viernes. 19.04.2024
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Tachas 512 • Adictos al trabajo • Alejandro Badillo

Alejandro Badillo

Sorry We Missed You. Reino Unido, 2019. Dirección- Ken Loach
Sorry We Missed You. Reino Unido, 2019. Dirección- Ken Loach
Tachas 512 • Adictos al trabajo • Alejandro Badillo

Sorry We Missed You. Reino Unido, 2019. Dirección: Ken Loach.

En la sociedad global hay una sentencia peor que la muerte o, incluso, el suicidio: seguir trabajando. En estos días se ha popularizado un meme que muestra a Robocop –protagonista de la película del mismo nombre estrenada en 1987– con la siguiente leyenda: “El hombre que murió trabajando y lo resucitaron para que siga trabajando”. No vale la pena abundar en la trama del filme, pues se ha convertido en parte de la cultura popular. Lo cierto es que la idea provocadora de Robocop –un polícia mitad hombre mitad máquina– adquiere un sentido macabro en una época que el filósofo Byung-Chul Han ha llamado la “sociedad del rendimiento”. Si los futurólogos de hace mucho vaticinaban que los robots harían las labores más pesadas para liberarnos de nuestras cargas, nos hemos dado cuenta –quizás demasiado tarde– que ya somos esos robots sólo que sin refacciones y a punto de volvernos locos por tanto trabajo.

Este escenario está presente en la película más reciente del director Ken Loach Sorry We Missed You estrenada en el 2019 y ahora disponible en la plataforma MUBI. La obra sigue los rasgos generales que caracterizan a la narrativa de Loach: un realismo que sólo muestra lo esencial de la historia y una narrativa despojada de cualquier efecto melodramático. La historia es simple: la familia Turner –perteneciente a la cada vez más precarizada clase obrera de Inglaterra– altera su forma de vida una vez que el padre –Ricky– se convierte en “asociado” de un corporativo de paquetería, una especie de servicio de entregas parecido a Fedex o DHL. La diferencia es que Ricky no es un empleado sino un trabajador sin derechos que financia su propio transporte y cualquier costo extra que surja. Motivado por la esperanza de la independencia financiera, Ricky vende el auto que usa su esposa (también para trabajar) e ingresa al mundo del emprendedor autónomo, el más común en nuestra época ya que las labores con horarios y salario fijos están en proceso de extinción. 

Una manera de entender el filme de Loach es a través de la adicción. Ricky intenta recuperar, a toda costa, el estatus social que tenía antes, cuando era trabajador de la construcción y aspiraba a comprar una casa propia. Sin embargo su familia, como tantas otras, sucumbe ante las crisis financieras propias del capitalismo del siglo XXI y que acercan a millones de personas a la pobreza. Ante la realidad cruda que se le presenta, opta por la única solución: aferrarse a la idea de que el trabajo duro lo sacará adelante a él y a su familia. A pesar de que su jefe inmediato sea un capataz dispuesto a reventar a los repartidores que no cumplan su cuota, el miedo a perderlo todo le hace dar ese “extra” tan valorado por las empresas en nuestros tiempos: abandonar a sus seres queridos, al tiempo libre y aumentar las jornadas laborales para una independencia financiera que no llegará. Los siguientes pasos que dará el padre de familia lo convierten, de facto, en un adicto. Vive sólo para su camioneta y para repartir los paquetes que le entregan todas las mañanas. Cuando su hijo mayor, incrédulo del futuro y del sistema, decide renunciar a la escuela, Ricky estalla. El comportamiento anómalo de su hijo es, en realidad, un intento desesperado por salvarse y no terminar, justamente, como él. Su hija pequeña también lucha por alejar el objeto que provoca la adicción –la camioneta de reparto–  y roba las llaves para que su padre no regrese al ciclo que los está destruyendo. Sin embargo, Ricky las recupera y, malherido por un robo que sufrió durante su jornada, maneja rumbo al almacen al borde del colapso. El progreso económico tendría que llegar gracias al trabajo duro. Sin embargo, como refleja muy bien el filme, hemos llegado a una sociedad global en la que miles de millones de personas se esfuerzan como nunca y sobrepasan sus límites sólo para ver cómo sus esperanzas se desmoronan día a día. 

Sorry We Missed You puede traducirse como “Lamentamos no haberle encontrado” (mensaje que las empresas de reparto o correos dejan a los destinatarios de los envíos cuando no han podido localizarlos). Ken Loach muestra de forma impecable cómo se destruye una familia de tantas por una sociedad individualista, volcada a las ganancias financieras y enemiga de cualquier contrato social. Es una cruel ironía que el neoconservadurismo –firme aliado de las políticas económicas liberales que han flexibilizado el mercado laboral– tenga como estandarte la defensa de la familia. En Sorry We Missed You los Turner no se encuentran porque, literalmente, casi no pueden verse. Los padres absorbidos por el trabajo autónomo no atinan a dar con una respuesta a sus problemas y los hijos sólo quieren que todo sea como antes. El filme es oscuro y no presenta ninguna salida, pues se concentra en fabricar una ficción muy vinculada a lo testimonial. Este tipo de trabajos acerca del terror laboral en las dos primeras décadas de nuestro siglo contrasta con la narrativa meritocrática de algunos productos promovidos por Hollywood. Pienso en dos: En busca de la felicidad (2006) en el que usando el gancho de “basado en una historia real” nos presentan el sueño americano como lo dicta el manual. En la trama un hombre al borde de la ruina se vuelve millonario después de muchas dificultades. La historia es una en un millón, pero es suficiente para encandilar a las audiencias ansiosas de modelos que los motiven en un juego en el que tienen todas las desventajas. El otro filme, más reciente, Nomadland, se romantiza la vida de los trabajadores eventuales –muchos de ellos adultos mayores– que habitan las caravanas cercanas a los almacenes gigantescos de Amazon. La película de Chloé Zhao, ganadora del Oscar en el 2021, despoja los aspectos críticos del libro en el que se basó de la escritora Jessica Bruder y presenta la precarización laboral como un viaje de iniciación que ilumina el tramo final de la heroína. Afortunadamente, Sorry We Missed You y la obra de Ken Loach centrada en la clase obrera son un contrapeso de las utopías que vendió muy bien el neoliberalismo, particularmente en Inglaterra. 

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Alejandro Badillo (CDMX, 1977) es narrador, ha publicado tres libros de cuentos: Ella sigue dormida (Fondo Editorial Tierra Adentro/ Conaculta), Tolvaneras (Secretaría de Cultura de Puebla) y Vidas volátiles (Universidad Autónoma de Puebla); y la novela La mujer de los macacos (Libros Magenta, 2013).