Pequeño muestrario de algunos de los volúmenes de relatos firmados por mujeres y que se publicaron en español durante el 2022.

Zadie Smith (Londres, 1975), una de las escritoras más importantes surgidas en este siglo, se mueve con soltura por el ensayo y la novela, así como por los territorios del cuento, como se deja leer en Grand Union (2019; Salamandra, 2022), volumen que integra 19 relatos en los que la autora de Dientes blancos (2000) disecciona diversas situaciones individuales en relación con los contextos sociales, revisando las dificultades de la construcción de identidad y de la posibilidad de cambiar el curso de los acontecimientos, a veces ya demasiado tarde: personajes de distintas condiciones sociales en cierto sentido atrapados en su momento pero que de pronto se detienen a ver hacia atrás y rumbo a un futuro incierto, distópico y con escasas señales, retratados con una notable profundidad que se sumerge entre apuntes de humor y desazón.  

Dorthe Nors (Herning, 1970) preparó con una mirada filosa Golpe de Kárate (2008; Anagrama, 2022), serie de quince historias breves que rondan el absurdo entre frases de seca confección y directa intención, tal como se advierte en el título del volumen y del propio relato, en el que una relación puede finiquitarse con un certero golpe de esta naturaleza: buenas intenciones que terminan mal, fragilidades que se van develando, luchas infructuosas que desde un inicio no van a ninguna parte y una constante búsqueda por entender y cambiar los vínculos que se tienen en contextos familiares, laborales, barriales y sociales, en los que la vida cotidiana adquiere dimensiones de misterio introspectivo, humor negro e incomprensión de las consecuencias.

Desde Latinoamérica, Liliana Colanzi (Santa Cruz de la Sierra, 1981) publicó el intrigante Ustedes brillan en lo oscuro (Páginas de espuma, 2022), rondando la noción del tiempo y sus rupturas, desde una cueva como contexto permanente, hasta comunidades de diverso tipo que buscan comprender o cambiar el peso de las tradiciones e imposiciones, y cuyo relato titular se basa en el accidente radiológico de Goiânia, mientras que en otro retoma la decisión del gobierno boliviano construir una central nuclear: la contaminación radiactiva y sus efectos se insertan en una escritura que parte del misterio, el sutil tono fantástico y el realismo íntimo con vertiente ecológica, develando paulatinamente sus lógicas narrativas. Se hizo acreedor al premio Ribera del Duero, mientras que Isabel González (Zaragoza, 1972) entregó Nos queda lo mejor (Páginas de espuma, 2022), organizado en cuatro bloques, según las estaciones del año empezando por el verano y con sus respectivos meses que titulan cada historia.

Camila Sosa Villada (La Falda, Argentina, 1982) firmó Soy una tonta por quererte (Tusquets, 2022), volumen compuesto por nueve historias pobladas por personas estrafalarias con múltiples caras, descritas con desparpajo, en busca de alguna reconciliación o de solo sobrevivir frente a contextos que las suelen marginar por su condición sexual, religiosa o económica, desde los que aparecen en las nocturnas banquetas hasta los que resultan ajenos, incluso fuera de esta realidad. Por su parte, Julia Viejo (Madrid, 1991) integró 34 pequeños relatos con su respectivo prólogo En la celda había una luciérnaga (Blackie Books, 2022), debut escrito en el contexto de la pandemia covid-19 y con ecos al mítico encuentro convocado por Lord Byron en 1816: desde la fantasía y el humor, nos encontramos con personajes desfachatados y situaciones cargadas de paradojas irónicas, sin que falte el toque fantástico, que se describen en forma directa, sin atajos, como si estuviéramos en algún extraño confinamiento para ver cómo reaccionamos.

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