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Tachas 519 • En el cuerpo, mi dolor • Jeanne Karen

Jeanne Karen

Imagen creada con IA
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Tachas 519 • En el cuerpo, mi dolor • Jeanne Karen

Si el dolor comienza en el cuello y baja despacio hasta los hombros, así se instala directamente en el ánimo, esa es la parte difícil y la que quiero eludir a toda costa, pero si irrumpe directamente en mi espalda, me derriba y el resto del día no puedo hacer más que tratar de ponerme de pie y seguir con la rutina, aunque se vuelva insoportable, no nada más por su propia naturaleza, también porque lleva el peso de la angustia: ese ánimo de correr, de hacerlo todo bien y de prisa y a la vez sentir que estoy atada a una silla o pegada al piso. Existe el deseo de acelerar, de salir volando en contra de toda lógica.

Luchar contra el cansancio, contra esas punzadas, ese ardor, se vuelve a veces más denso que el malestar, ¿lo han vivido a menudo?

Pensar en lo que nos sucede, luego sentir el fragor de la existencia, la vida entera que pasa como en una proyección frente a nuestra mirada de conejos sorprendidos, animales de presa. Parece como si la realidad descargara diariamente todo su volumen sobre nuestra fragilidad, sobre el esqueleto, sobre el espíritu que nos habita. Esconde las complejas redes de las horas, el pensamiento, los acontecimientos sobre estas cosas quebradizas que somos, a las que a veces podemos llamar cuerpos y otras simplemente algo como un yo, que en realidad no sabemos bien qué significa. Un yo como un vacío, como la estabilidad de alguien, de algo, del todo, un yo como un conjunto, como un movimiento, como la incertidumbre.

En el cuerpo, mi dolor, el ritmo de la respiración, el aliento, la esperanza de que seguiré aquí, luego el desasosiego. 

Dicen que sentirlo todo es bueno, que es parte del aprendizaje, pero algunas personas no estamos preparadas para esas tareas, son batallas que sabemos perdidas, desde antes de arrojarnos a la rompiente. 

Cuando cierro los ojos siento una voz que no es la mía, una verdad que se acerca a mí, a mis heridas, a ese dolor del que les hablo, quizá sean los versos de una de las más grandes poetas que han existido: “Vivían en sus vidas. Expuestos a los vientos. Juzgados de antemano. Con cuerpos para el adiós desde que nacieron”. Del poema Monólogo para Casandra de la gran poeta polaca Wislawa Szymborska. 

Desde siempre estoy diciendo adiós, desde siempre sé que la permanencia no la dicto yo, existen las circunstancias, el destino, mejor aún: la suerte.

Y el dolor es compañero, es el otro que me habla, que habla a través de lo que soy, que también habla por mí con su propio idioma, con sus pesadas palabras. Unos días viene para sacudirme la felicidad, otras veces solo para acompañarla, está latente, en silencio, quieto como un gato en la azotea, que presiente el vuelo de las palomas. 

***
Jeanne Karen 
(San Luis Potosí, México, 14 mayo 1975). Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Temas como la muerte, la introspección y la complejidad semántica en la comunicación en relación con el autismo y las ciencias exactas como las matemáticas y la física, influyen su trabajo en un debate casi ético. Premio estatal de poesía Viene la muerte cantando (1998) Premio de Poesía Salvador Gallardo Dávalos (1999), de Poesía Manuel José Othón (2002 y 2006) Premio de Periodismo Francisco de la Maza por Publicación o Programa de Difusión Cultural (2009).

Ha publicado los libros: Simulación dinámica (Bitácora de Vuelos, 2015), Cementerio de elefantes (Múltiples editoriales). Hollywood (Ponciano Arriaga), Menta (Ponciano Arriaga).



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