DISFRUTES COTIDIANOS
Tachas 501 • Discos 1972: experimentos y progresiones • Fernando Cuevas
Fernando Cuevas
Quince discos y un álbum en vivo que cumplieron el medio siglo el año que recién terminó y que se insertan en la tendencia predominante del rock progresivo y en la integración de elementos que se relacionan con la experimentación. Veamos.
A partir de dos cortes con cuatro partes cada uno y otra pieza más, Yes nos llevó de viaje para encontrarnos al límite en Close to the Edge, clásico progresivo que transita entre la experimentación, la revuelta sonora y los pasajes de reflexión con guitarra, teclados y base rítmica en constante ebullición, por momentos destapándose con la inequívoca vocal de agudas intenciones, como amerita un trayecto para enfrentarse a situaciones decisivas. Los también británicos de Gentle Giant, recurriendo al tono teatral, por momentos lúdico, entregaron el sumergible Octopus, entre apuntes medievales como de espectáculo de juglares, apuntes rockeros y lances de sicodelia jazzeada que nos atrapan cual tentáculos absorbentes.
Con su alineación titular, Genesis produjo Foxtrot, con apuntes cienciaficcionales, mitológicos y de crítica social, para convertirnos en observadores de los cielos volteando al horizonte de la nueva Jerusalén, como la zorra astutamente disfrazada de la portada, y llegar en buen horario para la apocalíptica hora de la cena: un festín de sincronía que se mueve del tono pastoral a la intersección de elaborados parajes, dibujados a través de un melotrón cual red de sostenimiento para la rítmica en calma o en arranque continuo y la elusiva guitarra, envueltas en la convencida vocal. El doble conceptual 666 es el apocalíptico álbum final de Aphrodite’s Child, banda griega formada por los después célebres Vangelis y Demis Roussos: entre jinetes siniestros, bestias marcadas, corderos salvíficos, trompetas admonitorias y sellos místicos, se despliega un progresivo bañado por sonidos de Europa del este, psicodelia rockera con salpicadas heavy y un espíritu avant-garde propio del libro de las revelación.
Premiata Forneira Marconi, puntal del progresivo italiano, mostró su primera carta titulada Storia di un minuto, entre la que se encuentran cortes representativos del estilo renacentista de emotiva melodía como Impressioni di settembre y E’festa, de contagiantes melodías y la habitual mixtura en los paisajes sonoros, de al que le siguió en este mismo año, el rompedor Per un amico, editado un año después en Estados Unidos bajo el nombre de Photos of Ghosts y con el que lograron trascender más allá de las fronteras de su tierra. Sus coterráneos de Banco del Mutuo Soccorso entregaron el desaforado Darwin!, desplegando acordes jazzísticos que se vinculan con episodios como de opereta inoculada con lances instrumentales de elaborada confección: L’evoluzione de las especies progresivas continuaba imparable con la Conquista Della Posizione Eretta.
Popol Vuh firmó Hossiana Mantra, ideal para buscar un poco de sabatina paz celestial. Vocales de lánguida relajación, misticismo oriental con el piano como guía y una guitarra dibujando envolventes nubes multiformes. La cara reparadora del krautrcok en clave new age. El deschavetado y ecléctico So Far, opus 2 de Faust, transcurre con su cuota de experimentación y cada corte parece dirigirse por su ruta pero coinciden en las veredas de un rock efervescente y un pop que parece perder la cabeza a cada paso que da. Con Ege Bamyasi, los aventureros de Can nos recetaron un nutricional y energético funkrock infestado de elementos avant-garde que tanto influyó en el postrock, la electrónica y las propuestas alternativas del siglo XX. Mantener a tope la vitamina C y tomar cada noche la sopita con cuchara, entre vocales irreverentes y disrupciones varias.
Tras recibir un ataque de un fan enloquecido y tener que usar silla de ruedas, Frank Zappa abrazó influencias jazzeras para firmar Waka/Jawaka, cuyo nombre derivó de la ouija y que funcionó ser una secuela del clásico Hot Rats, según se indica; además, realizó The Grand Wazoo con The Mothers of Invention en genial lógica de fusión con elementos rockeros y funkies, después de presentar el álbum en vivo Just Another Band from L. A., grabado un año antes en el campus de la UCLA y que resultó una especie de despedida de la alineación titular de este innovador matriarcado. Irrlitch fue un viaje por cuatro estaciones electrónicas de inquietante exploración, propuesto por el berlinés Klaus Schulze en donde la energía se enciende, toma caminos misteriosos y colapsa para volver a recobrar la fuerza necesaria y continuar el particular trayecto de alcance cósmico.
En tanto, Jethro Tull confeccionó el acaso involuntariamente conceptual Thick as a Brick, sobre un niño prodigio en tesitura progrefolk con episodios que nos remiten a mutaciones medievales con la inconfundible flauta en revoloteo permanente: sólido como una elusiva pared de ladrillo que ha sobrevivido el paso del tiempo si acabara de construirse. Por su parte, Caravan siguió trasladando el sonido de Canterbury con inserciones folkies maceradas con jazz y el consabido sonido progresivo, a través de Waterloo Lily, despliegue de virtuosismo ecléctico para remontarse a tiempos pasados, en misma vertiente que Matching Mole, la banda que integró Robert Wyatt y que entregó un amplio abanico que transita del rock al pasaje disruptivo capturado en el epónimo Matching Mole, para adentrarse por las membranas de la memoria.