viernes. 06.12.2024
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Tachas 483 • El sastre de la mafia • Fernando Cuevas

Fernando Cuevas

El sastre de la mafia (The Outfit, 2022)
El sastre de la mafia (The Outfit, 2022)
Tachas 483 • El sastre de la mafia • Fernando Cuevas

El cine que toma ciertas formas teatrales por el escenario y espacio considerados, presenta algunos retos para no reducirse simplemente a grabar una representación en el escenario: la fotografía y la edición cobran un papel esencial para crear ciertas atmósferas que permitan aprovechar recursos propiamente fílmicos para trascender esta característica de solo capturar la obra. Tal es el caso de El sastre de la mafia (The Outfit, 2022), filme que se inscribe en el género clásico de gánsteres pero de tesitura más íntima, sin abarcar las grandes familias y los conflictos macro por la lucha del poder y el territorio, sino más bien centrado en un puñado de personajes y una rivalidad específica.

En el centro del filme está el personaje del título, que insiste en llamarse cortador y no sastre (aunque en español parecerían sinónimos), un inglés que después de la guerra se mudó a Chicago para poner un pequeño taller a partir de tener solo unas tijeras y que tiene como cliente a un jefe mafioso y al que entran el hijo y otro joven adoptado por el grupo para intercambiar llamadas y mensajes, así como alguna misteriosa correspondencia; al metódico, competente y paciente sastre capaz de bordar fino El hilo fantasma (Anderson, 2017), le ayuda una joven que funge como su asistente y con la que se advierte una relación paterno-filial de apoyo mutuo no explícito.

La dinámica cambia cuando el hijo del jefe mafioso llega herido de bala al local y el amigo obliga al sastre a que le haga una curación aprovechando sus habilidades con el hilo y la aguja: a partir de ahí, y como se le termina por recordar el compañero del herido, el dueño del local queda comprometido con la familia, por más que busque no tener nada que ver. Los sucesos se irán complicando, algunos secretos se irán develando, como cabría esperarse, y la trama se sumará a la reconocible premisa del hombre común que termina atrapado en una situación extraordinaria y por completo ajena a su apacible vida. 

El originario de Chicago, Graham Moore (corto The Waiting Room, 2008), escritor de El código enigma (Tyldum, 2014), se estrena como director de largometrajes y coescribe junto con Johnathan McCain, un inteligente guion que permite desplegar la trama a partir de los diálogos y los sucesos que solo tienen lugar dentro del taller, donde se desarrolla toda la historia. Así, vamos conociendo al protagonista y su proceso de aprendizaje previo en Savile Row, zona de prestigiosos sastres de donde proviene la saga de The Kingsman (Vaughn, 2014, 2017, 2021), así como a la asistente y los mafiosos que aparecen, mientras persiste el duelo entre dos grupos que buscan el control de la zona a mediados de los años cincuenta.

Mark Rylance da otra muestra de su enorme capacidad actoral que recuerda por momentos los gestos y los secretos guardados de su actuación en Puente de espías (Spielberg, 2015), mostrando comprensión y tranquilidad pasmosa en momentos críticos, mientras que Zoey Deutch interpreta a la asistente con ciertos rasgos de rebeldía; complementan el reparto Dylan O’Brian como el hijo del líder, encarnado por Simon Russell Beale, Johnny Flynn como Frances el ambicioso joven de reacciones impulsivas y Nikki Amuka-Bird en breve y decisiva intervención como la multimencionada La Fontaine.

Con claras referencias en forma y fondo a La soga (Hitchcock, 1948), con todo y escondido cadáver en el baúl, el filme se nutre de una edición que rompe la sincronía entre imágenes y conversaciones, en contraste con la vinculación que va haciendo con la explicativa voz en off del oficio del sastre con imágenes que refuerzan el paralelismo con el resto de la trama; la cámara, en tanto, juega con las perspectivas y aprovecha el reducido espacio para mostrar la creciente tensión que generan las vueltas de tuerca en espiral, con inesperadas complicidades y sorpresas que mantienen lógica e interés en el destino de los personajes, apenas controlando incendios llenos de recuerdos.

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