martes. 24.06.2025
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Tachas 499 • 10 películas 1922: Un siglo después • Fernando Cuevas

Fernando Cuevas

Nosferatu
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Tachas 499 • 10 películas 1922: Un siglo después • Fernando Cuevas

Iniciamos el recorrido con Nosferatu, filme del realizador alemán F. W. Murnau, todo un clásico del cine de terror basado en la afamada novela de Bram Stoker, pero sin contar con los derechos de la obra: el conde Orlock, interpretado memorablemente por Max Schreck, acecha la casa y a la esposa del agente inmobiliario, cuello incluido, no en Londres, sino en Bremen, a partir de aterradores juegos de sombras, encuadres memorables con la figura del vampiro como punto de fuga y posiciones diversas de la cámara que engrandecen o enfatizan la amenaza encarnada de este príncipe de la oscuridad, en vertiente expresionista. el director también realizó la románticamente fantasiosa Phantom y The Burning Soil, sobre la ambición del hijo de un granjero para aprovecharse de un terreno petrolero, maldito según la leyenda. 

Benjamin Christensen presentó su célebre tratado visual Haxan: brujería a través del tiempo, inquietante y trascendente docudrama sueco, dividido en siete partes donde conviven la información y la interpretación sobre los rituales y supersticiones alrededor de la brujería desde la antigua persa hasta los tiempos presentes, pasando por el medievo: demonios, religiosos, torturas y enfermedades mentales en este aquelarre de notable diseño de producción y terrorífica puesta en escena.  Combinando también elementos documentales con ciertos pasajes desarrollados ex profeso para la cinta, el expedicionario y fotógrafo Robert J. Flaherty presentó su célebre Nanuk, el esquimal, en el que sigue con aliento etnográfico, si bien interviniendo para dirigir ciertas secuencias, al inuk del título y su familia por las peripecias propias de la sobrevivencia, algunas de ellas actuadas: la belleza de las texturas nevadas en planos abiertos y la intimidad al momento de dormir en el iglú, resaltan en convivencia con la dura pero feliz existencia de esta familia.

Con las dos partes de El Doctor Mabuse, Fritz Lang integró diversos componentes a partir del villano del título, perseguido por el detective Wenk y mago del disfraz, capaz de asumir diversas personalidades para continuar con sus fechorías: de psiquiatra a jugador y mago manco a gerente de hotel y de ahí, descender a la locura con sus demonios internos. Un thriller de amplio abanico narrativo y múltiples temáticas que convirtió a su malhechor en un personaje representativo de los problemas y conflictos sociales. Sherlock Holmes cobró vida en la actuación de John Barrymore, dirigido por Albert Parker, tratando de atrapar a Moriarty, su indiscutida némesis.

Con gran atención a la puesta en escena y al diseño de producción, así como al contraste de las secuencias en función de los personajes encuadrados, Erich Von Stroheim dirigió Esposas frívolas, acerca de un despreciable conde en decadencia, interpretado por el propio director, que busca seducir a la simplona esposa de un diplomático estadounidense que no parece ponerle mucha atención, mientras se despliega la superficialidad de la aristocracia aferrándose a sus privilegios. Todavía en Alemania, Ernst Lubitsch entregó la lujosa producción La mujer del faraón, en la que un rey etíope ofrece a su hija al monarca egipcio del título para apaciguar las aguas, pero como cabría esperarse, el asunto no funciona según lo esperado.

Desde tierras nórdicas, Victor Sjöström realizó El juicio de Dios, ambientada en la Edad Media y en donde una joven acusada de envenenar a su marido, a quien odiaba y con quien la obligaron a casarse, debe someterse a un ritual para demostrar su inocencia: drama de convicciones profundas; en contraste, realizó Mi primer amor, acerca de un romance separado por la guerra entre un teniente y una joven en un pueblo inglés. Por su parte, Carl Theodore Dreyer entregó la coral Los estigmatizados, basada en la novela de Aage Madelung y puntualizando el rechazo social y las dificultades por las que atraviesan los personajes, particularmente por el antisemitismo imperante, capturado en indicativa combinación de planos son la sobriedad acostumbrada; también realizó, en tono de fantasía romántica, Érase una vez, con una princesa inconquistable hasta que se aparece la magia.

De menos de una hora de duración, La Souriante Madame Beudet propone un enfoque feminista con elementos experimentales a partir de la historia de una ama de casa restringida en un matrimonio acomodado del cual, por más que lo intente, parece no poder escapar cual destino predestinado; el director francés Germaine Dulac inserta con brillantez secuencias oníricas de liberación y consigue un notable montaje para establecer los contrastes entre la monotonía de la realidad y la liberación de los sueños. En La mujer de ninguna parte, Louis Delluc reflexiona sobre el regreso al lugar y la decisión de partir para encontrar el propio lugar en el mundo, a través de dos mujeres, una que vuelve a donde había vivido veinte años atrás y otra que está pensando irse.

Buster Keaton se mantuvo muy activo: realizó los cortos Rostropálido; junto conEn #Tachas 499,  Edward F. Cline, hizo La mudanza (Cops), La casa eléctricaSueños imposiblesEl Polo Norte y Las relaciones de mi mujer, mientras que en colaboración con Malcolm St. Clair, rodó El herrero. Por su parte, Charles Chaplin entregó un par de cortos: el muy cómico Charlot en día de paga Nice and Friendly, con un codiciado collar de perlas de por medio, en tanto Walt Disney realizó Puss in BootsThe Four Musicians of Bremen y Cinderella, que también mereció una revisión del animador alemán Lotte Reiniger (quien presentó, a su vez, The Flying Suitcase y The Secret of the Marquise) y Otto Mesmer puso en acción al famoso felino animado en Felix Saves the DayFelix Turns the TideFelix Lends a Hand y Felix in the Swim

Fred C. Newmeyer dirigió a Harold Lloyd, buscando el coraje para vencer al malo y quedarse con la chica, en la comedia con tintes de drama, El mimado de la abuelita, así como en Dr. Jack, en el que interpreta a un médico de pueblo que va a atender a una niña rica. Douglas Fairbanks escribió e interpretó Robin de los bosques, versión de la famosa leyenda dirigida por Allan Dwan, mientras que Fred Niblo rodó The Woman He MarriedRos o’ the Sea y Sangre y arena, interpretada por un Rudolph Valentino en plan de torero galán que gana fama al tiempo que pierde a su matrimonio. Frank Lloyd adaptó a Dickens en Oliver Twist, contando con la presencia del pequeño Jackie Coogan, mientras que un vendedor de fruta debe conseguirles más pacientes a su vecino, el doctor, para poderse casar con su hija: así el breve relato chino Romance of a Fruit Peddler, cortesía de Zhang Shichuan.







 

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