tanto que I Feel Good: la historia de James Brown (Get On Up, Taylor, 2014), recorre el tránsito de este showman único asumido con plena convicción energética por Chadwick Boseman.
André 3000 se metió en la piel de Hendrix en Jimi: All Is by My Side (Ridley, 2013), mientras que Gainsbourg (vida de un héroe) (Sfar, 2010) propone un recorrido del afamado cantautor francés (Eric Elmosnino) desde la ocupación nazi en París, su reconocimiento absoluto en los sesenta y los años posteriores. Joaquin Phoenix y Reese Whiterspoon caminaron por la cuerda floja de la relación romántica entre dos reconocidos cantantes enJohnny & June: Pasión y locura (Walk the Line, Mangold, 2005); Last Days (Van Sant, 2005) con Michael Pitt en el rol de un músico con clara referencia a Kurt Cobain, y Jammie Fox asumiendo el reto –bien librado- de plasmar en la pantalla la historia de otra figura musical de largo alcance en Ray (Hackford, 2004).
Figuras prominentes del jazz están presentes en la cuestionada Green Book (Farrelly, 2018), donde se presenta el tour del pianista Donald Shirley (Mahershala Ali) por el sur racista y profundo de los Estados Unidos en los sesentas; Django (Comar, 2017), con Reda Kateb en el papel del gran guitarrista huyendo del París ocupado; en Miles Ahead (2015), exploradora mirada del genial trompetista también encarnado por Don Cheadle, quien igual dirige; en Born to Be Blue (Budreau, 2015), sobre la turbulenta vida de Chet Baker con Ethan Hawk en el protagónico, sobre todo en su regreso a finales de los sesenta; en Bird (Eastwood, 1988), Round Midnight(Tavernier, 1986) presenta a Dexter Gordon en el papel del saxofonista ficticio Dale Turner pero basado en Bud Powell y Lester Young, con todo y cameo de Scorsese y aparición de Hancock y Shorter en plan cómplice.
Mientras que en otra tesitura y de manera oblicua, se retoman a los compositores e intérpretes para bordear sobre su trayectoria sin que necesariamente se trate de una biografía convencional, sino más bien una exploración al personaje en cuestión y su influencia en el desarrollo de la cultura popular: ahí está Mi historia sin mí (I’m Not There, Haynes, 2007) como ejemplo, con todo y un desfile de actores y actrices en plan dylanesco como Cate Blanchet, Christian Bale, Heath Ledger, Richard Gere, Ben Wishaw y Marcus Carl Franklin. Todos somos Bob Dylan y al mismo tiempo, nadie lo es.