martes. 16.04.2024
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Tachas 514 • El Agente Cherkashin y El Nuevo Orden Mundial • Enrique López Velarde

Enrique López Velarde

Imagen creada por IA
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Tachas 514 • El Agente Cherkashin y El Nuevo Orden Mundial • Enrique López Velarde

Plaza Roja, Moscú

Un hombre sujeto a una cama es golpeado repetidamente en la frente. Sus largos cabellos anaranjados se encuentran enredados vigorosamente en el pequeño puño de una mujer morena que se posa sobre su pecho como un cuervo hambriento. Dos gemelas pelirrojas ríen como cabras al pie de la cama, mientras elaboran una mezcolanza de cera  y cosméticos rojos en una hielera metálica, vociferando: “Burbujas, burbujas; que hierva el fuego y arda el caldero”. Ahora se integran dibujando dolorosos pentagramas invertidos en la piel de la víctima excitada. La morena, en cuclillas, lo fuerza a beber de sus orines. 

El agente Cherkashin lo graba todo, adherido al exterior del  panorámico cristal del penthouse. Se sobresalta por un instante al ver un enorme pepino listo para taladrar al billonario magnate inmobiliario. Después de algunos minutos se le ordena volver a la azotea. Sin miedo y con sigilo se conduce en perfecto equilibrio por el pretil y con dos precisos saltos escala con facilidad por la antigua marquesina del  hotel victoriano. 

Misión cumplida. Cherkashin, héroe nacional.

 

Proyecto Barba Roja

Vuelve en helicóptero al edificio del Servicio de Inteligencia del Exterior Ruso (SVR). Júbilo y palmadas en su espalda preceden a un festín compuesto de salmón, vodka, sodas italianas y algún vaso de leche tibia para los presentes. Putin preside el festejo, mentor personal de Cherkashin. Admirador de su sangre fría,  observa casi con cariño a su agente favorito.

Aun en estos momentos el joven agente no deja de actuar como el paranoico espía en que se ha convertido. Bajo su apariencia linda y amable vive agazapado, al acecho, listo para atacar u ocultarse de los que él considera probables enemigos. Putin, en su apretada agenda, no puede dejar de dedicarle minutos al día, entretenido por el singular y desconcertante comportamiento de su pupilo. Cherkashin es pieza central en el maquiavélico “Proyecto Barba Roja”, plan del dictador para la nueva configuración del orden mundial. Putin se ha esforzado por formarlo como un soldado leal. A partir del  día en que mato a sus padres le exigió cumplir con un solo propósito: servir a su verdadera madre, Rusia. Fue entrenado cruelmente, la electricidad y los azotes fueron sus tutores. Días sin comer, para animarlo a robar, y luego castigado por el hecho de ser atrapado. Forzado a pelear todos los días, obligado a mostrar carácter en la adversidad.

Al final de la  noche el dictador no resiste más, toma del pellejo de la nuca a Cherkashin, levantándolo orgulloso por los aires y exclamando a todos los presentes: ¡Viva la Madre Rusia!

 

 

 

Laboratorio de Bio-Robótica en el Cosmódromo de Baikonur, Kazajistan

Cherkasim duerme plácidamente, conectado a las terminaciones electrónicas de un escáner biológico. Emite un ronroneo entre los 25 y 150 Hertz, esto le permite promover la regeneración de sus tejidos, curando sus huesos y sus músculos. Putin se deja conducir  por el Jefe Investigador, mientras este le muestra todos los avances del Proyecto Barba Roja.  Abejas con dispositivos bluetooth, gorilas con cascos ultrasónicos de control neuronal, Huskys con colmillos de acero. Se detienen frente a unas enormes peceras de cristal iluminadas por neones ultravioletas. Putin cavila internamente: ¿Sienten dolor los pulpos? 

Vuelve en sí al ver como Cherkashin sigue con los ojos a dos pequeños cuervos (que operan como drones)  girando y grabando alrededor del complejo subterráneo.

“¿Sueñan los Cherkashines?”- pregunta al comité de científicos que lo acompañan por el hangar, mientras desde un elevador contempla los seiscientos tubos criogénicos donde descansan los clones de su agente. Sin esperar respuesta, ordena el implante de una serie de recuerdos: la primera mariposa azul que desgarró en el jardín de la SVR, la destrucción del tapiz de la silla de Iván el Terrible en el Kremlin. 

 

Kremlin, Moscú

Cherkashin vive como un príncipe danés detrás de las cortinas del palacio, que comparte con dos de sus clones. Suben a muebles para estudiar su territorio. Saltan, rebotan, acechan y arañan. Limpios y meticulosos, anhelan nunca dejar rastros. Enemigos jurados de las otomanas y  los cojines, viven afilando sus garras. El Kremlin es su monte de los Urales.

Putin despierta  por séptima noche consecutiva al sentirse observado por seis ojos siniestros iluminados como linternas en un bosque. Desde el borde exterior de su ventana tres cuerpos estáticos parecen planear algo. 

Enfermo de insomnio especula por horas. Marca a su consejo médico por la madrugada citándolos a todos por la mañana. Sospecha haber sido infectado por el toxoplasma gondii, parásito que se anida, quizás, en su cerebro. Reconoce la atracción fatal que representa Cherkashin, destructor de sus neurotransmisores, incrementador de su dopamina, responsable de la disminución de su tiempo de respuesta de lucha o huida. En un arranque toma el teléfono rojo y ordena la destrucción de los 601 gatos del Proyecto Barba Roja. Tres de ellos escapan.

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Enrique López Velarde. Nació en Oaxaca. Ha realizado cortometraje, guión, narrativa y poesía. 






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