CRÍTICA
Tachas 515 • Cuidado con el comunismo • Alejandro Badillo
Alejandro Badillo

Hace unos días, en el portal Literal Magazine, el colaborador Armando Chaguaceda Noriega –politólogo e historiador cubano-mexicano– publicó el artículo “Silencio cómplice o de anemias y desmemorias”. El texto, a grandes rasgos, reclama el interés de la academia por la crítica al capitalismo global y la democracia liberal y, por otro lado, pasa de largo ante las amenazas del chavismo, el castrismo y todo lo que puede entrar en el llamado “populismo de izquierda”. Debería haber, según el autor, piso parejo en las críticas. Para Chaguaceda hay un complot que “confunde, torpe o intencionadamente, el legado liberal, plural y emancipador, con su reducción neoliberal, economicista y desciudadanizante”. El autor, a pesar del fervor con el que nos presenta el peligro que corre la democracia ante la verdadera amenaza (la del populismo izquierdista), no da muchas pruebas más allá de los adjetivos con los que adorna sus opiniones. Lo cierto –y en los tiempos actuales esto ya es sentido común– es que el sistema económico global tiene que ver, casi en su totalidad, con el libre mercado y el capitalismo global, lo que se denomina neoliberalismo. El populismo de izquierda, pensemos en Cuba o Nicaragua –los casos favoritos para los comentaristas de derecha– no gobierna el mundo. El sistema que rige la economía global es el capitalismo financiero heredero, según sus propagandistas, de los grandes ideales liberales, pero que su cara real, la que vivimos todos los días, es economicista y desciudadanizante, entre otras cosas, como bien refiere Chaguaceda.
El punto, más allá de definiciones, es la obstinación de la derecha y sus distintas variantes por darle poder no sólo al pérfido populismo de izquierda sino al comunismo estalinista del siglo XX. Nos hablan del exterminio de la democracia y de un regreso al pasado. Para este tipo de propaganda, la historia se repite con nuevos actores. Del populismo se pasa al comunismo y, por qué no, al nazismo. El asunto, una vez más, es que las últimas dos amenazas no han hecho sucumbir a ningún país. La concentración del poder, la homogeneización del pensamiento, la pérdida de libertades, entre otras cosas, ocurren en el capitalismo global y no en el fantasma del pasado. Ante la inconformidad social y la crítica académica, la derecha crea blancos fáciles de demonizar. En países como Estados Unidos, Francia o Alemania, los movimientos radicales se han fortalecido y gran parte de su discurso ataca –además del comunismo– a los migrantes, los derechos humanos, la emancipación de las mujeres y cualquier pensamiento que ponga en duda al liberalismo económico. Se juega a crear una realidad alterna, un chivo expiatorio que intenta dejar intacta la estructura económica que crea los problemas adjudicados al otro.
En estos días, además del artículo de Chaguaceda, se publicó un nuevo estudio que encontró que el colonialismo británico causó aproximadamente 165 millones de muertes en la India entre 1880 y 1920. La investigación a cargo del antropólogo económico Jason Hickel y Dylan Sullivan fue publicada en la revista académica World Development y se titula “Capitalismo y pobreza extrema : un análisis global de los salarios reales, la estatura humana y la mortalidad desde el largo siglo XVI”. La cifra, como indican los autores, es mayor al número acumulado de víctimas de las dos guerras mundiales e, incluso, la del Holocausto nazi. ¿Por qué esta información no es ni será significativa para los promotores del fantasma del comunismo y su rastro de sangre y muerte? Ofrezco otro evento más cercano a nuestra época: Estados Unidos, en los años 60, desarrolló en Indonesia algo que después se llamaría “El método Yakarta”. El plan era aplastar a los sindicatos, al partido comunista de ese país y, por supuesto, derrocar al gobierno si éste no se alineaba a sus intereses. El resultado, según cálculos conservadores, fue un millón de muertos. El periodista Vincent Bevins publicó, en el 2020, el libro El método Yakarta: la cruzada anticomunista y los asesinatos masivos que moldearon nuestro mundo con la investigación que realizó al respecto. Esta historia vergonzosa y, por supuesto, criminal, tampoco aparece cuando se hace un balance del pasado.
El comunismo no se ha adueñado, de nuevo, del mundo, pero sí de las mentes de los que lo temen. Algunos, ingenuamente, creen que están preservando una sociedad que, a pesar de sus defectos, representa los mejor de nuestra civilización. Otros, con más conocimiento de causa, esperan que la gente tema por algo que sólo existe en la historia y en los documentales. Las generaciones posteriores a la caída del Muro de Berlín han vivido en un sólo modelo vendido como una utopía y, ahora, avanzada la segunda década del siglo XXI, con una desigualdad extrema, desempleo, ecocidio, cambio climático, crisis social, les dicen que lo que había antes era peor. La realidad, por supuesto, siempre termina por imponerse.
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Alejandro Badillo (CDMX, 1977) es narrador, ha publicado tres libros de cuentos: Ella sigue dormida (Fondo Editorial Tierra Adentro/ Conaculta), Tolvaneras (Secretaría de Cultura de Puebla) y Vidas volátiles (Universidad Autónoma de Puebla); y la novela La mujer de los macacos (Libros Magenta, 2013).